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Mons. Ojea: “El amor al dinero como un ídolo es un obstáculo absoluto para poder entender el Reino”

En el 25º Domingo del Tiempo Ordinario el Evangelio nos habla del administrador infiel, lo que Mons. Oscar Ojea define como “una historia de corrupción”. Según el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, “la corrupción va entrando lentamente. Tal vez este administrador empezó robando de a poquito, después se fue llevando y gradualmente fue contagiando a otros o creando una cadena de corrupción y haciendo entrar a otros en esta cadena, como lo vemos hace entrar a sus acreedores”.

 

Corrupción y pecado

Para el obispo de San Isidro “hay una diferencia entre el pecado y la corrupción. Del pecado me arrepiento, del pecado puedo volver. La corrupción es como la droga, va entrando, creemos que no es nada y poco a poco invade todo y no se puede salir, queda todo como podrido. Por eso es como un callo difícil de sacar”, recordando las palabras del Santo Padre, que “cuando habla de corrupción lo diferencia del pecado”.

Mons. Ojea destaca que “el Señor en el Evangelio pondera la viveza, la astucia del administrador infiel”. Desde ahí reflexiona: “si pudiéramos emplear para el bien toda la astucia de este hombre, la habilidad”, recordando las palabras del Evangelio en que dice: “sean astutos como serpientes y prudentes como palomas”. El prelado argentino recuerda que “la serpiente que repta va por la tierra, pero levanta la cabeza para ver los peligros”, llamando así a ser astutos.

 

Astucia para hacer el bien

Según el presidente del episcopado argentino, “esa astucia para hacer el bien, esa creatividad para luchar por la dignidad de la persona, para crear horizontes de esperanza, para ser artesano de la justicia, para eso se necesita ser creativos y para ser creativos necesitamos en el corazón en un solo Señor”. Por eso insiste en que “no se puede servir a dos señores, no se puede servir a Dios y al dinero”.

Recordando las palabras del profeta Elías: “ustedes no pueden renguear de las dos piernas”, afirma que “hay que optar, hay que elegir”. Según el obispo de San Isidro, “el dinero no puede ser la medida de todas las cosas y un engaño tan grande es creer la neutralidad del dinero; el dinero es bueno porque sí… el dinero es bueno si sirve y el dinero es malo si nos gobierna, si nos dejamos gobernar por el dinero”. Ante eso se pregunta: “¿Cuál es el valor del ser humano? ¿Se puede medir con números el valor de una vida humana?”.

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“Esto supone un cambio tremendo que nos trae el Evangelio”, afirma Mons. Ojea, para quien “si no entendemos esto es muy difícil entender el Evangelio”. Según el obispo, “el amor al dinero como un ídolo es un obstáculo absoluto para poder entender el Reino y cuando tenemos el corazón puesto allí. Y podremos acomodarnos, podremos encontrar alguna manera de entender el Evangelio, pero jamás lo podremos vivir a fondo”. Finalmente llama a pedir al Señor “que nos ilumine para entender esta opción profunda delante de la cual nos colocan las palabras del Evangelio de hoy”.

 

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