Desarrollado en seis bloques temáticos, la Comisión Episcopal de Pastoral Social (CEPAS) de la Conferencia Episcopal Argentina dio a conocer un mensaje —ayer 25 de marzo de 2025— en el que aborda una cuestión que causa mucha preocupación en los ambientes donde la minoridad es tema prioritario: la baja de la edad de imputabilidad en casos de delitos cometidos por menores.
Una realidad que nos interpela
Responsabilizando a “las administraciones políticas” de turno, la CEPAS sostiene que ellas “no han sido capaces de crear una cultura del trabajo que incluyera a todos los habitantes y que permita a todas las familias del país vivir con dignidad y procurarse los bienes necesarios para un auténtico desarrollo humano, laboral, social, económico y psicoactivo. Esto ha provocado innumerables problemas entre los que se encuentra la inseguridad y la delincuencia juvenil”.
Expresa también su “solidaridad con tantas personas que han sido víctimas de la violencia, algunas de ellas víctimas de delitos cometidos por menores de edad, en ocasiones con violencia extrema que dejan heridas difíciles de cerrar” y fortalece, basada en estadística oficiales, que “los menores no son los que más delitos cometen”.
Escuchar a todos
Señalando qué voces se escuchan con mayor frecuencia en los ámbitos públicos refiriéndose sobre casos en los que hay menores involucrados, marcan aquellas que faltan: “psicólogos, psiquiatras, psicopedagogos y docentes”.
Narcotráfico, consumo de drogas y falta de oportunidades
“Es una idealización creer que la solución de la inseguridad es bajar la edad de imputabilidad y no considerar sus causas”, afirma la CEPAS y pone foco en la influencia del consumo de drogas y el narcotráfico:
“Hoy los adolescentes y jóvenes tienen muy fácil acceso al consumo de drogas. Las drogas los están destruyendo y el consumo es una de las principales causas de la violencia. La droga sigue penetrando fácilmente en nuestros barrios y pueblos. A los hechos nos remitimos. Por ello, ¡es necesario combatir el narcotráfico! Pero de esto se habla poco. Si miramos la realidad, el narcotráfico en nuestro país, desde hace décadas, viene ganando territorio y ampliando sus negocios dejando tiradas y destruidas un montón de vidas y familias, particularmente a los jóvenes”.
Y advierten lo necesario de “promover una ‘cultura del cuidado’ que garantice las condiciones para el desarrollo integral y pleno de cada persona”. Los jóvenes “sin oportunidades de una buena educación o de una necesaria formación laboral, o de contención familiar y social” quedan presa de estas variables tan negativas.
Más lugares para la contención social y educación
La CEPAS formula interrogantes que casi —y ojalá no fuera así y formaran parte de la realidad de las discusiones actuales en espacios de decisiones institucionales de largo brazo de llegada a la ciudadanía— entran en el terreno de la retórica: “¿Dónde van a recluir a los menores? ¿Cuáles son los dispositivos apropiados en las provincias para alojar a adolescentes y jóvenes que delinquen? ¿Qué alternativas reales tenemos para ofrecerles, educarlos y reinsertarlos socialmente? (…) ¿En serio creemos que esa es la solución?”.
Y enfrenta una dicotomía que se viene alzando cada vez con más fuerza en los ámbitos específicos en los que se tratan estos temas: “¿Qué necesitamos?, ