La primera jornada del Simposio Teológico Internacional, que inició este miércoles 04 de septiembre en la ciudad de Quito, concluyó con la celebración eucarística, presidida por monseñor Andrés Carrascosa Coso, Nuncio Apostólico en Ecuador, quien se refirió al sacramento de la Eucaristía y la vivencia que los cristianos tienen de ella como testimonio en la sociedad.
Como antesala al Congreso Eucarístico Internacional, que se realizará en los próximos días en este país, la Iglesia inició a partir de este 4 y hasta el 7 de septiembre, el Simposio Teológico: “Fraternidad para sanar el mundo”. Un espacio académico que busca proponer caminos para restaurar la fraternidad en el contexto de un mundo herido, así como la relación de la fe cristiana con la realidad social.
La Eucaristía como un culto vacío
El prelado inició su homilía recordando la importancia del sacramento de la Eucaristía en la vida de todo cristiano y de lo que se experimenta si se vive en la plenitud de su celebración comunitaria. Pero frente a esto, advirtió, hay un choque enorme de distancia entre lo que el rito quiere expresar y lo que se vive en la realidad de la vida de cada persona.
“Esto nos sucede con todo lo que es ritual: el rito es la expresión de una vida, y si se pierde la “vida”, el rito se convierte en una expresión… de nada. A veces nuestras Eucaristías pueden ser expresión sublime de algo que no se corresponde con la realidad que vivimos”, aseveró.
En este sentido, expuso sobre lo que puede ser un culto vacío de contenido que no agrade a Dios, corriéndose el riesgo de que se presente en personas “oficialmente buenas”, que están en continuo con la Eucaristía, “una cierta «esquizofrenia» (doble la personalidad), entre fe y vida, entre culto y vida”.
La Eucaristía debe producir fraternidad
Adicional a esto, observó que como verdadero ‘sacramento de la unidad’, la Eucaristía debe producir también la fraternidad entre los hombres, la comunión entre los hermanos de Jesús y hermanos los unos a los otros.
Para el Nuncio Apostólico, ningún elemento de nuestra fe tiene tanto que ver con la paz, con la unidad, con la fraternidad como la Eucaristía. Así entonces dijo que “celebrar el Misterio Pascual: Muerte y Resurrección de Jesús, es celebrar en el rito una experiencia que podemos y debemos vivir en la vida cotidiana, estamos llamados a llevar a la sociedad porque ese amor nos hace hermanos y esa fraternidad nuestra tiene la capacidad de sanar en este mundo herido”.
Un llamado a la conversión
Al referirse al lema propuesto por el Papa Francisco para el Congreso “Fraternidad para sanar el mundo. Ustedes son todos hermanos (Mt 23,8)”, comentó que se trata de un llamado a sacar las consecuencias en nuestra vida personal, comunitaria y social de la maravilla que tenemos entre las manos todos los días, pero esto, advirtió, exige una conversión. “Uno descubre que debe cambiar su forma de pensar en todo aquello que no corresponde a la de Jesús. Porque si en la Eucaristía nos convertimos en Cristo, no es correcto que tengamos una manera de pensar que sea tan diferente a la suya”.
Y concluyó su reflexión, indicando que la humanidad no está en contacto directo con la Eucaristía, pero sí lo está a diario con los cristianos que se alimentan de ella. “Si vivimos con coherencia con nuestra fe y permitimos que se produzcan los efectos típicos de la Eucaristía, haremos que Cristo viva y se haga particularmente presente, a través de nosotros, en la sociedad. Debemos ser la Eucaristía de la sociedad”.
Fotos: Cortesía Congreso Eucarístico Internacional
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