¿Qué ofreceremos a los Cristos sufrientes de este tiempo? ¿Agua o vinagre? cuestionó Mons. Lizardo Estrada, durante su intervención en el panel sobre el “Estado de la Deuda Pública y Ecológica”, realizado en el marco del II Encuentro Sinodal de Universidades para el Cuidado de la Casa Común.
En la jornada inspirada en el sueño ecológico que propuso el Papa Francisco, el secretario general del Celam recordó que escuchar el clamor de los pueblos y la tierra es descubrir a Jesucristo en ellos.
Al respecto, alentó a los presentes a construir el reino de Dios, asumiendo desafíos como el cambio climático y la sinodalidad. “No podemos perder de vista la deuda ecológica y la esperanza de los pueblos. Recordemos la enseñanza de los padres de los primeros siglos: ayudar a los pobres, no es entregarles lo que tenemos, se trata de devolverles aquello que les pertenece”.
Una casa para todos
Agradeciendo la invitación a participar en este espacio, insistió en el llamado a proteger y cuidar la casa común, porque “es para todos, no podemos destruirla o aprovecharnos de nuestra condición”.
El consagrado destacó la misión de los rectores universitarios como formadores y visionarios en la tarea de guiar procesos formativos, el prelado considera que estamos llamados a caminar hacia la COP30, pensando en el dolor de quienes sufren por la devastación y contaminación del medio ambiente, las víctimas desconocidas de la crisis socioambiental. “Los pobres, los más frágiles, son los que nos están pidiendo que la destrucción de la casa común acabe”, afirmó.
Para Estrada es preciso “dar una respuesta en bloque”, es decir, universidades, instituciones, organismos, creyentes, todos juntos; porque en sus palabras, “tenemos dos caminos: nos unimos o nos hundimos”.
Así, confía en el impacto del trabajo de la Red de Universidades para el Cuidado de la Casa Común que viene aportando con su gestión para «favorecer condiciones de justicia, paz, armonía, vida para todos y no para unos cuantos”, ideales por los cuales luchó Jesucristo.
El prelado espera que este encuentro y otros que se vienen desarrollando en la misma línea, sean por el bien de nuestros hermanos, los más pobres, los preferidos de las periferias.
El respaldo de la Iglesia
Así desde el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño, organismo que cultiva el trabajo por la comunión y la colegialidad, Estrada pidió que se priorice el tema y se asuma con el corazón porque cada día aumentan las víctimas de los delitos ambientales, entre los que aparecen situaciones como el vertimiento de residuos a las fuentes hídricas, las radiaciones y emisiones químicas que afectan gravemente el medio ambiente, generando la contaminación del aire y destrucción de las fuentes de agua, lo que termina por hacer inviable la vida humana.
“El Celam tiene 70 años de existencia, siete décadas trabajando con los obispos de Latinoamérica, para fortalecer la comunión entre nosotros y con el Papa. Seguiremos trabajando para aportar a estas iniciativas que favorecen el cuidado de la casa común y el buen vivir que toda persona merece,” comentó.
Si bien, el Consejo Episcopal es un organismo de servicio a las Conferencias Episcopales, frente a esta demanda de la realidad, ratifica el compromiso con esta causa.
“No podemos fallar, quiero animarles y agradecer su sensibilidad. Me uno a ustedes y en representación del Celam, compartimos el mismo lenguaje. No podemos maltratar nuestra casa común. En ese sentido, las universidades, tienen un papel fundamental, una misión grande”, precisó.
Trayendo a la memoria el 19 de marzo de 2013, fiesta de San José y fecha en la cual el Francisco inició su pontificado, el obispo peruano recordó las palabras del Pontífice y su invitación a ser cuidadores entre nosotros y de la casa común, postura que reforzó con el tiempo a través de los documentos de su Magisterio que hoy nos ayudan en esta tarea. “Debemos ser de los que cuidan y no de los que acaban la tierra y el aire. Podemos afianzarnos en los documentos de su pontificado e impulsar nuestro sentir como latinoamericanos”, agregó.
Tarea que según el obispo auxiliar de Cusco nos desafía a trabajar en redes, proceso que implica conciencia y apertura para superar cualquier frontera. “Aquí estamos hablando seres humanos, para tener humanidad entre nosotros. Podemos tener todas las diferencias. Sin embargo, hay algo que nos une, tenemos algo en común y es nuestra tierra, la casa común, la que dejaremos a nuestros hermanos, nietos, sobrinos a toda la familia humana”.
Una búsqueda común
De acuerdo con el secretario general del Celam es clave considerar esas causas que nos unen. “Estoy seguro de que todos queremos trabajar por la paz, la justicia, los derechos humanos y el tema ecológico, debemos unirnos. Trabajar en red facilitará nuestro aporte para que otros vivan con la dignidad que merece toda persona, se trata de favorecer el bien común. Expresiones que desde el Evangelio, se entienden como la búsqueda de bienestar para los más frágiles. Las universidades son actores claves, como centros de formación de los líderes de las comunidades. Tenemos el compromiso de trabajar por nuestra tierra y sus pueblos”.
“Los jóvenes son el presente y el futuro, tenemos una deuda con ellos, pero también la oportunidad de sensibilizar y educar frente a las problemáticas ambientales y humanas, seguros de que esos procesos formativos harán de ellos líderes cercanos, dispuestos a concentrar los cinco sentidos para respaldar a los más frágiles, es el camino para responder al llamado del sueño ecológico”.
En el panel sobre el estado de la deuda política y ecológica también estuvieron presentes Michael Lee de la Fordham University, de Estados Unidos y Román Ángel Pardo de la Universidad Pontificia de Salamanca en España, en un espacio moderado por Vinicius Kede de la PUC de Rio – Brasil.
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