Un nuevo ejercicio de sinodalidad ha sido el encuentro del Papa Francisco con universitarios africanos, repitiendo así el realizado el 24 de febrero con universitarios de toda América. Encuentros con los que la Pontificia Comisión para América Latina, a través de su secretaria Emilce Cuda, responde a uno de sus cometidos fundamentales, construir puentes, entre el Norte y el Sur, pero también entre los diferentes sures, entre las diversas periferias. Un encuentro en el que también hay que destacar la importante colaboración de la Secretaría del Sínodo, especialmente del departamento de comunicación en la persona de Thierry Bonaventura.
Mejorar el diálogo entre generaciones
Precisamente desde la Secretaría del Sínodo, el cardenal Grech en su intervención previa a la conversación, dijo que ésta era una oportunidad para departir con el Papa Francisco, alguien que “tiene mucho que compartir con nosotros, sobre todo su experiencia espiritual, su intimidad con Jesús, con la plenitud de la vida, de la alegría y del ser que es Jesús”. Desde ahí, el secretario del Sínodo invitó a los jóvenes africanos a disfrutar de un encuentro con un hombre de 86 años, animándolos a dejarse inspirar para poder implicarse más con las personas mayores, para compartir con éstas la sabiduría de la vida. Algo que quiere llevar a cabo el Sínodo de la Iglesia, donde “todos caminamos juntos, jóvenes y adultos”, lo que el purpurado ve como instrumento para mejorar ese diálogo entre las generaciones.
Los universitarios africanos, como dijo en su nombre Marie Sophie de la Universidad Católica del Congo-Kinshasa, afirmaron que “es un placer poder acogerle entre nosotros”, en un encuentro en el que “el Evangelio se hace realidad”. Para los jóvenes africanos el Papa los acompaña cada día con el calor de su sonrisa y su palabra, acogiéndole “para alimentarnos con su presencia y con su consejo”.
Un encuentro para abrir puentes que nos acerquen
El Papa Francisco ha agradecido las palabras de los estudiantes, “unas palabras que invitan a acercarse, porque este encuentro es para abrir puentes, puentes que nos acerquen, que nos unan, que nos hagan escuchar unos a otros”, algo que hizo ver que no es fácil. El Santo Padre destacó la importancia de hablar con los jóvenes, que no son la novedad, sino “el paso adelante, los frutos de las raíces”, llamando a los jóvenes a estar unidos a las raíces, pero sin quedarse en ellas, para no ser momias, y sí crecer dando frutos.
Jóvenes con historia, insistió el Santo Padre, algo presente en ellos y en sus pueblos, llamando a “aprender a respetar la historia y hacerla caminar”, recordando que “la historia no siempre es un cuento de hadas, la historia a veces es muy dura, hay pueblos que han crecido, han hecho su historia con sangre”, inclusive los pueblos a los que pertenecen los estudiantes presentes en el encuentro, a quienes llamó a hacerse cargo de la historia de sus pueblos, pues “ninguno de nosotros nació como un hongo, venimos de una historia”.
Hacernos cargo de la historia
El paso para la madurez, insistió el Papa Francisco, está “en hacernos cargo de la historia, la historia buena y la historia no tan buena”. En ese sentido, dijo a los jóvenes que “ustedes saben lo que es historia dura, saben lo que es explotación, saben lo que es esclavitudes, saben lo que es decir que África es para exprimirla y no para dejarla crecer”. El Papa ha querido con sus palabras “hacer un aprecio de la cultura de ustedes y de la historia de ustedes”, queriendo hacer un Ubuntu entre ellos, una experiencia de salvación comunitaria.
En palabras del Papa Francisco, África siempre recibió misioneros y explotadores, presentes inclusive después de la independencia de los países. Ante eso, insistió a los estudiantes africanos en que “ustedes son señores de ustedes mismos, háganse cargo de ese señorío, ustedes son misioneros de ustedes mismos, misiónense a ustedes mismos, corran hacia adelante, África no es para ser explotada, África no es para ser la figura de una subcultura, África tiene sus riquezas”, sobre todo riqueza humana, llamándoles a “hacerse cargo de la riqueza humana de ustedes”.
