Bolivia se encuentra sumida en una profunda crisis económica y ambiental. Ante esta crisis, los obispos de Bolivia han alzado sus voces en sus homilías dominicales, ofreciendo palabras de reflexión y esperanza para el pueblo boliviano.
El aumento de precios en productos básicos como el arroz, la carne de res y el pollo ha golpeado duramente a la población, sumado a las largas filas en las estaciones de servicio en busca de gasolina y diésel. A esta crisis se añaden los devastadores incendios forestales que han consumido más de 10 millones de hectáreas, un récord histórico que afecta principalmente a la región de la Chiquitania.
No perder la esperanza de mejores días
El presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana, monseñor Aurelio Pesoa Ribera OFM, obispo del Vicariato Apostólico del Beni, hizo referencia a la crisis actual y mencionó que el aumento de precios en los alimentos de la canasta familiar, las filas largas en los surtidores y los incendios que no logran apagarse en el oriente boliviano son solo una parte de un problema más profundo, como es la desigualdad y el abuso de poder: “No había sido verdad que todos somos iguales ante la ley, eso es lo que vivimos estos días”.
“Pese a todo, no debemos perder la esperanza de mejores días”, dijo el obispo, instando a “aprender a vivir más sobriamente, buscando compartir con los necesitados, lo que es posible”.
Además, hizo un llamado a la reflexión personal, invitando a los fieles a solidarizarse con los más necesitados y “particularmente con aquellos que sufren, no solo las inclemencias del tiempo, sino las injusticias, el abandono, los abusos, la prepotencia”. También invitó a los creyentes a renunciar a lo innecesario como una forma de seguir a Jesús y hacer la vida más humana y serena.
Sabiduría para las autoridades
Por su parte, monseñor Luis Durán, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de La Paz, dijo que lo que hace falta hoy es “fraternidad, amor, caridad, solidaridad, comprensión, diálogo”, especialmente a las autoridades: “Pareciera que estamos así, es decir, que ya no nos importan los más necesitados, y tampoco los más pobres, lo que me interesa es mi propio porvenir, mi interés personal, poder económico y no me interesa lo demás”.
Pidió al Señor infunda sobre las autoridades sabiduría “para que puedan gobernar de una manera buena, atendiendo a los más necesitados, preocupándose por el bienestar humano, para que no nos falten los alimentos”.
A su vez, pidió a Dios que “todos podamos caminar en un solo cuerpo”, en Sinodalidad: “Caminar juntos como hermanos, como hijos e hijas de Dios, hacia el Reino de Dios”, sostuvo y rogó una vez más por los gobernantes, para que Dios les conceda sabiduría, comprensión y puedan dialogar como hermanos.
A pesar del difícil panorama, los obispos coincidieron en que la esperanza y la solidaridad deben prevalecer en tiempos de crisis.
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