Este jueves 22 de mayo, la Santa Sede informó que el Papa León XIV ha firmado sus primeros decretos como Pontífice, en el marco del proceso de canonización, destacando el reconocimiento de la «oferta de la vida» de la religiosa colombiana Inés Arango Velásquez (1937-1987), quien entregó su vida en misión entre los pueblos originarios de la selva ecuatoriana.
El decreto, aprobado tras una audiencia entre el Papa León XIV y el prefecto del Dicasterio para la Causa de los Santos, cardenal Marcello Semeraro, marca el inicio del proceso de beatificación tanto de la religiosa Arango como del obispo español Alejandro Labaka Ugarte (1920-1987), quienes fueron asesinados en la Amazonía en circunstancias que evidencian una entrega plena y voluntaria de sus vidas.
Además de los reconocimientos a la religiosa Arango y al obispo Labaka, el Pontífice firmó un decreto que reconoce las «virtudes heroicas» del obispo indio Matteo Makil, fundador de las Hermanas de la Visitación de la Bienaventurada Virgen María, fallecido en 1914.
Inés Arango Velásquez: vida, misión y martirio
Nacida en Medellín en 1937, Inés Arango —religiosa de la Congregación de las Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia— fue conocida por su nombre religioso María Nieves. Su vida fue una constante entrega a los más necesitados, primero como maestra y luego como misionera en comunidades indígenas ecuatorianas, donde ejerció también como superiora religiosa.
Desde su llegada a Ecuador, la religiosa no escatimó esfuerzos prestando su servicio a la evangelización de los pueblos indígenas entre ellos los huaorani, de quienes aprendió su lengua y cultura, y defendiendo la dignidad de estos originarios frente a intereses de compañías petroleras que amenazaban por despojarlos de sus territorios. Su entrega fue tal que incluso tuvo que enfrentar las presiones de las industrias extractivistas.
El 21 de junio de 1987, junto al obispo Labaka, descendió en un claro de la selva para intentar dialogar con la comunidad indígena de los tagaeri, un subgrupo huaorani en aislamiento voluntario. Ambos fueron asesinados con lanzas, un hecho que aún hoy sigue siendo símbolo de la tensión entre la fe, el respeto cultural y la explotación ambiental.
Su historia está consignada en el libro «Barro y vasija en la selva herida», de la escritora Isabel Valdizán Valledor, el cual narra detalles de su vida y su carrera, primero como religiosa y luego misionera.
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