ADN Celam. Buscando impulsar una espiritualidad que ayude a dar seguimiento a la Primera Asamblea Eclesial de América Latina y El Caribe, el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño ha organizado dos retiros para esta semana, uno con obispos, los días 31 de mayo y 1 de junio, y otro con presbíteros, el 2 y 3 de junio, algo inédito, como recordaba el presbítero David Jasso en la abertura del retiro.
Espacio de comunión y reflexión
El secretario general adjunto del Celam leyó el mensaje del presidente, en el que agradecía la presencia en un retiro que quiere “ser un espacio de comunión y reflexión para cada uno de nosotros en torno al tema de la sinodalidad”, destacando la necesidad de estos espacios de oración. Mons. Miguel Cabrejos hizo ver que “hoy más que nunca, Latinoamérica y el Caribe necesitan pastores comprometidos con su pueblo”, pidiendo que el Espíritu Santo “nos conceda a cada uno de nosotros sus dones para que seamos pastores según el corazón de Dios”.
Un momento de lectio divina, dirigido por Gisella Intriago y el Hno. Jesús García, e inspirada en Aparecida y en los cambios que se viven en la sociedad actual, especialmente en América Latina y el Caribe, que provocan dolor, pero también generan esperanza, ha ayudado a los obispos a entrar en clima de retiro, queriendo que los signos de los tiempos sean iluminados por la Palabra de Dios.
Escuchar lo que el Espíritu ha dicho
A los prelados les ha orientado en su reflexión el Cardenal Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo Emérito de San Cristobal de las Casas, buscando, en palabras del purpurado mexicano, “escuchar lo que el Espíritu ha dicho a nuestra Iglesia latinoamericana y caribeña en la Asamblea Eclesial, y caminar hacia una conversión personal y pastoral”.
El Cardenal Arizmendi comenzó relatando los pormenores de la Asamblea Eclesial, donde él mismo participó, “una experiencia sinodal muy rica, que esperamos no sea un evento pasajero, sino un proceso, un estilo de comunión, de participación y misión eclesial”, recordando que “esta Asamblea Eclesial es fruto de una sugerencia del Papa Francisco”, ante el pedido por parte del Celam de una VI Conferencia General del Episcopado del continente, pues el contenido de Aparecida, en palabras del Santo Padre, “sigue siendo vigente”.
Una reflexión a partir de los desafíos de la Asamblea
A partir de lo vivido en la Asamblea, surgieron 41 desafíos, 12 de ellos prioritarios, orientándolos hacia acciones pastorales en seis dimensiones de la evangelización: kerigmática y misionera, profética y formativa, litúrgico-celebrativa, sinodal y participativa, socio transformadora y la dimensión ecológica, relató el cardenal. Desde ahí insistió en que “para que la voz de la Asamblea Eclesial no se quede en un evento pasajero, en un documento, en papeles y recuerdos, se requiere en todo el Pueblo Dios una espiritualidad, una mística. Es necesaria una conversión a la sinodalidad, a la comunión, a la participación y a la misión, en sintonía con el camino hacia el Sínodo de la Sinodalidad”.
El retiro fue conducido a partir de textos bíblicos y cuestionamientos a los participantes, partiendo de la pregunta: “¿Yo vivo mi servicio ministerial como un servidor, como un hermano?”, inspirada en el llamado a servir que Jesús hace a sus discípulos. Junto con ello, otras cuestiones: “¿Estoy abierto a escuchar lo que el Espíritu nos dice en su Pueblo, en la Asamblea Eclesial, en mi comunidad?” y “¿qué tanto estoy dispuesto a escuchar a los demás, antes de tomar decisiones?, ante las divergencias en la comunidad eclesial”.
Inspiración eclesiológica
También buscó una inspiración eclesiológica, en el Concilio Vaticano II, desde donde preguntó, siguiendo lo dicho en Gaudium et Spes: “¿Estoy abierto a lo que el Espíritu dice a la Iglesia en los signos de los tiempos, y procuro interpretarlos a la luz del Evangelio?”, y en Lumen Gentium: “¿Qué significa para mi espiritualidad y mi pastoral que existe una auténtica igualdad entre todos en cuanto a la dignidad y a la acción común a todos los fieles?”. También el Magisterio del Papa Francisco, en su invitación a participar de la Asamblea Eclesial cuando ésta fue presentada en enero de 2021, y en el Sínodo de la Sinodalidad, que debe llevar a preguntarse sobre la necesidad de dejarse educar por el Espíritu en una mentalidad verdaderamente sinodal, sobre si la vida de cada uno es habitualmente sinodal, si escucha al Pueblo de Dios, si vive con confianza y audacia la sinodalidad.
El purpurado mexicano profundizó en la primera de las dimensiones de la evangelización, la kerigmática y misionera, dejando las otras para el segundo día del retiro. A partir de la Palabra, comenzó preguntando: “Para ti, ¿quién es Jesucristo? ¿Amas a Jesucristo? ¿Amas y sirves a Jesucristo en los pobres y en los que sufren de nuestro Continente?”, un convite a identificar y revisar las estructuras pastorales caducas para la transmisión de la fe, para lo que el purpurado llamaba a preguntarse por la disposición para revisar estructuras caducas, por si los obispos acuden al Espíritu Santo para discernir sobre lo caduco, sobre si el amor por la Iglesia, su esposa, le lleva a quitarle manchas y arrugas.
Impulsar una Iglesia más cercana, abierta, sensible y comprometida
Un convite a impulsar una Iglesia más cercana, abierta, sensible y comprometida con los problemas de nuestros pueblos, a ser casa de acogida, que integra las diversidades, a tener actitudes samaritanas, a ser misericordiosos, a usar las nuevas tecnologías en la evangelización, a ser creativos para evangelizar los nuevos areópagos, a buscar una buena relación con los no católicos, con las familias, también con las nuevas realidades de la familia, a acompañar a todos con el estilo de Jesús.
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Tras la exposición del cardenal, los obispos participantes compartieron algunas reflexiones desde sus experiencias personales y de las iglesias y realidades que acompañan. Una vida del día a día de donde brota una espiritualidad que ayuda a ver de ese modo los desafíos de la Asamblea Eclesial, algo también inspirado en Aparecida, mostrando que es el Espíritu el que ilumina el camino de la Iglesia y de los pueblos. Un llamado a superar estructuras caducas, tan presentes en la Iglesia, a ser una Iglesia profética ante problemas comunes presentes en los pueblos, que afectan sobre todo a los más pobres, a estar con la gente, para ser una Iglesia cercana y compasiva.
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