Un paso más en la dinámica del encuentro
Un encuentro que ha querido dar continuidad al realizado en febrero, que ha contado con la presencia de estudiantes y profesores que participaron en aquel encuentro, que le contaron al Papa los frutos que esa reunión va dando y la importancia de seguir haciendo este tipo de encuentros. Ellos les han pasado el testigo a los profesores y estudiantes africanos, que han recordado que una de las funciones del papado es construir puentes, agradeciendo al Papa su “ayuda para construir puentes con su propia vida y enseñanza ejemplares”, como recordó el profesor Stan Chu Ilo, que también mostró que el Ubuntu resume la cultura del encuentro, una sabiduría compartida que dice que todos estamos juntos, conectados, unidos por lazos de amor en un universo compartido, llamando a descubrir la necesidad de dejar un espacio para los demás, sobre todo los pobres y los que están en las periferias existenciales.
Un encuentro centrado en tres temas: fe y espiritualidad, el mensaje de la conversión misionera evangélica; Ubuntu y ecología; solidaridad humana, amistad social, liderazgo de los jóvenes y justicia social. Un proceso en el que han participado estudiantes de 34 universidades de 9 países africanos que se reunieron varias veces y eligieron a 9 que les representan, un trabajo sinodal que seguirá adelante tras este encuentro, en palabras del jesuita Emmanuel Bueya.
Supermercados de la salvación
Los estudiantes han ido haciendo preguntas al Papa Francisco, que tras una escucha atenta ha ido respondiendo con calma, con palabras que brotan del corazón de un anciano que orienta a los jóvenes, una actitud muy presente en la vida y cultura del pueblo africano. Ante la pregunta sobre la cada vez mayor presencia del pentecostalismo y grupos de sanación, el Papa Francisco advirtió sobre lo que llamó “supermercado de la salvación”, advirtiendo a los jóvenes que el camino es algo que encuentran en su corazón, “el corazón se hace sentir sin traductores, ni intermediarios, llamando a no dejarse “aprisionar por una sindicalización religiosa”. Por eso recordó que “el criterio más grande de un grupo religioso es que no te quite la libertad”, insistiendo en que “cuando un grupo religioso te quita la libertad y no te deja crecer, no es un grupo saludable”. De ahí la importancia del discernimiento para descubrir qué grupo religioso me está ayudando a crecer.
En relación con las migraciones económicas y consecuencia de la guerra, el Papa advirtió que “a veces la guerra es empujada por intereses espurios y el problema de la venta de armas nos esclaviza”. Desde ahí ha denunciado que el hambre lleva a migrar y que muchos se quedan en el Mediterráneo, que se ha convertido en el cementerio más grande de Europa. También se pronunciado contra la explotación de África, sobre su independencia incompleta, llamando a los jóvenes a luchar con un sentimiento de construcción, de sumar, a seguir con “este sueño de acabar con la guerra, el hambre, la pobreza y la semi permanencia de los refugiados”.
Deforestación crimen contra la humanidad
La deforestación, una realidad presente en África, a lo que el Papa Francisco ha añadido que también está sucediendo en la Amazonía brasileña, es vista como algo con lo que “se pierde la convivencia entre la persona humana y la naturaleza”, el bien vivir. En ese sentido, ha enfatizado que “la deforestación en este momento es un crimen contra la humanidad”, algo que dejará una deuda ecológica a ser pagada por los que nos sucedan, de lo que los países no se quieren dar cuenta, añadiendo que es una responsabilidad hoy día la conversión ecológica.
Desde ahí denunció el desequilibrio creado por las multinacionales explotadoras, diciendo que “es salvaje violar la Tierra como es salvaje violar a una mujer, comprométanse en la lucha contra estos violadores de la Tierra”, llamando a los jóvenes a convertirse en “verdaderos apóstoles del desequilibrio de la Tierra”. Igualmente reflexionó sobre la equidad internacional, llamado a moverse, a organizarse, pero juntos, no como islas, lo que haría que fuesen fácilmente vencidos, pues “organizados van a sufrir, pero van a triunfar”.
