En ADN Celam venimos publicando las reflexiones de quienes, desde sus especializaciones y miradas eclesiales, pueden sumar a la mejor comprensión y aprehensión del Informe de Síntesis “Una Iglesia sinodal en misión” producido en la instancia de Octubre de 2023 del Sínodo de la Sinodalidad 2021-2024.
En esta oportunidad convocamos al sacerdote argentino José Luis “Cote” Quijano* —lleva toda una vida dedicado a la Catequesis y es referente cabal de esta temática en todo el continente, además de ser colaborador permanente del Celam desde hace muchos años— para que desde su expertisse nos adentremos en el Punto 3 de la Parte I (Entrar en una comunión de fe: la iniciación cristiana). Le preguntamos:
Entre las “cuestiones a afrontar” señaladas en el Punto 3 del Informe aparecen tres instancias muy importantes para la vida del cristiano en su discernimiento: la comprensión cabal de bautismo y la confirmación, y las implicancias del sensus fidei. ¿Quisiera ampliar estos conceptos, entrar en cada uno tocando con sinodalidad, con lo que eso conlleva de cambios o reformas o inclusión de nuevas maneras o recuperación de algunas olvidadas?
El Informe de Síntesis de la Primera Sesión del Sínodo nos introduce en el tema a partir de este título “Entrar en una comunidad de fe: la iniciación cristiana” y nos presenta diversas cuestiones a afrontar. Las abordamos a continuación y lo hacemos desde una perspectiva el fruto del discernimiento sinodal como valor y la provisionalidad del dinamismo inacabado en una Iglesia peregrinante y en permanente renovación por la acción del Espíritu.
El significado y la práctica del Bautismo y de la Confirmación están profundamente entrelazados con la experiencia de la iniciación cristiana en su integralidad. De hecho, hace ya muchos años el discurso teológico pastoral opta por referirse a la iniciación cristiana como un gran sacramento. “Somos bautizados y confirmados en orden a la Eucaristía” (Sacramentum Caritatis 17). Esta expresión de Benedicto XVI ayuda precisamente a percibir la Eucaristía como la culminación de la iniciación cristiana, ya que la Eucaristía es la presentificación del acontecimiento pascual y, en consecuencia, la configuración plena con dicho misterio, comenzado con el Bautismo y perfeccionado con la Confirmación. Con estas afirmaciones me propongo subrayar la unidad de los sacramentos de iniciación, sin hacer alusión alguna a la cuestión del orden de los mismos. Los fieles, renacidos en el Bautismo, se fortalecen con la Confirmación, y son alimentados en la Eucaristía. La afirmación de que ninguno de estos sacramentos puede ser comprendido de modo aislado, fuera de la lógica de la iniciación cristiana, destaca la importancia de entenderlo dentro del contexto más amplio de la Iniciación a la Vida Cristiana (IVC).
Sinodalidad e Iniciación a la Vida Cristiana
“Nos detenemos aquí en algunas cuestiones que subrayan el carácter sinodal que descubrimos en esta comprensión del Bautismo y de la Confirmación en el proceso de iniciación a la vida cristiana. Una vez más nos hallamos ante el obrar de Dios, ante el protagonismo del Espíritu que transforma la vida de las personas, acompañándonos hacia la conversión y la comunión con Cristo. Como se desprende fácilmente de los rasgos de la IVC, no se trata de un proceso en solitario sino de un camino profundamente comunitario, donde hay acompañados y acompañantes, todos caminando juntos como discípulos del mismo Maestro. Justamente, por la naturaleza comunitaria/sinodal de este proceso las diversas áreas pastorales están implicadas en él. No se trata de una cuestión que atañe sólo a la liturgia o sólo a la catequesis. Podemos hablar con toda propiedad del carácter iniciático de toda la pastoral. Dicho de otro modo, hay acciones conjuntas que pueden realizarse en el ámbito misionero/catecumenal desde las diferentes pastorales. La Iniciación a la Vida Cristiana tiene que interesar a toda la comunidad, no sólo a los catequistas”, explica el padre Cote.
