Con motivo de los 15 años de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, el Centro de Gestión del Conocimiento del Celam indagó sobre los logros y los desafíos de Aparecida. Fruto de este trabajo se publicó el documento: Nuestras deudas con Aparecida: Balance 15 años después. A propósito de esta investigación, fue consultado Mons. Víctor Manuel Fernández, justamente sobre los logros y las deudas de la V Conferencia.
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Caminar juntos, como Iglesia en América Latina
“El primer logro de Aparecida es haber reinstalado el sentimiento de la unión latinoamericana, de la Iglesia de América Latina que tiene características propias, que hizo un camino propio”, comenta el prelado argentino, al explicar que “antes de Aparecida había un sentimiento de que esto se había terminado, incluso el temor de que, desde Roma, se descentralizara y se controlara esta conferencia”
Por eso, “resucitar ese sentimiento de iglesia latinoamericana, y esas ganas de caminar juntos como Iglesia en América Latina”, fue uno de los grandes aportes de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, porque “Aparecida fue, realmente, una experiencia de enorme participación. Se dialogó mucho, se discutió con libertad, se fueron logrando consensos, hasta el punto que no quedaba tiempo para redactar el Documento Final”, recuerda Mons. Fernández. Y toda esa riqueza finalmente nutrió el Documento Final
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Una Iglesia más misionera
Un segundo logro de Aparecida, para el obispo argentino, es que Aparecida “instaló la convicción de que la iglesia tiene que ser mucho más misionera, que ya no se puede quedar acomodada y esperar”. “Eso como convicción quedó, y quedó fuerte”, subraya.
Asimismo, con relación a las deudas o los temas pendientes de Aparecida, luego de 15 años, Mons. Fernández señala que “no se crearon los cauces para que esto se viviera, los causes para que todas las comunidades sean más misioneras”.
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El desafío de “volvernos más misioneros”
Al llegar a este punto, el prelado detalla que “no se han hecho las reformas en las parroquias, ni en las diócesis, ni en las diversas instituciones, para que efectivamente nos volvamos más misioneros”.
Ser más misioneros es una tarea para toda la Iglesia. “Yo les preguntó a los movimientos: ¿qué cambiaron después de este fuerte llamado a la misión?, ¿se volvieron más misioneros? Si la respuesta es no, fallamos”.
Asimismo, en el caso de los colegios católicos, cabría preguntarse si se puso en práctica este llamado a la misión, considerando que “el anuncio tiene que estar centrado en provocar una experiencia con Cristo”. De modo que resulta imperativo “rearmamos la pastoral y la vida del colegio para que se provoque esta experiencia personal de Cristo”, para que “nadie salga de aquí sin haber hecho ese encuentro personal e íntimo, lleno de fuego con Jesucristo que le cambie la vida para siempre”.
En síntesis, “el mensaje estuvo, pero no reaccionamos y las estructuras siguen siendo más o menos las mismas que antes, a pesar de que Evangelii Gaudium haya retomado Aparecida con fuerza y relanzara sus propuestas”, afirma Mons. Fernández, lamentando que “tampoco después de Evangelii gaudium hemos cambiado demasiado”.
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