Tras la muerte del expresidente uruguayo José “Pepe” Mujica, ocurrida el pasado 13 de mayo en Montevideo, el Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal del Uruguay presentó un mensaje donde expresa su cercanía y pesar por el sensible fallecimiento del exmandatario.
Mujica, de 89 años, atravesaba un delicado estado de salud a causa de un cáncer de esófago que había avanzado hacia otros órganos, situación que él mismo comunicó públicamente al optar por no continuar con tratamientos médicos.
En este momento de duelo nacional, la Iglesia católica extiende sus condolencias a su esposa, Lucía Topolansky, y a sus seres queridos, al tiempo que recuerda con gratitud su participación en diversas convocatorias promovidas por la Iglesia, entre ellas su presencia, junto a su esposa, en la ceremonia de beatificación de Jacinto Vera, el primer obispo del Uruguay.
Respeto mutuo más allá de la fe
Declarándose siempre como no creyente, la Iglesia reconoció que Mujica en distintas ocasiones mostró respeto y valoración frente a lo religioso, reconociendo su dimensión humana, espiritual y social . Su trayectoria pública, marcada por la austeridad, la coherencia de vida y el compromiso con los más humildes, deja una huella profunda en la historia del país.
«Descanse en paz», concluye el mensaje firmado por monseñor Milton Tróccoli, obispo de Maldonado-Punta del Este-Minas y presidente de la Conferencia Episcopal del Uruguay; el cardenal Daniel Sturla, arzobispo de Montevideo y vicepresidente; y monseñor Heriberto Bodeant, obispo de Canelones y secretario general.
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