Nathalie Becquart, religiosa francesa de la congregación de los Xavieres, ostenta el título de ser la primera mujer en la historia de la Iglesia en ocupar el cargo de subsecretaria del sínodo de los obispos, desde 2021, con derecho a voto. Allí hace dupla con monseñor Luis Marín, un agustino español.
Su labor ha ganado reconocimiento al punto de que la revista Forbes la ha incluído, por dos años consecutivos, en la lista de las 50 mujeres mayores de 50 años más influyentes del mundo, una alegría que comparte con cientos de religiosas que “no son muy visibles pero que realizan un trabajo increíble al servicio de los más necesitados”.
También forma parte del equipo de profesores del curso global “Hacia una Iglesia constitutivamente sinodal”, que han organizado varias instituciones eclesiales del mundo, entre estos, el Centro de formación Cebitepal del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), que comenzará este 2 de marzo de 2024.
Compartirá en este curso su experiencia en “Prácticas de discernimiento comunitario” a partir de la mirada de la vida consagrada. Por ello, los interesados en participar podrán diligenciar su inscripción en este enlace https://formaciononline.bc.edu/es/courses/iglesiasinodal/
La hermana Becquart habló con ADN Celam sobre su rol como subsecretaria del sínodo y el protagonismo de las mujeres en la Iglesia. Sobre esto último ha comentado que “se requiere un cambio de mentalidad, un deseo real por parte de obispos y sacerdotes de confiar nuevas responsabilidades a las mujeres y abrir nuevos caminos para una mayor fecundidad de la misión”.
Primeros frutos
PREGUNTA.- Usted es uno de los ejemplos palpables de cómo el papa Francisco quiere dar protagonismo a las mujeres, ¿qué tal ha sido este camino como subsecretaria del Sínodo de los Obispos?
RESPUESTA.- “Nuestro papel en la Secretaría General del Sínodo es servir al proceso sinodal en curso y también promover la sinodalidad. Esto implicó la participación en los trabajos de preparación y animación del proceso en sus diferentes fases, incluyendo también numerosos viajes a las Iglesias locales, que son muy enriquecedores, amén de mi participación como miembro en la asamblea del sínodo de los Obispos en octubre. Mi gran alegría en esta misión, desde la apertura del Sínodo, es contemplar la obra del Espíritu Santo sobre el terreno en los diferentes continentes a través de este proceso sinodal sin precedentes, que ya está dando frutos en muchos sentidos”.
Un cambio de mentalidad
P.- Tras marcar un hito como la primera mujer en la historia de la Iglesia con derecho a voto en un sínodo de obispos, ¿qué falta para que más mujeres asuman responsabilidades de alto nivel no solo en la curia romana sino en las diócesis del mundo?
R.- “Al nombrar a varias mujeres responsables dentro de la curia romana, el Papa Francisco está haciendo gestos proféticos y abriendo puertas para involucrar aún más a las mujeres en el gobierno de la Iglesia, con la convicción de que siempre somos mejores, hombres y mujeres juntos, para discernir.
Por lo tanto, el desafío es que, en todos los niveles de la Iglesia, se pueda desarrollar el trabajo en equipo entre hombres y mujeres, ministros ordenados y laicos y consagrados. Esto requiere un cambio de mentalidad, un deseo real por parte de obispos y sacerdotes de confiar nuevas responsabilidades a las mujeres y abrir nuevos caminos para una mayor fecundidad de la misión.
Ya estamos viendo muchos experimentos nuevos muy interesantes. Por ejemplo, en Francia, de donde vengo, hoy todos los obispos tienen mujeres en su consejo episcopal. Y una decena de obispos nombraron, además de su vicario general, a una delegada general”.
Influencia de mujeres en la Iglesia
P.- Ha sido incluida este año en la lista Forbes de las mujeres con mayor influencia en el mundo, ¿cómo recibe esta nominación?
R.- “Fue una sorpresa, sobre todo porque el año pasado ya me habían incluido en su lista de 50 mayores de 50. Y, sobre todo, espero que este nombramiento, más allá de mí, ponga de relieve el papel tan importante de tantas hermanas religiosas sobre el terreno que no son muy visibles, pero que realizan un trabajo increíble al servicio de la sociedad y de la Iglesia, a menudo con los más pobres. Lo que me parece interesante es que una revista secular como Forbes pueda reconocer a través de esto la influencia de las mujeres de la Iglesia católica para trabajar por un futuro mejor junto a mujeres que invierten en las finanzas, la moda, las artes o, incluso, la ciencia. Esto también habla de expectativas sobre el papel de las religiones en relación con el lugar de las mujeres”.
A la vanguardia sinodal
P.- ¿Qué piensa del camino sinodal de la Iglesia en América Latina?
R.- “Cuando estudiaba en Boston College y realizaba mi investigación sobre la sinodalidad, tuve la oportunidad de trabajar mucho sobre la historia de la Iglesia en América Latina desde el Concilio y los escritos de teólogos latinoamericanos. Desde mi llegada a la Secretaría General del Sínodo he seguido con interés el despliegue de la dinámica sinodal en América Latina.
En muchos aspectos, a través de la larga experiencia del Celam, pero también de todo el proceso del Sínodo de la Amazonía, la Iglesia de América Latina está a la vanguardia de la sinodalidad y ha invertido energía en el proceso sinodal.
Al mismo tiempo veo también que la situación de la Iglesia es muy contrastante según los países y las realidades locales. El clericalismo todavía prevalece mucho en muchos lugares, pero observo entre muchos líderes eclesiales en América Latina un compromiso decidido con la transformación sinodal.
En cada cultura, como suelo decir, hay semillas y obstáculos a la sinodalidad. El énfasis puesto en la dimensión comunitaria o en la importancia de caminar con los más pobres de América Latina es un don a compartir que también ha irrigado el camino sinodal de la Iglesia universal”.
Una relectura teológica
P.- El tema del diaconado femenino sigue latente, de hecho, en la síntesis de la primera fase del sínodo se ha dicho que se someterá a “discernimiento”, ¿qué opinión tiene sobre este tema mirado desde la dignidad bautismal?
R.- “Responderé a esta pregunta adaptando esta cita del informe de la Síntesis de la asamblea de octubre: “Las iglesias de todo el mundo han hecho un llamado explícito a un mayor reconocimiento y aprecio de las contribuciones de las mujeres, así como a un aumento de las responsabilidades pastorales”.
De este modo, en todos los ámbitos de la vida y misión de la Iglesia: ¿Cómo puede incluir más mujeres en los roles y ministerios existentes para expresar mejor los carismas de cada persona y responder mejor a las necesidades pastorales? Si se necesitan nuevos ministerios, ¿a qué nivel y de qué manera?
Por ende, el desafío es continuar el discernimiento sobre las respuestas concretas que se deben dar a estas preguntas, releyendo también teológicamente las experiencias actuales, porque en muchos lugares las mujeres ya asumen importantes misiones eclesiales, particularmente en el campo de la diaconía”.
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