Al seguir avanzando en su cuarto día la 40.ª Asamblea General del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), el obispo de Petrópolis, Monseñor Joel Portella Amado, obispo de Petrópolis, en Brasil, ofreció una interesante reflexión sobre la actualidad y los desafíos de las Conferencias Episcopales a la luz del proceso sinodal y la Constitución Praedicate Evangelium.
Su ponencia titulada: “Las Conferencias Episcopales frente al reto de conjugar sinodalidad, comunión y autonomía pastoral real”, tuvo un tono pastoral y con una interesante carga teológica. Durante su intervención, invitó a los obispos del continente a repensar las estructuras y dinámicas eclesiales desde la comunión, en un contexto global marcado por el individualismo, la fragmentación y la búsqueda de autonomía a toda costa.
La comunión como clave transversal
Si bien el prelado recordó que en las conferencias episcopales hay temas organizativos que atender, también destacó que el núcleo de la cuestión es pastoral y eclesiológico: cómo vivir una comunión efectiva en tiempos de creciente pluralidad. Frente a este tema, mencionó tres niveles fundamentales a tener presentes: entre los obispos y sus respectivas conferencias, entre las distintas conferencias episcopales del mundo, y entre estas y el ministerio petrino. El gran desafío observó es mantener la unidad en medio de la diversidad, y tener claro que ningún obispo ni Iglesia local está aislado en su tarea evangelizadora.
“La comunión no significa uniformidad, pero sí supone responsabilidad compartida y fidelidad a la misión de la Iglesia”, aseveró el obispo brasileño, a la vez que puso en evidencia ciertas actitudes episcopales individualistas que debilitan el testimonio colectivo. Además, recordó que el obispo tiene la última palabra, pero no la única, subrayando la importancia de procesos sinodales marcados por la escucha y la participación.
- Foto: ADN Celam
Desafíos regionales y misión compartida
Otro aspecto resaltado por Portella, tuvo que ver con la importancia de fortalecer la articulación entre las conferencias episcopales, especialmente en un continente marcado por contextos internacionales interconectados como es el caso de las migraciones, la pobreza estructural o la devastación ambiental. Frente a estos dramas, recordó que no se puede dar solo una respuesta nacional, sino que debe construirse comunión, desde una perspectiva teológica que valore el aporte de colegialidad e identidad compartida de una iglesia sinodal.
En este sentido, resaltó el papel que ha cumplido el Celam como espacio de comunión y coordinación pastoral para América Latina y el Caribe, llamado a fomentar la unidad en la diversidad y a articular respuestas desde la sinodalidad. Recordó que los desafíos de todos los continentes exigen una mentalidad relacional, abierta al diálogo y a la corresponsabilidad.
Entre autonomía local y universalidad eclesial
Asimismo, el líder religioso hizo alusión al ministerio de Pedro, destacando la necesidad de un sano equilibrio entre la autonomía de las Iglesias particulares y la comunión con la Iglesia universal. Para él, tanto la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium como el documento conclusivo del Sínodo complementan esta mirada: «las Conferencias Episcopales son legítimos espacios de discernimiento pastoral que deben ser escuchados y considerados en la toma de decisiones eclesiales, sin perder la referencia a la comunión universal», apuntó.
“La verdadera autonomía no es autorreferencial, sino relacional”, expuso, haciendo hincapié en que la fragmentación o el aislamiento empobrecen la misión evangelizadora. Mencionó que, una comunión vivida en estructuras concretas de diálogo y escucha mutua fortalece tanto la Iglesia local como la catolicidad de la Iglesia entera.
La comunión como antídoto contra la cultura del “yo absoluto”
Portella hizo la advertencia sobre los riesgos de una mentalidad excluyente que opone constantemente el “yo” al “otro”, incluso en la vida eclesial. Frente a esa lógica del “o tú o yo”, planteó una conversión de mentalidad hacia el “y”, es decir, hacia una lógica de inclusión, sinodalidad y comunión. “La Iglesia no puede testimoniar el Evangelio en clave individualista; está llamada a ser icono de la Trinidad”, afirmó con firmeza.
Tanto Praedicate Evangelium como el Sínodo, reclaman “una Iglesia que camine unida, que encarne procesos lentos pero sólidos, que sepa discernir en común y que traduzca en sus estructuras la experiencia viva de la comunión trinitaria”, aseguró. En estos tiempos de polarización y tensión por conflictos, insistió en que la comunión no es una “opción decorativa”, sino una necesidad urgente para el mundo y para la Iglesia misma.
- Foto: ADN Celam
Del aislamiento a la sinodalidad: desafíos de la misión episcopal
Tras este detallado análisis, monseñor Joel Portella procedió a enumerar algunos desafíos nacientes que exigen de los episcopados un serio y renovado debate que lleven a la comprensión y búsqueda de alternativas. Primero, la renovación de las territorialidades eclesiales, esto a causa de la globalización y la tecnología, desdibujan las fronteras diocesanas tradicionales. Indicó que esta realidad debe interpelar al modelo de obispo como autoridad exclusiva y exige estructuras de comunión y discernimiento conjunto, más allá del territorio local.
Un segundo desafío, habló del equilibrio que debe existir entre fe y culturas. Al respecto, el prelado subrayó que la inculturación del Evangelio debe ser siempre analítica y profética, valorando los elementos culturales que expresan el Reino de Dios e interpelando aquellos que lo contradicen. Aseguró que, los episcopados en diálogo con el ministerio petrino, tienen un papel importante que cumplir en este proceso, discerniendo desde la cercanía a las realidades locales y a la vez desde una perspectiva universal.
Portella insistió en que la relación entre centralización y descentralización debe comprenderse de manera dinámica a lo largo de la historia, no como oposición. En una sociedad diversa y compleja, mencionó que se hace necesario consolidar espacios locales con capacidad de respuesta contextual. Por lo que expuso el caso concreto sobre la Poligamia en África, donde los padres sinodales en su reflexión a partir de la escucha y el diálogo supieron comprender y entender la complejidad pastoral de esta nación.
Finalmente, destacó que el gran desafío transversal de las conferencias episcopales es construir la comunión. Frente a los riesgos del individualismo y el aislamiento, reafirmó el llamado del Papa Francisco a una Iglesia sinodal, fraterna y corresponsable. “No se trata solo de aplicar directrices —dijo—, sino de comprender profundamente por qué se nos proponen, y responder con fidelidad creativa a los signos de los tiempos”.
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