“Sentí una gran responsabilidad y la conciencia de la importancia de trabajar estrechamente con mis hermanos obispos argentinos”, afirmó ante su designación a ADN Celam el recientemente elegido presidente de la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Marcelo Daniel Colombo, luego de las votaciones realizadas durante la 125ª. Asamblea Plenaria que finalizó con una misa en el santuario mariano de Luján, este viernes 15 de noviembre.
Hablemos del equipo
Monseñor Colombo comparte la conducción de la Iglesia argentina para el trienio 2024-2027 con el cardenal Ángel Rossi SJ como Vicepresidente 1°, monseñor Daniel Fernández como Vicepresidente 2° y como secretario general monseñor Raúl Pizarro. Le preguntamos si ya había emprendido alguna tarea en conjunto con algunos de sus “compañeros de equipo”, esto respondió:
(De izq. a der.) Conformación de la nueva Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina: mons. Raúl Pizarro; mons. Daniel Fernández; mons. Marcelo Colombo; Cardenal Ángel Rossi SJ .
Sabio, humano y coherente
“Con monseñor Rossi hemos compartido nuestra representación de la Iglesia argentina en el Sínodo de Obispos estos dos últimos años. Su sabiduría de vida y su profunda espiritualidad no necesitan mucha presentación. Será para mí un verdadero maestro y compañero de camino. Sus palabras son inspiradoras evangélicamente y sus gestos las corroboran, conjugando humanidad y coherencia.
Sereno, profundo, de pocas palabras pero justas
”Con monseñor Fernández la relación es más antigua, de nuestros tiempos de sacerdotes; ambos éramos rectores de seminario, él de Buenos Aires y yo de Quilmes; después compartimos la región pastoral NOA (Noroeste), él como obispo de Jujuy y yo como obispo de la Nueva Orán, en Salta. Es un hombre sereno, profundo, muy concreto y práctico en animar procesos pastorales, fiel a su pueblo y a su misión junto a él. De pocas palabras, pero siempre muy justas.
Joven, dinámico, capaz de trabajar en equipo
”A monseñor Pizarro lo conocí más cercanamente hace un par de meses cuando trabajamos juntos en la organización de una semana de formación pastoral para los sacerdotes de la diócesis de San Isidro. Es un joven obispo, muy dinámico, muy capaz de trabajar en equipo, con importantes experiencias pastorales en su diócesis; en la Conferencia ha trabajado, sobre todo, en Pastoral de juventud”.
Pregunta: ¿Tiene planes in péctore?
Respuesta: Me parece muy importante esperar a la próxima reunión de la Comisión Permanente [10 y 11 de diciembre de 2024], donde tendremos un espacio de intercambio más concreto con los representantes de las regiones pastorales y los presidentes de las comisiones episcopales. Allí, en esta intensa y tan preciada interacción, podremos ver junto a ellos cómo encaminar esta nueva etapa. Algunos elementos los destaqué en la homilía en Luján, como parte de mi percepción de lo dialogado en los intercambios previos a la elección.
P: ¿Cuál fue esa percepción?
R: Tres palabras resonaron en el intercambio pastoral, según mi parecer: misión, sínodo y regiones.
La Iglesia está para evangelizar. La misión en todas sus formas nos interpela porque está en el horizonte de nuestro día a día. Sin misión la Iglesia se apaga y se vuelve autorreferencial y pesada… la misión nos pide aligerarlo todo para llegar a los más alejados y necesitados del amor de Dios; a los pobres y marginados; a los que sufren de algún modo y el Señor puede ser para ellos buena noticia.
El sínodo nos dejó tarea para el hogar. En su generosidad y plena coherencia, el Papa aprobó el documento final haciéndolo magisterio eclesial y referencia insoslayable para los tiempos que vienen. Nos toca ahora aplicarlo en las diócesis, parroquias y comunidades; asumir la sinodalidad en todas sus consecuencias.
Las regiones pastorales testimonian la capilaridad de la Iglesia en la Argentina. Conformada por las diócesis de su jurisdicción, cada región expresa un rico conjunto de elementos que se conjugan con las notas y aportes de las restantes diócesis para indicarnos no sólo necesidades de nuestro pueblo sino también para poner en común esos dones al servicio del anuncio del Reino de Dios.
Finalmente, más allá de estos tres señalamientos que me dejaron los intercambios pastorales de la plenaria, me parece importante fortalecer la visibilidad de la Iglesia, de su vida y su misión, ante la sociedad de nuestro país. La viva presencia del Papa Francisco en el orden mundial es un importante acicate para testimoniar con ese entusiasmo la misión de la Iglesia en nuestra Patria.
