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Pastoral Social - Cáritas Colombia invita este Jueves Santo a vivir la fe desde el servicio humilde - ADN Celam

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Pastoral Social – Cáritas Colombia invita este Jueves Santo a vivir la fe desde el servicio humilde

Para la Iglesia católica uno de los días que cobra mayor relevancia es el Jueves Santo. Este día se conmemora tres momentos importantes que en la vida cristiana marcan el inicio del misterio pascual de Jesús: la Última Cena, el lavatorio de los pies y el mandamiento del amor.

En medio de esta celebración, el padre Mauricio Rey Sepúlveda, director del Secretariado Nacional de Pastoral Social – Cáritas Colombia (SNPS-CC), a través de una entrevista concedida a ADN Celam, invita a mirar estos signos no como un rito litúrgico más, sino como llamados urgentes a vivir la fe desde abajo, desde los últimos, desde los pies del otro.

«El Maestro se hace servidor»

El sacerdote centra su reflexión tomando el texto bíblico de Juan (Jn 13,1-15), sobre el lavatorio de los pies, calificando este momento como “una de las expresiones más profundas del amor y la humildad de Cristo”. Observa que, en un mundo marcado por la desigualdad, Jesús nunca se impuso desde el poder, sino que se arrodilló para servir. Un acto de amor que sobre pasa la lógica humana. “El Señor lava los pies incluso de quien lo traicionaría”.

En el contexto colombiano, este gesto cobra particular relevancia. Según el sacerdote, “lavarse los pies unos a otros hoy significa caminar junto a las víctimas del conflicto armado, proteger a los líderes sociales, acoger a los migrantes y construir comunidades donde el poder se ejerza como servicio humilde, no como dominación”.

Además, agregó que el lavatorio de los pies es una provocación evangélica que invita a vivir desde el otro, especialmente desde el más herido. “Como discípulos de Cristo en Colombia, estamos llamados a encarnar este gesto en nuestra pastoral, en nuestras decisiones políticas, en nuestras relaciones cotidianas”.

Un amor que regenera lo roto

Un segundo gesto, el mandamiento del amor, presente igualmente en este día santo. Aparece como una guía ineludible ante la crisis moral y social que vive este país. “Jesús no pide amar como se pueda, sino como Él”, recalca el padre Mauricio. Frente a estas fracturas marcadas por el conflicto, la polarización, la inequiedad y la exclusión, este amor “no es ingenuo ni pasivo; es transformador, comprometido y capaz de crear comunión donde reina la dispersión”.

Para el sacerdote, amar en tiempos de división significa escuchar, perdonar, sanar y construir nuevas formas de encuentro en las familias, comunidades y sociedad, incluso cuando se piensa diferente. “Solo el amor que viene de Cristo puede regenerar el tejido roto de nuestra Colombia”, afirma, observando que vivir el mandamiento del amor es la única manera de dar credibilidad a la fe.

La Eucaristía como pan de esperanza

Para el directivo del SNPS, el centro litúrgico del Jueves Santo —la institución de la Eucaristía— no se puede quedar solo en el templo. Este acto religioso es “una proclamación profética de que la vida vence sobre la muerte, y el amor sobre el dolor”. En esta sociedad marcada por el sufrimiento y la violencia, la Eucaristía se convierte en fuerza y consuelo para quienes siguen luchando desde abajo: madres de desaparecidos, líderes comunitarios, campesinos, migrantes, jóvenes soñadores.

“La Eucaristía nos envía a comprometernos con los más vulnerables, a escuchar su grito, a vivir con coherencia eucarística: una vida entregada, servicial y misericordiosa”, señala, observando como la Eucaristía desde el SNPS sostiene la misión de su trabajo sin desfallecer.

Una Iglesia con los pies en la tierra

Finalmente, el padre Rey señala que ante los desafíos sociales y espirituales que enfrenta el país, la Iglesia no puede ser indiferente ni encerrarse en sí misma. “Estamos llamados a salir, a encarnarnos, a tocar las llagas de nuestro pueblo”. El Jueves Santo revela su verdadera identidad: ser comunidad servidora, signo visible del amor que se entrega.

La respuesta no puede ser otra que el servicio”, indicó. Aclarando que no debe ser un servicio de asistencialismo, sino compromiso estructural; que no es solo caridad, sino también denuncia profética. “Servir, como Jesús, es hacernos cercanos, es lavar los pies heridos de la sociedad (…) Es apostar por una Iglesia sinodal, pobre con los pobres, compasiva, profética, comprometida con la transformación de la historia”.

“Estamos llamados a ser una Iglesia samaritana, con los pies en la tierra, que se arrodilla ante el pueblo herido, que no se resigna ante la injusticia, que apuesta por una transformación estructural desde el Evangelio”, afirma. Para él, el sacerdocio es servicio, la Eucaristía es envío y el mandamiento del amor es un llamado a vivir la fe “desde abajo, desde los pies del otro”.

 

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