Construir, como pastores, caminos comunes para fortalecer la misión de la Iglesia y su incidencia en la realidad del país, es uno de los objetivos que congrega a los miembros del episcopado mexicano del 17 al 21 de abril en la CXIV edición de su Asamblea plenaria.
Como parte de la agenda se espera que los prelados mexicanos analicen el contexto social y político del país, compartiendo los avances alcanzados en diferentes procesos de construcción de paz, particularmente en lo concerniente a la realización de actividades comunitarias como conversatorios y foros que tienen en la perspectiva el inicio de un diálogo nacional por la paz previsto para el mes de septiembre.
Igualmente es una prioridad para los obispos continuar con el trabajo que desde las acciones favorezca la construcción de caminos que ayuden a profundizar la incidencia e impacto de la Iglesia mexicana en las metas del proceso que hacen parte del Plan Global de Pastoral, el Sínodo y el trabajo mancomunado por la paz, lo que se encuentra plenamente identificado con el llamado del Papa Francisco a vivir la experiencia de la sinodalidad.
Obispos y promotores de paz
Actividades en las que se tomarán ciertas categorías como eje transversal de todos los planteamientos y las acciones a emprender. En primer lugar, figura la construcción de paz y la prevención de las diferentes expresiones de la violencia, seguido de la sinodalidad, el fortalecimiento de la cultura vocacional, las acciones a favor de las familias y la defensa de la vida, así como la situación de la población migrante y de los adolescentes.
Monseñor Rogelio Cabrera, presidente del episcopado mexicano centró su intervención inaugural en cuatro puntos fundamentales que a la vez se entienden como aquello que la Iglesia espera de los obispos, es decir hombres que actúen con audacia profética, promotores de paz, sinodales y capaces de caminar juntos bajo la mirada de Nuestra Señora de Guadalupe.
Consciente de que los obispos mexicanos en forma reciente se han hallado ante situaciones que expresan serios desafíos para la misión pastoral de la Iglesia, entre los que figuran la pobreza que sigue en aumento, la conflictividad social y política, el difícil proceso electoral y la reciente muerte de migrantes, la invitación es a seguir con valentía sin olvidar su misión de artesanos de la concordia.
Se trata de circunstancias que los desafían como sociedad y claman por acciones acordes con la gravedad de los hechos que si bien se abordan con gran valentía y nobleza desde las casas de los migrantes, los obispos no pueden perder de vista y ante estos dramas están llamados a ser promotores de paz, superando muchas veces sus propios sentimientos de impotencia. «Estamos ante la exigencia de no acobardarnos, de ser valientes, pero no conflictivos, arrojados, pero sin provocaciones innecesarias,» afirmó.
Audacia profética
Para el también arzobispo de Monterrey es necesario ser firmes en los pronunciamientos, pero cuidándose de ofender a ninguna persona, siendo portavoces de los fieles, pero sin buscar el protagonismo y los reflectores, por causa de sus propias palabras.
En el caso de los obispos se trata de «recuperar el carácter profético que exige su ministerio: anunciar los valores del Reino al tiempo que se señala y denuncia lo que se opone a ellos siempre bajo la mirada de Cristo».
Para el prelado es necesario tener cuidado, porque existe el riesgo de asumir una actitud combativa, haciendo uso de lo que califica la adhesión al canto de las sirenas que entonan algunos grupos que exigen a la Iglesia ser más agresivos en contra de las autoridades civiles o utilizar las redes sociales para exponer puntos de vista personales olvidando que han de usarse para proclamar la Palabra de Dios: «en los conflictos se requiere lucidez evangélica y discernimiento sereno».
En pocas palabras el llamado es a mantener el equilibrio y la cordura si realmente se desea aportar a la construcción de paz que va más allá de la ausencia del conflicto armado.
La experiencia de lo local
Por su parte Mons. Joseph Spiteri, Nuncio Apostólico de su santidad es importante seguir analizando el contexto social y político de México, con sus luces y sombras para estudiar la evolución de ciertas problemáticas y las respuestas de las Iglesias locales.
Así la invitación a los obispos mexicanos es a mantener la comunión en sus eventuales respuestas que desde su opinión siempre deberían ser fruto de un un proceso sinodal ya sea a nivel nacional o local, por lo que resalta el valioso el trabajo de algunas provincias que se preocupan por realizar encuentros regulares de obispos, sacerdotes y laicos lo que finalmente acrecienta la colegialidad y permite un análisis más eficaz.
Respuestas más cercanas ante las realidades locales que constituyen un modelo o ejemplo de acciones que desde lo regional pueden ayudar al pensar en un dialogo de carácter nacional que pueda replicar con eficiencia la gran labor social que actualmente se desarrolla en favor de la defensa de los derechos humanos y otras acciones sociales que mejoran la vida de poblaciones vulnerables.
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Orar y actuar
Por su parte Ramón Castro, secretario general del episcopado mexicano en un video mensaje pidió a la feligresía su oración para apoyar el discernimiento con claridad que deben adelantar los obispos. Un llamado a lo que denominó la «solidaridad espiritual» y que se entiende como un apoyo para sostener la misión que tienen los obispos respecto a las decisiones y actuaciones de cara a lo que Dios quiere de su Iglesia.
La CXIV Asamblea del Episcopado mexicano se extenderá hasta el 21 de abril y además de este tema contempla dentro de sus actividades la presentación de los manuales para la protección de menores y adultos vulnerables, el reconocimiento oficial de las normas básicas para la formación sacerdotal en México, la presentación de los avances del camino hacia la celebración del Jubileo Ordinario de la Encarnación y los adelantos de la novena Intercontinental, tópico que se abordará a través de un diálogo abierto.
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