Este V Domingo de Cuaresma y durante la celebración del Jubileo de los Enfermos y del Mundo de la Sanidad, el Papa Francisco compartió su tradicional rezo del Ángelus. Desde su convalecencia, el Pontífice reflexionó sobre el Evangelio del día (Jn 8,1-11), donde Jesús salva a una mujer acusada de adulterio, devolviéndole la dignidad y la esperanza.
“Como durante la hospitalización, también ahora en la convalecencia siento el ‘dedo de Dios’ y experimento su cariñosa caricia”, dijo el Papa, aludiendo al gesto de Jesús al escribir en el suelo frente a la multitud que exigía la lapidación de la mujer.
En esta jornada de Jubileo de los enfermos, pidió al Señor que “este toque de su amor llegue a los que sufren y anime a los que cuidan de ellos”.
Por la atención de los más frágiles y pobres
En su oración dominical, el Papa Francisco rezó de manera especial por los profesionales de la salud. Reclamó condiciones laborales dignas para médicos, enfermeros y trabajadores sanitarios, reconociendo que muchos de ellos trabajan en situaciones adversas e incluso son víctimas de agresiones: “Su misión no es fácil y debe ser apoyada y respetada”, manifestó.
“Espero que se inviertan los recursos necesarios para la atención y la investigación, para que los sistemas sanitarios sean inclusivos y atiendan a los más frágiles y pobres”, dijo.
En un gesto de cercanía, el Papa agradeció a las internas del penal de mujeres de Rebibbia por una tarjeta que le enviaron y aseguró sus oraciones por ellas y por sus familias.
Súplicas por la paz
Con motivo del Día Mundial del Deporte para la Paz y el Desarrollo, el Santo Padre subrayó que el deporte puede ser un verdadero signo de esperanza y fraternidad. Valoró la labor de las asociaciones que, a través de la actividad física, promueven la inclusión social y la paz.
Como es habitual, el Pontífice dirigió una sentida súplica por la paz en diversas regiones del mundo. Denunció los recientes ataques en Ucrania que han causado numerosas víctimas civiles, incluidos muchos niños. También se refirió a la situación dramática en Gaza, donde las condiciones de vida se tornan cada vez más inhumanas: “sin techo, sin comida, sin agua potable”. Exigió el cese de la violencia, la liberación de todos los rehenes y el regreso al diálogo.
El Pontífice no olvidó otras regiones que sufren los horrores de la guerra y la inestabilidad, como Sudán, Sudán del Sur, la República Democrática del Congo, Myanmar —afectado también por un terremoto—, y Haití, donde la violencia cobró la vida de dos religiosas recientemente.
Finalizó su mensaje pidiendo la intercesión de la Virgen María para que cuide a la humanidad en estos tiempos de prueba.
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Foto: Rome Reports
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