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Monseñor Lozano: Acompañar con ternura a mujeres que abortaron, no juzgar ni condenar - ADN Celam

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Monseñor Lozano: Acompañar con ternura a mujeres que abortaron, no juzgar ni condenar

Foto: Steven Pincay

Ofrecer un apostolado de acogida y sanación a quienes han vivido pérdidas gestacionales, especialmente por aborto provocado; fortalecer la pastoral de acompañamiento en coordinación con los movimientos y Conferencias Episcopales de América Latina y el Caribe, son algunos de los objetivos propuestos para el IX Encuentro Panamericano y V Encuentro Latinoamericano y Caribeño de Acompañamiento Pastoral Post Aborto y, Protección a la Vida, que inició este 19 de mayo en Ecuador.

El encuentro arrancó con la intervención de monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo (Argentina), quien ofreció un saludo de bienvenida a los presentes, seguido de una interesante ponencia titulada “La Red de protección de la vida del Continente”, centrada en la necesidad de un acompañamiento pastoral cercano, compasivo y libre de juicios para quienes han vivido la experiencia del aborto.

Durante su intervención en Guayaquil, ciudad sede del evento que se extenderá hasta el 23 de mayo y que congrega a representantes de 18 países de América Latina y el Caribe, monseñor Lozano abordó con empatía la dimensión espiritual y humana de este dolor, en sintonía con el espíritu del encuentro que busca ofrecer sanación a quienes han vivido pérdidas gestacionales, especialmente por aborto provocado.

La Iglesia no es una aduana que pone barreras, sino una casa de puertas abiertas”, afirmó el prelado, recordando una de las enseñanzas más reiteradas del papa Francisco. “Nuestra misión no es señalar con el dedo, sino sostener con el corazón”.

Un tiempo de dolor, pero también de esperanza

El líder religioso ofreció su ponencia en medio de un tiempo “de sentimientos encontrados”, marcado por la Pascua de Resurrección, la reciente partida del papa Francisco y la elección del nuevo sucesor de Pedro, quien llamó a “caminar sin miedo tomados de la mano de Dios y entre nosotros”.

En este espíritu de sentimientos, el arzobispo argentino instó a los presentes a vivir el Encuentro como parte de su vocación de ser “Peregrinos de la Esperanza” durante el Año Santo.

Heridas que claman ternura, no reproche

Seis fueron los puntos claves que enmarcaron su exposición, entre los cuales destacó la figura de la Iglesia como madre misericordiosa, el drama social y humano detrás de cada aborto, la marginación que sufren muchas mujeres, y la importancia de la formación adecuada de quienes acompañan estas heridas profundas.

El aborto no siempre es una elección. A veces es una rendición, una desesperada salida ante el miedo, la presión, el abandono”, expresó monseñor Lozano. Y subrayó: “Estas mujeres no necesitan sermones, sino gestos concretos de amor y cercanía”.

En un llamado contundente, el jerarca alertó sobre la pérdida del valor de la vida y de la maternidad en las sociedades actuales, que promueven una cultura de descarte donde la maternidad es vista muchas veces como una carga.

El arte de escuchar y estar

Monseñor Lozano insistió en que el acompañamiento pastoral “no puede ser improvisado”, sino que requiere una preparación humana, espiritual y psicológica que permita una escucha empática, sin juicios ni prisas.

La ternura es el lenguaje de Dios. Jesús no gritaba, no humillaba, no imponía. Él miraba, tocaba, acariciaba. Y eso sanaba más que mil discursos”, sostuvo.

Citando a Benedicto XVI, recordó que consolar es “ser con” en la soledad del otro, y que eso transforma el dolor en una experiencia compartida, capaz de abrir caminos de esperanza.

Una Iglesia que acompaña sin miedo

Al concluir su ponencia, monseñor Lozano animó a los voluntarios pastorales reunidos en el Encuentro a ser “brazos de la Iglesia madre”, con humildad para aprender, coraje para estar presentes, y ternura para acompañar.

En cada mujer que acompañan, están tocando una herida que Dios ama profundamente”, concluyó, evocando las palabras del papa Francisco: “La misericordia es el segundo nombre del amor”.

 

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