“La oración por el Papa es un hermoso fresco de la unidad de la Iglesia”. Así lo afirma Mons. Edgar Peña Parra en entrevista con Riccardo Benotti, jefe de redacción en la Agencia SIR.
Mientras Francisco enfrenta la enfermedad, “todos nos encontramos juntos, como hermanos, rezando por nuestro pastor”, dando testimonio de afecto, cercanía y solidaridad. La oración por el Papa es un hermoso fresco de la unidad de la Iglesia. A pesar de las diferentes sensibilidades y de la diversidad de roles, nos encontramos todos juntos, como hermanos, rezando por nuestro pastor. Esto es lo más importante de todo”.
Mons. Edgar Peña Parra, Sustituto para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado, es uno de los pocos colaboradores autorizados a visitar al Papa Francisco en el Gemelli. Por esta razón, conoce aún más el valor de la oración que en estos días se eleva por el Santo Padre. No solo es un gesto de afecto, sino también un signo de comunión eclesial.
Una relación viva
Todo el mundo está rezando por la salud del Papa Francisco. ¿Es una oración que expresa el vínculo profundo entre el pueblo de Dios y su pastor?
En estos días estamos siendo testigos de una atención realmente especial por la salud del Papa desde todas partes del mundo, y esta cercanía se expresa de manera particular a través de la oración. Para nosotros, los creyentes, la oración no es un gesto ritual y exterior, sino una relación viva con el Señor que, en su amor, nos hace hermanos y nos abre a la compasión y a la solidaridad mutua. En este sentido, la oración de estos días expresa el afecto por el Papa Francisco y el reconocimiento de la importancia de su figura y de su ministerio.
El Papa siempre ha pedido que recen por él y ahora, en la prueba de la enfermedad, es él mismo quien es sostenido por la oración de la Iglesia. ¿Cuál es el significado de esta reciprocidad en la fe y cómo la oración se convierte en un signo concreto de cercanía?
Todos recordamos como un momento extraordinario aquella tarde del 13 de marzo de hace doce años, cuando una Plaza de San Pedro repleta estalló de alegría ante el anuncio de la elección, pero que, inmediatamente después, por petición del Papa recién elegido, quedó en silencio para rezar por él y bendecirlo. Hoy, mientras el Papa Francisco enfrenta la prueba de la enfermedad, esa plaza vuelve a estar llena, con tantos fieles que cada noche se congregan para rezar el Rosario guiados por quienes son los hermanos del Papa y sus colaboradores más cercanos, es decir, los cardenales.
Usted ha visitado al Pontífice en estos días de hospitalización…
Cuando pude encontrarme con él durante las visitas que hice al Gemelli junto con el Cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, el Santo Padre expresó una gran gratitud por estas iniciativas de oración y creo que para él es un gran signo de consuelo que el Señor le está regalando.
El domingo pasado, en el Ángelus, el Papa dijo: “Siento en el corazón la ‘bendición’ que se esconde dentro de la fragilidad, porque es precisamente en estos momentos cuando aprendemos a confiar aún más en el Señor”. ¿Cómo leer estas palabras a la luz de su testimonio de fe en la enfermedad?
Llevando en su cuerpo las marcas de la fragilidad y de la enfermedad, como todo ser humano, el Papa desea ser una vez más testigo del Evangelio, y por ello anuncia la presencia amorosa del Señor que cuida de nosotros y no nos deja solos en el momento de la prueba.
Unidos en la aflicción
¿Es un mensaje de esperanza para quienes atraviesan el dolor?
Se trata de un testimonio que anima y sostiene a todos aquellos que están en el sufrimiento y fortalece su corazón. El Papa, que tantas veces en su Magisterio nos ha recordado la misericordia y la ternura del Señor, incluso en el momento de la enfermedad quiere recordarnos que el Señor cuida de nosotros y nunca nos abandona.
La oración por el Papa, además de ser un acto de afecto e intercesión, ¿puede también convertirse en una ocasión de renovación espiritual para la Iglesia?
Cuando vivimos momentos de prueba, experiencias de sufrimiento y situaciones en las que palpamos nuestra fragilidad, comenzamos a darnos cuenta de cuán importante es en nuestra vida dar el justo valor a todas las cosas. Dentro de nosotros ocurre una poda del corazón que nos hace volver a lo esencial, y aprendemos a ser menos duros, más flexibles, más conciliadores, mejor dispuestos a abrirnos a los demás. En estos momentos somos más capaces de dejar atrás lo que nos divide y de unirnos para llevar juntos lo que nos aflige y para compartir un tramo del camino.
¿Es un momento de prueba que puede fortalecer la comunión eclesial y el sentido de responsabilidad de cada creyente?
La oración por el Papa es un hermoso fresco de la unidad de la Iglesia. A pesar de las diferentes sensibilidades y de la diversidad de roles, nos encontramos todos juntos, como hermanos, rezando por nuestro pastor. Esto es lo más importante de todo.
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