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Sensus fidei y discipulado
Continúa respondiendo el padre Quijano: “El sensus fidei es el sentido de la fe que tienen los fieles para ir entendiendo y discerniendo los aspectos de la vida de fe en la Iglesia, de manera sobre natural, con la asistencia del Espíritu Santo. Es como un ‘olfato espiritual’, un ‘instinto’, incluso pre-reflexivo, que nos permite distinguir qué está conforme al evangelio de aquello que no lo está. Francisco afirma tener una certeza dogmática: ‘Dios está en la vida de toda persona’”.
Ante las “semillas de Jesucristo” que se advierten en las diversas culturas y religiones, “esto constituye un serio desafío para la Iglesia Católica en su misión de dialogar y proponer a todos los hombres y mujeres la Revelación completa del Padre, por Jesucristo, en la unidad del Espíritu Santo”. Y, ante la crisis epocal, “Dios está presente en la cultura”.
“Esta búsqueda recíproca de Dios y el hombre nos convoca a un acto de caridad: la evangelización y, en ese proceso, la catequesis. Porque somos una Iglesia servidora y samaritana anunciamos la Buena Noticia por caridad. Porque ensanchamos el espacio de nuestras tiendas, abrimos las puertas de nuestros templos, recorremos las esquinas de la pastoral urbana, recorremos los caminos digitales y buscamos todo espacio posible para que nadie quede afuera del Anuncio. Porque cada vez que resuena el Kerigma, por primera vez, en el corazón de alguien puede nacer la oportunidad de recorrer con él/ella un camino de discipulado”, dice el padre Cote contagiando entusiasmo al buscar las palabras justas.
No todo en el fuego es claridad, sino también leña bruta, y ceniza, y humo
“Indudablemente, las etapas recorridas hasta el momento en el Sínodo de la Sinodalidad han venido a traernos la claridad del fuego en muchos aspectos. También están la leña, la ceniza y el humo que no nos dejan completar la mirada. Por eso, al comienzo de la reflexión, señalamos aquella tensión entre el valor y la provisionalidad del dinamismo sinodal. Seguimos caminando juntos y a modo de ejemplo quiero dejar aquí algunos retos y certezas. Será interesante volver a leerlos cuando hayamos avanzado más en nuestro camino”, afirma Quijano y enumera los retos:
- El reto de la comunidad. Proponemos una catequesis constante dirigida a las comunidades, con enfoque en la proclamación de la fe pascual. Romper con las prácticas tradicionales y ampliar el alcance de la catequesis a toda la comunidad es un cambio significativo. Este enfoque busca superar la limitación de dirigirse sólo a niños y adolescentes y avanzar hacia una catequesis que abarque a toda la comunidad.
- El reto de la diversidad. Abogamos por una catequesis diversificada, que brinde múltiples rutas para el crecimiento en la fe. Esta propuesta está íntimamente ligada a la primera, ya que la catequesis comunitaria fomenta la aparición de enfoques específicos y variados, enriqueciendo a su vez la catequesis de la comunidad en su conjunto. En sociedades cada vez más diversas, con diferentes religiones y creencias, puede ser un reto para la catequesis abordar adecuadamente las diferentes perspectivas y comprender la pluralidad religiosa. La diversidad de identidades y orientaciones sexuales requiere una catequesis que sea inclusiva y respetuosa de todas las personas.
- El reto de la cultura digital. La catequesis está convocada a aprovechar esta oportunidad para comunicar el Evangelio a través de nuevos lenguajes y medios, facilitando la interacción, la participación y la formación de comunidades digitales. Al mismo tiempo, ha de abordar críticamente los riesgos asociados con esta cultura, como el relativismo y el aislamiento.
- Los retos del individualismo y de la secularización. En muchos lugares, la sociedad se ha vuelto cada vez más secular, lo que puede llevar a una disminución en la participación en la catequesis y una menor comprensión o interés en los valores religiosos. Los cambios culturales pueden generar confusiones o contradicciones entre las enseñanzas religiosas tradicionales y las normas sociales actuales, lo que puede afectar la percepción y aceptación de la catequesis. El individualismo extremo puede hacer que algunas personas se centren en sus propias necesidades y deseos en lugar de buscar una comunidad religiosa o participar en la catequesis.
*El padre Cote forma parte del clero de San Isidro (S.I.), Argentina. Estudió en la Universidad Católica Argentina e hizo lo propio con Teología y Filosofía en el Seminario San Agustín del Obispado de S.I. Es párroco de la Inmaculada de la localidad bonaerense de Tigre desde el 3 de abril del 2016.
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