86 jóvenes coordinadores, animadores y asesores de Pastoral Juvenil de 41 parroquias, 2 movimientos y una universidad de la Arquidiócesis de Panamá, celebraron su 10.ª Asamblea de carácter formativo y deliberativo del 30 de agosto al 1.º de septiembre.
Bajo el lema “Alegres en la esperanza”, sus participantes conocieron el plan pastoral arquidiocesano y el proyecto de ‘Revitalización de la Pastoral Juvenil’. Sus organizadores han señalado que “en un ambiente sinodal de escucha y diálogo, pudimos compartir múltiples temas en mesas de trabajo”.
Además cada uno pudo dar su aporte al itinerario formativo de la Pastoral Juvenil en en la arquidiócesis de Panamá. Es así como han establecido una serie de compromisos y desafíos en lo social-pastoral.
Desafíos sociales
Los jóvenes panameños han identificado desafíos sociales. El primero, la familia sobre todo “cómo la sociedad trata de desviar la atención hacia otras problemáticas descuidando el núcleo principal que la fundamenta”.
En segundo lugar, han expresado su preocupación por las desigualdades económicas, que además de otros indicadores “se nota en algo tan simple como que la participación de los jóvenes en las actividades juveniles parroquiales se ve afectada, pues muchas veces se exigen aportes que no se pueden solventar”.
Por último, el desarrollo humano se ve comprometido en “una sociedad distorsionada y con diversas ideologías”, lo cual “dificulta que nuestra fe llegue a todos los jóvenes, y que la semilla del evangelio dé frutos en los corazones de la juventud”.
Desafíos pastorales
La Pastoral juvenil de la arquidiócesis de Panamá identificó como un desafío pastoral “la falta del interés por crecer en la fe y participar asiduamente en la eucaristía”.
Un fenómeno que ven entre los jóvenes, toda vez que responde a la deficiencia en la metodología de la catequesis de la confirmación, porque “esto permea el crecimiento espiritual de los jóvenes en las comunidades juveniles”.
Además señala que la poca presencia de líderes juveniles toda vez que hay una tendencia a que las comunidades juveniles se convierten más en grupos sociales que en comunidad cristiana. Son procesos de formación cristiana que van desde la familia para que “el joven crezca integralmente”.
En territorios “muy extensos” se requiere de más agentes de pastoral (religiosos y religiosas, sacerdotes y laicos) preparados para la animación de las comunidades juveniles.
“Comprendemos lo difícil que es para nuestros sacerdotes atender a tantas personas, comunidades y pastorales, pero necesitamos de la cercanía de los sacerdotes para sentirnos acompañados y seguros del camino que recorremos como cristianos”, apuntaron.
Compromisos asumidos
Tras esta 10.ª Asamblea los jóvenes se han comprometido a “conocer más de nuestra fe y nuestra iglesia para poder llevar un mejor liderazgo en nuestras comunidades juveniles”.
También quieren acercarse a más jóvenes “de nuestro territorio geográfico” mediante “espacios donde se dé una convivencia fraterna y podamos escuchar lo que tienen que decir de sus realidades personales”.
Se han comprometido a “aplicar lo aprendido con referencia a la planificación de procesos que tomen en cuenta la realidad juvenil de nuestras comunidades”.
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