“Ser libres y desprendidos de las cosas como un peregrino es, pues, una parábola de la fe y de la espiritualidad cristiana”. Así ha centrado su homilía del XIX del tiempo ordinario monseñor Miguel Cabrejos, arzobispo de Trujillo (Perú) y presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam).
El prelado ha explicado que “un hilo conductor une las lecturas de hoy con las del domingo pasado”, puesto que “reflexionábamos hace siete días, cómo aflora de la parábola del rico necio el contraste entre el aferrarse a los bienes presentes y poseídos y el desapego que, a la inminente llegada de la noche, conlleva la muerte”.
Comunión serena y gozosa
Don Cabrejos aclara que “la peregrinación es distinta del nomadismo. El nomadismo es un caminar sin meta definitiva, es un vagabundear dibujando círculos en la tierra, en un movimiento sin fin, mientras que “la peregrinación es distinta y por esto que la escena que Jesús dibuja ante nuestros ojos tiene una casa con una mesa preparada”.
“Es el signo de la intimidad, de la serenidad gozosa alcanzada, y aquí es donde la parábola de Cristo introduce un elemento original: ¡el dueño mismo de casa se pone a servir a sus empleados!”, acotó.
Al final de este “glorioso emigra”, como lo define el libro de la Sabiduría en la primera lectura de hoy, habrá una gran fiesta, se abrirá ante nosotros el banquete del Reino, es decir, la comunión serena y gozosa con Dios”.
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