“El Papa aprobó el Documento Final [del Sínodo de la Sinodalidad] haciéndolo magisterio eclesial y referencia insoslayable para los tiempos que vienen.” (Mons. Marcelo Colombo)
Monseñor Colombo es arzobispo de Mendoza desde 2018. Como tal le preguntamos cómo habían recibido la noticia de su presidencia en su “pago”, en su Mendoza: “La gente de las comunidades está muy impactada. Lo viven desde su sencillez como un gran honor y reconocimiento también a la Iglesia en Mendoza. Algunos creían que tenía que mudarme a Buenos Aires y dejar la Arquidiócesis. Los he serenado al respecto. Nuestra misión en la Ejecutiva está muy vinculada al servicio que llevamos adelante en nuestra diócesis. Los sacerdotes y diáconos están preocupados por la intensidad de la tarea. Son conscientes de las exigencias concretas del cargo. Pero también muy disponibles a ayudarme a vivir esta época con la entrega de siempre, compartiéndome con la Iglesia en la Argentina. Están muy contentos, me mandaron saludos de entrada nomás”.
Luján: un lugar muy especial para Monseñor Colombo
P: ¿Qué le inspiró la misa compartida junto a todos sus hermanos pastores en el Santuario de Luján como cierre de su Asamblea?
R: La Virgen de Luján está muy unida a mi vida de fe. Una parte importante de mi familia paterna es de Luján, desde hace más de 300 años. Pero en perspectiva religiosa, Luján es el lugar de mi decisión vocacional de ser sacerdote, es la referencia al entusiasmo pastoral de mis años de sacerdote en Quilmes donde íbamos con Monseñor Jorge Novak y el presbiterio de Quilmes a las reuniones de formación pastoral y de retiro; donde cada año nos encontrábamos con la comunidad diocesana para peregrinar, a veces llegábamos a ser quince mil personas… Eso es Luján para mí: amor de Madre y amor de pueblo, fiesta de familia y del corazón para nutrir el seguimiento del Señor Jesús siempre buena noticia. Así fui a Luján con mis hermanos. De hecho, al comenzar la misa los invité a recordar a sus diócesis por un instante, para hacernos conscientes de que nuestro pueblo estaba junto a nosotros allí, frente a la Madre de Luján.
P: Los casi 100 obispos argentinos que participaron de la Misa de cierre en el santuario tuvieron la gracia de poder encontrarse en intimidad con la dulce imagen pequeña y celeste de la Madre de Lujan —sin vidrios interpuestos— para poder darle una caricia. ¿Cómo fue ese encuentro cara a cara con la Virgencita de Luján, al alcance de la mano en su pequeña cripta?
R: No tengo palabras que expresen la intensidad de la emoción de esos instantes junto a nuestro Madre, el tiempo justo para dejar en sus manos la propia vida y la de nuestro pueblo.
Los pobres: moneda de cambio de los ajustes
El pasado domingo fue la Jornada Mundial de los Pobres: una reflexión sobre la situación que estamos viviendo en la Argentina con más de un 50% debajo de la línea de pobreza.
La Jornada Mundial de los Pobres es una oportunidad para reflexionar comunitariamente, como Iglesia, sobre la realidad de la pobreza, para crecer en nuestra comprensión de la situación de nuestros hermanos pobres, para profundizar nuestro servicio samaritano con ellos, y para testimoniar ante la sociedad la exigencia de servirlos como al mismo Jesús. Esta reflexión nos invita a la acción y también a ejercer nuestra misión profética como creyentes, ya que las estrategias de la economía se desentienden de los pobres, muchas veces considerados sólo un número estadístico, pero sin conexión real con ellos que en muchos casos son la moneda de cambio de los ajustes. Como decía en los primeros días de mi designación ante la pregunta de muchos periodistas: ordenar la economía con la gente adentro, sino la economía no es una herramienta para la vida real de la gente y pierde su razón de ser.
Hablemos del Celam: Una intuición genial
P: ¿Ha tenido oportunidad de participar de actividades propuestas por el Celam? ¿Cuál es su opinión sobre el rol de este organismo continental al que el Papa Francisco ha mostrado durante el Sínodo como un modo sinodal de hacer posible el Reino en este tiempo? De hecho varios obispos de otros continentes se expresaron al respecto.
R: En un par de oportunidades, dicté cursos de derecho canónico dentro de la diplomatura que se dictaba en el Celam. También una vez asistí a la celebración de los cincuenta años de Medellín.
La experiencia de caminar juntos como Iglesia en Latinoamérica es una intuición genial, de los tiempos de Pío XII que quiso el Celam en el mismo territorio latinoamericano. Los años posteriores pusieron de manifiesto la importancia de esa decisión inicial. Medellín, Puebla, Santo Domingo, Aparecida son jalones de un camino sólido y de comunión creciente al servicio del anuncio de Jesucristo.
Más concretamente en estas sesiones del sínodo se percibió lo compacto de la experiencia eclesial animada por el Celam, sea a partir de lo vivido y reflexionado en la Asamblea eclesial, como en las asambleas continentales previas al Sínodo. Los sinodales latinoamericanos trabajábamos juntos en los círculos menores con la sensación de conocernos y entendernos, muy concretos en nuestros aportes y serenos, aun en las diferencias. Teníamos un grupo de whatsapp bien activo con las novedades de cada día, muy bien gestionado por la eficaz intervención del padre Pedro Brassesco que nos ayudaba muchísimo. Esto nos facilitaba el ejercicio de nuestro servicio sinodal y optimizaba nuestra participación.
Agradecemos las imágenes cedidas por Matías Perotti.
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