Durante la cuarta jornada del Congreso Eucarístico, que se vivió este 12 de septiembre, la palabra la tuvo monseñor Graziano Bogonovo, subsecretario del dicasterio para la Evangelización, quien ofreció la conferencia titulada “La familia a la luz de la Eucaristía, escuela de fraternidad”.
El eclesiástico inició haciendo una reflexión, rescatando el papel fundamental que las comunidades educativas tienen en la formación de construcción ciudadana y de cultura, advirtiendo que, para este trabajo no basta solo hacer análisis de realidad, sino que es necesario generar los ámbitos y espacios de una verdadera búsqueda para construir la ciudad como un lugar de cultura y fraternidad.
Con ello, expuso “para que el fruto de la fraternidad pueda germinar en la ciudad como espacio común en donde el otro pueda ser reconocido como parte integrante de sí, siendo alejada al menos intencionalmente toda forma de discordia”. Pero para lograr ello, el obispo dijo que, es necesario suscitar por parte de cada educador ámbitos de búsqueda verdadera, es decir de búsqueda auténticamente humana en la cual los aspectos distintivos del humano sean afirmados con convicción.
Fundamentos de la tienda eucarística
En este mismo sentido, recordó que, en 2015, el Papa Francisco en su visita pastoral al Ecuador en el Santuario del Quinche, presentó cuatro aspectos distintivos de lo humano: la gratitud, la memoria, el servicio y la alegría. Estos, añadió, son los fundamentos de la tienda eucarística que es la Iglesia, es decir, de aquel lugar de encuentro, de vida, de luz y de paz abierto para acoger a todos.
El representante de la curia Romana, añadió, que entre estos cuatro aspectos hay semejanza, pues los une con la familia de Nazaret y la Iglesia, dos lugares donde se puede encontrar libremente con Jesús. “Estamos hablando entonces de una Iglesia de Familias y de unas familias de Iglesia”. Luego, planteó la pregunta ¿Cuál es el primer lugar, el primer ámbito en donde se aprenden estos aspectos distintos de lo humano?, respondiendo que, sin lugar a dudas, es la familia.
“Es así en la experiencia de generaciones de personas humanas en cualquier parte del mundo, aun cuando dramáticamente se constata la crisis de la institución familiar. Ahora que se pretende equiparar la unión existente entre un hombre y una mujer unidos para la vida del matrimonio y que generan por su amor a los hijos por criar y a educar a otras formas de convivencia no equivalentes”, expresó.
Volver a las raíces y cultivar la memoria de la gratuidad
Al contextualizar esta crisis a la realidad ecuatoriana, volvió a evocar al Papa Francisco en su visita a Ecuador, donde les pidió volver a las raíces y cultivar así la memoria de gratuidad, es decir, -agregó- “esa riqueza espiritual de piedad, de profundidad, viene de haber tenido la valentía porque fueron momentos muy difíciles, la valentía de consagrar la nación al Corazón de Cristo, ese corazón divino y humano que nos quiere tanto (…) La raíz es el Papa Francisco, la raíz de la alegría es el don de Dios, el Sagrado Corazón de Jesús es su presencia constante en medio de nosotros, su presencia eucarística”.
Recordó como el Catecismo de la Iglesia católica reitera la preocupación de educar en las virtudes, donde se señala que los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos y son ellos quienes deben testimoniar esta responsabilidad, ante todo, agrega, por la creación de un lugar donde la ternura, el perdón, el respeto, la fidelidad y el servicio desinteresado sean una norma constante en el ambiente familiar.
“La familia es un lugar apropiado para la educación de las virtudes, esta requiere el aprendizaje de la abnegación de un sano juicio del dominio de sí, condiciones de toda libertad verdadera, creación de un hogar entonces espacio de verdadera búsqueda, tienda eucaristía Nazaret”, aseveró.
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Educar en la oración
Adicional a esto, dijo que una tarea que se prolonga durante toda la vida es la relativa a le educación de la consciencia desde los primeros años que despierta al niño al conocimiento y la práctica de la ley interior, una educación prudente que enseña la virtud. “La educación de la consciencia garantiza la libertad y engendra la paz del corazón, pero, sin embargo, esta no puede realizarse sin la oración. (…) La familia cristiana es el primer lugar de la educación en la oración. Fundada en el sacramento del matrimonio es la Iglesia doméstica donde los niños de Dios aprenden a orar como Iglesia”
Explicó, además, que la memoria de la gratuidad encuentra entonces su primer ámbito de educación en la oración diaria familiar y allí a través de la educación en las virtudes ofrecidas por los padres y fortalecida por la gracia del Espíritu Santo en la Iglesia, esto con el propósito de que repercutan en la vida de las nuevas generaciones.
Finalmente, recordó que el matrimonio es un don maravilloso que tiene en sí mismo el poder del amor divino fuerte duradero, fiel y capaz de recuperarse después de cada fracaso. Indicó que, el matrimonio no es una formalidad que hay que cumplir, por un regalo, porque lo dice la Iglesia o para hacer una fiesta, observó que “uno se casa porque quiere fundar el matrimonio en el amor de Cristo que es sólido como una roca, en el matrimonio Cristo se entrega a vosotros para que vosotros tengan la fuerza de entregaros mutuamente”, puntualizó.
Fotos: Cortesía oficina de comunicaciones del Congreso Eucarístico Internacional
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