En un momento crítico para la sociedad ecuatoriana, los obispos de este país, reunidos en Baños de Agua Santa, concluyeron su 156.ª Asamblea Plenaria emitiendo un comunicado dirigido al Pueblo de Dios. Aseguran que “la fe nos da la fuerza para superar el sufrimiento” y reafirman su compromiso de acompañar a todos los ecuatorianos como “Misioneros de Esperanza”.
Este mensaje, presentado por monseñor Luis Cabrera Herrera OFM, Arzobispo de Guayaquil y presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana (CEE), este 15 de noviembre, aborda la profunda crisis que atraviesa Ecuador y llama a la esperanza y la acción solidaria: “Nuestro país, atraviesa una de sus mayores crisis sociales, políticas y económicas, que nos impacta a todos y que provoca que la vida diaria se altere y que el curso normal de la sociedad se vea afectado”.
En el comunicado, los obispos reconocen el impacto de una de las peores crisis en la historia reciente del país, marcada por un incremento de la violencia, una crisis energética que ha intensificado la pobreza y un deterioro del medio ambiente con consecuencias catastróficas.
La fe nos da la fuerza para superar el sufrimiento
Ante esta situación, las autoridades eclesiales reconocen: “No podemos ceder a la tentación del fatalismo o la desesperanza”, y recuerdan la luz de la Palabra de Dios: “La fe nos invita a ver siempre más allá y a pensar que lo imposible es siempre posible”. “La fe nos da el consuelo y la certeza de que no estamos solos. La fe enciende una luz de esperanza en medio de la oscuridad de la violencia. La fe nos da la fuerza para superar el sufrimiento, para hacer frente a las adversidades y tener la convicción que Dios no abandona a sus hijos”, señala el texto, invitando a la población a mantener viva la esperanza.
El mensaje acentúa la importancia de trabajar por un Ecuador mejor y no permitir que la desesperanza eclipse los esfuerzos por un futuro más luminoso: “La promesa de “un cielo y una tierra nuevos” (Ap 21,1) nos moviliza. No dejemos de trabajar por un Ecuador mejor. Que la opacidad de futuro no nos robe la esperanza. Que la oscuridad de algunos proyectos políticos no nos haga olvidar que la luz de Cristo habita en el corazón de todo hombre y mujer que se esfuerza por un mundo mejor”.
Los obispos recalcan que, aunque imperfecta, la democracia sigue siendo el mejor camino para lograr justicia, paz y equidad. Hacen un llamado a la clase política a presentar propuestas viables, libres de retórica y enfrentamientos, y a respetar el orden constitucional: “La democracia en efecto, busca garantizar el respeto al que piensa diferente, la apertura al diálogo con otros, la defensa de la institucionalidad, la alternabilidad en la conducción del estado, la igualdad de condiciones para la participación en los procesos electorales y, sobre todo, la humildad para reconocer que nadie lo sabe todo y que nos necesitamos los unos a los otros”.
Un corazón noble
“No venceremos la violencia del narcotráfico, la delincuencia organizada, las redes de corrupción, si no somos capaces de buscar la unión y no la división”, remarca el mensaje de los obispos, que pide cuidar a los más frágiles y vulnerables, y buscar favorecer toda iniciativa de desarrollo, de redistribuir la riqueza para todos.
También recuerdan que para que esto sea posible se precisa de valentía que viene de un corazón noble: “Es tarea de las autoridades, los empresarios y el conjunto de la sociedad, cuidar de los pobres de este país, que soportan el mayor peso de la crisis y que viven en este momento sin luz, sin paz, sin trabajo”.
El comunicado también reafirma el compromiso de la Iglesia de crear espacios seguros para menores y personas vulnerables y de colaborar con las autoridades para que los agresores sean juzgados conforme a los procesos civiles y canónicos.
La inmensa capacidad de la resiliencia
“Desde este hermoso lugar de nuestro país, reconocemos la inmensa capacidad de resiliencia que nos habita como ecuatorianos. Resiliencia a la que la Iglesia contribuye de manera decisiva en todos los campos del quehacer nacional, como son la educación y la salud en los medios populares, la defensa del medio ambiente, el acompañamiento humano y espiritual para sanar tantas heridas personales y sociales”, aseguran los obispos.
Al mismo tiempo, hacen a “la denuncia frente al abuso de poder y a la manipulación de la ley, el llamamiento permanente al diálogo de todos los actores sociales y políticos, como único camino para vencer la pobreza, la corrupción, la improvisación y la pérdida de sueños e ideales”.
“Una vez más, en el campo específico de nuestra misión pastoral, reconociendo nuestros límites, confiando en la presencia de Dios, en medio de nuestro pueblo, reiteramos nuestro compromiso para estar cerca de todos y cada uno de ustedes siendo “Misioneros de Esperanza” y compartiendo la única riqueza que tenemos, a Jesucristo, el Señor”.
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