524 menores del pueblo indígena Awajún fueron abusados por sus maestros según confirmó el Ministerio de Educación de Perú. Cifra que revela la magnitud de una problemática que aqueja a la Amazonía y que se viene presentando durante los últimos 14 años, tiempo en el que solo se han destituido a 112 maestros por el delito de acceso carnal violento.
Del número total de sindicados 194 se libraron de cualquier sanción porque las denuncias prescribieron. 82 fueron absueltos de cualquier responsabilidad penal. 71 tienen indagaciones pendientes y a 61 se les impusieron procesos disciplinarios menores.
519 de estos maestros tenían un contrato temporal con el Estado peruano y 5 eran empleados estables, es decir eran profesores nombrados.
La vicegobernadora de Amazonas Leyda Rimarachín aseguró que los menores que fueron abusados sexualmente estarían entre los 7 y 16 años de edad.
Actitud negligente
Los informes aseguran que solo la quinta parte de las víctimas recibió atención por parte de las autoridades, lo que demuestra una acción deficiente desde lo penal y administrativo. Además de considerarse una clara violación de los derechos fundamentales de los niños que además de sufrir la pobreza y el abandono gubernamental, fueron vulnerados en su integridad; lo que ha generado estupor y dolor en la sociedad civil, motivando un pronunciamiento por parte de la Iglesia peruana.
«Pedimos al Gobierno y a la sociedad civil que en estos graves casos se cumpla con la obligación de dar protección a los niños y niñas, e invocamos al Ministerio Público y al Poder Judicial a que, en ejercicio de sus competencias y atribuciones constitucionales, indaguen la verdad, protejan a las víctimas y se sancione ejemplar y rápidamente a los responsables de estos hechos execrables», solicitaron los obispos del Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal peruana en una comunicación oficial este 22 de julio.
Los obispos peruanos lamentan que hayan pasado 8 años años después de que el Comité de los Derechos del Niño de la Organización de las Naciones Unidas, emitiera un informe con las observaciones finales que expresan su preocupación, ante la conducta reiterada de lo que aparece descrito como una constante «discriminación estructural que ocurre en nuestro país, contra los niños indígenas y afroperuanos que viven en zonas rurales y alejadas, en la pobreza y carencia de servicios básicos».
En este sentido la exigencia de la Iglesia es categórica: «llamamos al Estado y a la sociedad civil en su conjunto a actuar decididamente frente al abuso sexual de las niñas Awajún que refleja la no aplicación de las medidas de protección que el Estado peruano se comprometió y debe otorgar conforme a lo dispuesto en el artículo 19° de la Convención Internacional sobre los derechos del Niño».
Orar y reflexionar
Desde la perspectiva de los obispos peruanos las violaciones de niños y niñas de los pueblos Awajún y Wampis exigen una palabra que exprese su solidaridad con las víctimas y exija una actuación justa por parte de las autoridades. «Las graves noticias nos exigen como pastores del Pueblo de Dios, orar y reflexionar sobre esta dolorosa llaga que aflige a una población tan olvidada, hiriéndola en sus miembros más indefensos: los niños y las niñas».
Suceso que les lleva a traer a la memoria la reflexión hecha por el Papa Francisco durante el Encuentro de Protección de los menores en la Iglesia en febrero de 2019 y el que cuestionó: «¿Cuál es el significado existencial de este fenómeno criminal?», porque de acuerdo con el obispo de Roma «los abusos se presentan por causa del abuso de poder que se aprovecha de la condición de inferioridad de aquel que es indefenso o abusado o permite la manipulación de su conciencia por causa de su fragilidad psicológica y física».
Un dolor ante el cual se hizo cercano pensando en los menores que en cualquier lugar del mundo sufren los efectos de esta dolorosa situación. «Hago un sentido llamamiento a la lucha contra el abuso de menores en todos los ámbitos, tanto en el ámbito sexual como en otros, por parte de todas las autoridades y de todas las personas, porque se trata de crímenes abominables que hay que extirpar de la faz de la tierra: esto lo piden las numerosas víctimas escondidas en las familias y en los diversos ámbitos de nuestra sociedad», palabras del Papa que se ajustan al dolor de los niños peruanos por los cuales la Iglesia alza su voz para pedir justicia.
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