La no participación de los jóvenes es la muerte de un país
Sobre la participación juvenil en la toma de decisiones políticas, el Papa insistió en que “la no participación de los jóvenes es la muerte de un país”, desafiándoles a participar en todos los ámbitos de la vida, aunque cometan imprudencias. Por eso llamó a no dejarse apabullar por la inferioridad, a organizarse y luchar, no dejarse esclavizar, aunque eso lleve a perder la vida. Hablando de los mártires sociales, de los jóvenes que en América Latina han perdido la vida por luchar por su país, hizo ver que “se han convertido en semillas de inspiración”.
Algunos países de África son víctimas de ataques a los cristianos por parte de fundamentalistas musulmanes. Ante esa realidad, el Santo Padre afirmó que “cuando crece el terrorismo fundamentalista es un suicidio social, ahí se juega también la sobrevivencia del país”. Por ello llamó a los jóvenes a la resistencia, organización y doctrina política, a formarse en doctrina política real, concreta, definiendo el hacer política como “una forma alta de la caridad, porque va hacia el bien común”. En ese sentido advirtió que “cada pueblo tiene que buscar su propio camino de superación y hacer una doctrina política que nazca del pueblo, no impuesta”, llamando a marcar el propio camino. Todo ello con viveza y prudencia, pero con decisión, juntos y organizados, advirtiendo que cuando no se puede prudencia y astucia, llamando a aprender la astucia de los viejos para sobrevivir, y a pedir consejo a los viejos.
Hacerse cargo de las raíces para ir adelante
En un continente con gran falta de inserción laboral y pocas oportunidades para los jóvenes, que les hace vulnerables, el Papa Francisco hizo ver el peligro de que “los jóvenes se sientan sin esperanza, anulando la dinámica de la juventud, que es una de las armas de sometimiento”. Desde ahí ve la necesidad de que la Iglesia haga más en la promoción humana en las escuelas, en las universidades, en una línea liberadora y no de colaboración con los poderes de represión, hacer crecer la mente, madurar el corazón y que enseñen con las manos. Junto con eso insistió en que la Iglesia tenga escuelas para todos, no solo para los sectores más sofisticados o pudientes de la sociedad.
Ante la pregunta sobre lo que significa ser un joven católico africano y su papel en la Iglesia, llamó a los jóvenes a “hacerse cargo de las raíces como condición para madurar, cuidar las raíces para ir adelante”, a crecer en el liderazgo desde su modalidad cultural. Por eso apostó porque los jóvenes no sean caudillos revolucionarios y sí quienes llevan adelante la riqueza recibida y luchan juntos para que les dejen hacer eso. En ese sentido resaltó que “un joven cristiano tiene la obligación de comprometerse, porque sino no son cristianos. Hoy día ser cristiano es comprometerse y ustedes tienen que luchar contra toda esa estructura que les impide comprometerse”.
Gracias Papa Francisco por creer en los jóvenes
Un encuentro que ha sido motivo de agradecimiento por la orientación espiritual del Papa Francisco a los jóvenes y por su amor por África y por el Pueblo de Dios en todo el mundo, por su cercanía ejemplar con los pobres, los vulnerables y los jóvenes, por ser un modelo para enseñarnos a vivir y a proclamar la Buena Nueva a los jóvenes de hoy, como señalo la Hna. Rosemary Nyiurumbe. La religiosa agradeció al Papa Francisco “por creer que los jóvenes tienen una gran responsabilidad de cuidar de la humanidad y del medio ambiente, alcanzando las periferias, promoviendo en bienestar de todos”. Un encuentro que definió como una “conversación sinodal que nos ayuda a entender la necesidad de escuchar las voces de los jóvenes”.
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Un Papa que se dijo “muy contento de haberme comunicado con ustedes, me impresiona el testimonio que han dado”. El Santo Padre reconoció los valores de los jóvenes africanos y les impulsó a levarlos adelante, a comprometerse sin olvidar lo que definió como los tres momentos en la historia: el recuerdo de las raíces, mirar al pasado; vivir el presente con realidad y no con ideas que los alienen; sueñen, porque el día que un joven no sueña se acabó el país, el día que un joven no sueña se acabó el mundo, ustedes nacieron para soñar, para profetizar el futuro. Jóvenes a quienes dio su bendición y como es costumbre les pidió que rezasen por él. Eso tras un encuentro que va marcando una tendencia sinodal, de diálogo intergeneracional para juntos, desde el pasado, construir en el presente un futuro mejor.
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