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Padre Cristóbal Fones SJ: “Apadrina a un sinodal”, una forma de asumir la corresponsabilidad en la misión, abiertos a rezar por y con otros

La Red Mundial de Oración del Papa invita a rezar por los padres y madres sinodales. ¿Cómo? Desde Roma, lo cuenta el sacerdote jesuita chileno Cristóbal Fones a quien conocemos por su poesía y música exquisitas que motorizan corazones en la fe y, ahora,  por su compromiso con la Oración global que impulsa el Papa Francisco.

 

Pregunta: En el marco de las actividades del sínodo, la Red Mundial de Oración del Papa nos hace una invitación. ¿En qué consiste esta campaña? 

Respuesta: Como Red Mundial de Oración del Papa estamos tratando de ayudar desde todos los rincones del mundo, primero a conectar con esta invitación que hace el Papa Francisco a cultivar en nosotros una conversión hacia una Iglesia más sinodal, no porque haya que cambiar la Iglesia, sino porque se nos invita a hacer cada vez más propiamente lo que somos, invitados a hacer una familia donde todos, todos y todos tenemos un lugar y lo hacemos de diversas maneras.

Una campaña permanente durante todo el mes ha consistido, a través del video del Papa, de dar a conocer esta intención por una Iglesia más sinodal, por una misión compartida.

Luego, a través de la aplicación “Click to pray” (“Click para rezar”) que tiene una versión web y una de celular, también cada día se propone una oración para la mañana, el mediodía y en la noche relacionada con esta intención del mes de una misión compartida entre todos y todas.

Por último, hay una tercera campaña que ha buscado acompañar de una manera más personalizada a los padres y madres que están reunidas aquí en el sínodo: “Apadrina a un sinodal”. Es muy fácil: se inscriben a través de esta página web —https://oremusprosynodo.org/es/site/index—, dan su correo electrónico, les llega el nombre de uno de los participantes de esta asamblea por quien poder orar cada día a través de un material que además les vamos a hacer llegar cotidianamente.

Son distintas maneras de aproximarnos a una misma realidad que no empieza ni termina con este sínodo que, por lo demás, es un sínodo que ya lleva más de tres años. Es una invitación para ser Iglesia de una manera diferente, más activa y participativa, donde todos podemos asumir nuestra corresponsabilidad en la misión.

 

 

P: ¿Cómo fue la recepción de esa invitación al padrinazgo y madrinazgo?

R: La invitación a orar fue muy receptiva. La campaña “Apadrina un sinodal” ha sido un éxito. Hoy día cada padre o madre sinodal tiene al menos cuatro o cinco personas en el mundo orando por ellos. Ojalá fueran 30, 50, 200… Así que todos los que nos leen están más que invitados a ser parte de esta campaña.

Pero, además, nosotros podemos comprobar por las reproducciones a las que tenemos acceso en el metadata la cantidad de personas que día a día están ofreciendo en los colegios, en la casa misma, en el negocio, en la calle, ofreciendo lo que vivimos pero con una intención común: que podamos ser una Iglesia que se corresponsabiliza, todos los bautizados y bautizados en una misión compartida.

Yo estoy muy contento porque, desde el punto de vista de la oración, hay una gran recepción y cuando uno ora por lo que le importa, uno le pide a Dios por las cosas que se llevan en el corazón, cuando uno ora por alguien es porque ese alguien se ha transformado en alguien significativo para mí, le dedica tiempo, se acuerda esa persona y, de alguna manera también empieza una transformación interior en torno a esa intención.

Les invito a sumar más personas a esta campaña porque va transformando no solamente la realidad de los que están ahí reunidos sostenidos por nuestra oración, sino también nuestra propia realidad, nos va movilizando y conectando hacia una Iglesia más participativa.

 

¿Te doy, me das?

P: En el sentido profundo de la oración, ¿cómo es eso de sostener espiritualmente, en qué consiste y cómo entenderlo?

