ADN Celam. En la Solemnidad de Pentecostés, Mons. Oscar Ojea comienza su comentario al Evangelio contando la historia de “una relación entre dos personas muy diversas, una anciana sola que necesitaba compañía y que estaba un poquito enojada con sus hijos que no la cuidaban bien y una joven que buscaba trabajo, que venía con sus dos hijos, su familia; dos personas distintas, con educaciones diferentes, edades distintas, expectativas de vida distintas, educaciones, una de la cultura más rural del campo, la otra más de ciudad; miradas distintas de la vida y sin embargo llegaron a entenderse a crecer en ese vínculo”.
Unidad en la diversidad
El Obispo de San Isidro se sirvió de esa situación para afirmar que “Pentecostés es la fiesta de la unidad en la diversidad”, destacando cómo es maravilloso el relato el de los Hechos de los Apóstoles, en el que se dice que “ese día había mucha gente en Jerusalén que hablaba diversas lenguas, pertenecían a países distintos y normalmente no se entendían entre ellos pero sin embargo el Espíritu Santo hace posible que todos hablaran y se entendieran en una sola lengua, fue posible entenderse”, señala el prelado.
En palabras del presidente del episcopado argentino, “esa unidad, esa lengua nueva, es la lengua de la caridad. La lengua del Espíritu Santo, ese es un lenguaje que entienden todos, de todas las edades, de todas las razas, de todas las culturas, es el lenguaje del corazón y así quiere quedar Jesús; así deja Jesús su herencia. Su espíritu permanece en nosotros a través de su espíritu y este espíritu nos enseña a escucharnos, a complementarnos, a crecer juntos, a entrar en este tejido que es la búsqueda de la armonía en la diversidad.”.
Vivir en profunda comunión
Mons. Oscar Ojea refirió sus palabras a la realidad de Argentina, reflexionando sobre cómo ese es “un desafío grande para nuestro país”. Refiriéndose al ejemplo compartido, Mons. Ojea dice que eso “significa que convivimos muchas veces con experiencias de unidad en la diversidad y no las aprovechamos lo suficiente; quizá están al alcance de la mano”.
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Finalmente, el obispo de San Isidro insistió en que “tenemos que crecer en esto, se lo pedimos al Espíritu Santo, vivir esta profunda comunión, aceptando, escuchando, recibiendo lo diverso y creciendo como personas y como cristianos”.
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