“No nos rendimos”, Monseñor Alberto Figueroa destaca la resiliencia de la Iglesia en Puerto Rico ante los desafíos pastorales y sociales

Como parte del Encuentro Regional de los países del Caribe organizado por el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), monseñor Alberto Figueroa Morales, obispo de la Diócesis de Arecibo, compartió su visión sobre la situación actual de la Iglesia en Puerto Rico, los principales desafíos pastorales y las esperanzas que siguen animando su labor evangelizadora.

Desafíos pastorales en Puerto Rico

Para monseñor Figueroa Morales, la delimitación regional del encuentro fue un gran acierto, pues permitió una interacción más cercana entre los participantes: “Me parece que ha sido un acierto extraordinario que se haya delimitado un poco más el lugar donde se hace, porque así nos conocemos, somos menos gente también y permite una dinámica de encuentro que me parece que es muy importante”.

Uno de los temas abordados por el obispo fue la migración en la sociedad y en la Iglesia puertorriqueña. Aunque se podría pensar que la relación con Estados Unidos facilitaría la estabilidad, la realidad es diferente: “En nuestro caso, la migración es aún más sencilla. La gente no tiene que, como ocurre en otros lugares, pasar por esta serie de tragedias de cruzar el mar, de entrar por selvas, compra un pasaje e irse, es prácticamente lo más fácil del mundo, pero eso ha causado un abandono y despoblamiento en muchos sectores, sobre todo en el sector de servicio, profesionales, etc.”

Este fenómeno ha afectado especialmente al sector de servicios y a los profesionales, acelerando el envejecimiento de la población y dificultando el acceso a servicios esenciales como la salud: “El envejecimiento de la población se acelera y el poder tener acceso a la salud también se dificulta. Entonces, eso para la Iglesia también es un desafío porque las comunidades parroquiales envejecen igualmente, el poder contar con ministros que sirvan a la Iglesia, seminaristas, se dificulta igualmente”.

La respuesta de la Iglesia ante la crisis migratoria y social

A pesar de las dificultades, la Iglesia en Puerto Rico ha buscado formas de responder a estos desafíos. En el ámbito migratorio, aunque las decisiones están fuera de su control, han alzado la voz ante las políticas restrictivas impuestas en Estados Unidos: “Los obispos levantamos nuestra voz para denunciar la manera tan dura en que se ha hecho eso sin consideración ninguna, en una muestra de un ‘show of force’, dicen en inglés, mostrar quién tiene la autoridad y el poder”.

“Muchas comunidades donde los migrantes, sobre todo de la República Dominicana, eran fundamentales para trabajo, para servicio, están ahora mismo desplazadas, no pueden ni siquiera salir por miedo”, lamentó el obispo, incluso por quienes están de manera legal en el país que temen por el maltrato que se esta ejerciendo.

En cuanto a la pastoral, la Iglesia ha seguido trabajando con las comunidades más vulnerables: “Seguimos en la catequesis, aunque los niños sean menos, seguimos atendiendo aquellas áreas de la pastoral, que entonces, se hacen más evidentes con los ancianos y los enfermos.”

“No nos rendimos”

A pesar de los retos, el obispo destacó la resiliencia del pueblo puertorriqueño. “La esperanza para nosotros radica precisamente en que somos un pueblo resiliente, que es una expresión que se utiliza mucho ahora. Hemos pasado por grandes dificultades, hemos tenido terremotos, hemos vivido la pandemia (…) entonces una de las cosas que queremos es mantener ese sentido de que no nos rendimos, seguimos trabajando, seguimos animando a la gente para que regrese”.

El desafío político también es un tema de interés para la Iglesia. Sobre el debate en torno al estatus de Puerto Rico —ya sea como estado, como país independiente o manteniendo la situación actual—, monseñor Figueroa Morales dijo que la Iglesia no toma partido en cuestiones políticas, pero sí busca fomentar el diálogo y el respeto.

“Evidentemente, la Iglesia no puede asumir una posición sobre opciones que son legítimas. (…) La Iglesia lo que trata es de iluminar sobre lo que nos parece que es más importante: el respeto mutuo, que las posturas se respeten y que, sobre todo en el momento en que vivimos, todos los políticos se dediquen a trabajar por la gente”

El camino sinodal y el Congreso Americano Misionero

En relación con el proceso sinodal impulsado por el Papa Francisco, el obispo señaló que en Puerto Rico han estado comprometidos desde la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe: “Nosotros, gracias a Dios, en Puerto Rico desde la Asamblea Eclesial que nos pidieron en América Latina, hemos estado haciendo el trabajo continuamente. Hemos tenido también la misma participación con respecto al Sínodo tratando de involucrar a las personas en esto”.

Sin embargo, reconoció que algunos procesos se ralentizaron debido a otros compromisos pastorales, como la preparación del Congreso Americano Misionero (CAM 6). “Nosotros prácticamente acabamos de concluir el CAM 6 y el CAM 6 tomó años de preparación y de recursos en un país como el nuestro que tiene recursos limitados, pero fue una experiencia maravillosa”.

El CAM 6, celebrado en la diócesis de Ponce, dejó una huella significativa en la Iglesia puertorriqueña. “No hubiese sido posible, aunque fue una diócesis, la diócesis de Ponce, la que hospedó, todas las diócesis estuvimos involucradas. Ahora mismo ellos están precisamente en ese proceso de llevar a efecto lo que fueron las intuiciones, las esperanzas que se suscitaron en el CAM 6”.

“Se tiene ahora una reunión que es el ‘Post CAM’, y parte importante del ‘Post CAM’ es volver a reflexionar sobre lo que se vivió, para que no nos quedemos en un evento estupendo, bonito, sino que llevemos, como dice el Papa, estas cosas a procesos que nos sigan ayudando”, señaló el obispo Figueroa. A tiempo de recordar que, a través de estos esfuerzos, la Iglesia en Puerto Rico sigue enfrentando los desafíos del presente con esperanza.