R: La oración no es un intercambio comercial con Dios, no es que yo le pido cosas y Él me da otra. Le doy oraciones y Él me da bendiciones: no funciona así. Esta es una relación de amistad profunda en el orar. Nosotros nos abrimos a Dios y a su voluntad cualquiera sea ella, que vamos descubriendo justamente al conocer lo que nos pasa interiormente, al leer los signos de los tiempos.

Pero en la oración de intercesión en particular —que es la que hacemos cuando oramos por otras personas— se produce algo hermoso. Además de esa insistencia en que Dios nos acompañe, nos ayuda a percibir su compañía. También en nosotros cómo nos vamos abriendo nuevas realidades. Por eso orar por otros y con otros es tan importante.

Aquí no se trata de cada uno salvándose el pellejo recurriendo a una divinidad abstracta como si Él ya no estuviese enteramente comprometido con nosotros y nuestra historia. Dios nos ha mostrado en Jesús que lo que más quiere es que tú y yo y todos nosotros podamos vivir la fraternidad, una vida buena pero, en la medida en que nosotros nos abrimos a esa intención, vamos orando por ella, nuestro propio corazón se hace disponible para colaborar con Dios en esa misión.

Yo le puedo decir a Dios “arregla los problemas de mi familia”, pero si yo no colaboro y no me hago parte de eso entonces Dios queda también un poco limitado en esa acción. Todos y todas debemos movilizarnos, por ejemplo, estamos orando intensamente por la paz, por la paz en Medio Oriente donde se ha hecho crítico por más de un año, ya miles, de miles, de miles de muertos.

 

“Que podamos transformar las armas de la guerra en las armas del amor, de la comprensión. Pero eso no pasa solo por pedirle a Dios que lo haga, lo hace a través de nosotros, de ustedes y de mí. Por eso orar por esa intención también a nosotros nos moviliza en favor de esas intenciones, nos va transformando y nos va comprometiendo.” (P. Cristóbal Fones SJ)

 

Preguntas tan sencillas, en este caso respecto del sínodo: ¿cómo puedo hacer que mi familia sea más sinodal, cómo puedo participar yo en mi comunidad cristiana de una manera en que se note no solamente que exijo cosas para mí, que se oiga mi voz, sino también yo escuchar las otras voces, yo acoger las otras necesidades, yo poner mi esfuerzo para contribuir al bien común?

De eso se trata la oración: no está separada de la vida, no van en paralelo. No pedimos a Dios que nos solucione los problemas, le pedimos que nos ayude a entender cómo podemos colaborar en su propia misión de salvación.

 

 

No al individualismo

P: La Red Mundial de Oración del Papa ha tenido algunas transformaciones. ¿Cuáles son los objetivos y  la experiencia que se ha logrado?  

P: Agradezco mucho la pregunta porque para mí esto ha sido una sorpresa. A mí el padre general de los jesuitas me pidió el año pasado si podía venir a sumarme a esto y yo dije ¿qué es esto? No lo conocía y ahora que estoy aquí he aprendido tanto de cómo la solidaridad se concreta en grupos tan reales desde Ruanda hasta Timor del Este, desde Japón hasta Estados Unidos, desde Argentina hasta Brasil y así suma y sigue. En Angola, en Madagascar hay personas concretas, reales, una red de personas que se reúnen para orar o que lo hacen a través de nuestros medios digitales en comunión por la misma intención.

¿Cuáles son esas intenciones que el Papa nos ofrece cada mes? Son desafíos de la humanidad y de la misión de la Iglesia, necesidades concretas. Por ejemplo, recordarán que este año en marzo estuvimos orando por el respeto a la dignidad de las mujeres. En cada continente esa realidad tiene bajadas diferentes porque las luchas son diversas según el contexto cultural pero en todo el mundo estábamos unidos, buscando las maneras de respetar mejor el derecho de cada mujer, cada niña, cada mujer adulta, cada mujer adulta mayor y así cada mes una intención particular.

