Participar del debate social es una necesidad en la vida de la Iglesia, intentando iluminar la realidad desde las propuestas del Evangelio y del Magisterio. Como un ejercicio de eso se puede considerar la participación de Mons. Oscar Ojea del Consejo Económico y Social en un encuentro en el Congreso argentino al que fue convocado, como informa la Oficina de Comunicación y Prensa de la Conferencia Episcopal Argentina, junto a los principales líderes de todos los credos presentes en el país.
No quedarse en palabras
En sus palabras, el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina comenzó resaltando que “el modo de enfrentar la crisis es con hechos, no con palabras, es decir con gestos”. Insistiendo en que “estamos muy cansados de palabras”, el obispo de San Isidro dijo que “el primer gesto es aprender a escuchar. Nosotros no vamos a poder dialogar si no se aprende a escuchar. La escucha es un gesto y no se puede escuchar con ruidos interiores en donde yo estoy preparando enseguida el argumento opuesto o el pensamiento distinto”.
En ese sentido, el prelado hizo hincapié en que “la identidad no se consolida ni se afirma en la confrontación. Si yo marco continuamente la diferencia, no estoy consolidando mi identidad, sino que estoy aumentando mi inseguridad”. En esa perspectiva, llamó a descubrir que “la identidad se consolida y se afirma por pertenencia, por pertenencia a un ideal, a un sentimiento, a una sensibilidad. No se puede estar continuamente acentuando la diferencia”.
Diálogo cordial, no atropellado ni prepotente
Intentando explicitar sus palabras, colocó el ejemplo de la renuncia del senador Esteban Bullrich, algo cuestionado meses atrás en la Cámara de Senadores, dado que él renunció por enfermedad. Mons. Ojea recordó que “en un primer momento toda la Cámara le pidió que no renuncie. Y, uno en ese entonces, tenía la sensación de que la comunicación pasaba por otro lado y éramos seres humanos que estábamos siendo humanos en una situación límite. La comunicación no solo pasa por la razón y la palabra, sino también por los sentimientos”.
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A partir de ahí destacó que “el diálogo debe ser cordial, no debe ser atropellado y prepotente”. En ese sentido, es necesario entender, en palabras del presidente del episcopado argentino, que “el diálogo debe ser prudente y debe tener en cuenta la historia del otro. Después de escuchar y dialogar hay que discernir, eso es lo más importante. Tomar decisiones después de lograr consenso y poder sostenerlas. Es fundamental hacer hincapié en las cosas que estamos de acuerdo”.
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