Esto es muy importante porque primero nos recuerda que somos Iglesia, que somos comunidad. No es cada uno por su lado buscando tener una vida más fácil sino juntos como pueblo de Dios tratando de colaborar en la misión de Jesús y esta fraternidad. Y segundo…

 

“…es una oportunidad enorme para reconectarnos porque hoy día la gran amenaza de nuestro mundo es el individualismo.” (P. Cristóbal Fones SJ)

 

Es decir, aunque sea con buenas intenciones “yo me preocupo de los míos” pero nuestro corazón se va estrechando. Aquí la idea, a través de esta Red Mundial, es que nuestro corazón se vaya ensanchando, no estrechando. Ese es un desafío muy grande. Son más de 92 países que tienen una oficina nacional donde existen grupos animando a los grupos de oración, algunos son grupos del Apostolado la Oración, en otros países existe el Movimiento Eucarístico Juvenil —nuestra rama joven— pero también hay grupos de otras espiritualidades, otros grupos que forman parte participan de la Red de Oración del Papa haciendo suyas las intenciones mensuales. Normalmente lo hacen a través de una adoración eucarística o de juntarse el primer viernes de cada mes para orar por estas intenciones o a través de nuestros medios digitales “Clic to pray”, el video del Papa, promoviéndolo, dándolo a conocer. Hay muchas maneras de participar de esta Red que es una cosa abierta, no es un grupo cerrado, es algo que viene como una encomienda particular del Santo Padre para todos los fieles creyentes bautizados y bautizadas, pero también los no creyentes porque, al ser desafíos de la humanidad, nos implican a todos.

 

Testimoniando desde Corea de Sur

 P: Desde lo personal de que forma la oración le ha permitido fortalecer su opción de vida? Lo hemos conocido como músico, ayudando a muchos a conectarse con Dios a través de la música y ahora en la Red Mundial de Oración del Papa…

R: Hace apenas algunos meses que estoy en Roma, primero tratando de aprender el italiano, luego de aprender el lenguaje vaticano. Yo vengo de una vida muy misionera en el sur de Chile y por algunos lugares de América Latina, eso es lo que traigo también a esta misión.

Sí puedo contarles, por ejemplo, una experiencia particular que viví hace algunos meses: tuve la oportunidad de conocer de las comunidades de la Red en Corea del Sur. Obviamente que jamás voy a aprender coreano, o sea, se imaginarán ustedes, pude comunicarme apenas en inglés con quienes me recibieron pero fue muy linda la conexión especialmente con los más jóvenes que eran los que hablaron un poco más de inglés.

Pude comprender que de lugares tan distantes, tan diversos, nos sentíamos tan hermanos y esto lo provoca la fe, nuestra amistad común con Jesús. Es un milagro realmente que estemos orando juntos por la misma intención desde lugares tan diversos. Eso a mí me marcó porque me sentí muy cercano a ellos en la intención y en la experiencia de Jesucristo, aun sabiendo que nuestra distancia es enorme.

Estando ahí el director nacional de la Red de Oración del Papa me llevó a visitar el monasterio de las Hermanas Visitadinas que recibieron en el siglo XVII las apariciones del Corazón de Jesús a Santa Margarita María Alacoque. Fundaron ese monasterio con algunas religiosas colombianas y con otras coreanas. Esto me impactó muchísimo.

Celebramos la Eucaristía en español, un poco en inglés y en esa diversidad y en esa mezcolanza sentí una consolación muy profunda: Dios está con nosotros siempre y en todo lugar. Ojalá este sea el mensaje más importante que podamos dar a través de todas las obras que realiza el Vaticano. El Señor está siempre con nosotros y en todo lugar, Él es el Emanuel, Él es la presencia viva del Dios viviente en las comunidades de nuestro país, de nuestro contexto, de nuestro barrio, en nuestras propias vidas, en nuestras familias y a ese Señor ofrecemos la vida todos los días tratando de colaborar con su misión de compasión. Yo me siento feliz de ser parte de esta gran familia. Ha sido un descubrimiento muy grande que ha ensanchado mi mirada de la Iglesia.

 

“La oración es mucho más que pedir cosas. La oración es hacernos disponibles para participar de una misión compartida y eso tiene todo que ver también con lo que se está conversando estos días en el sínodo.” (P. Cristóbal Fones SJ)

 

El Papa Francisco te invita a rezar por el sínodo. ¡Mira!

 




 

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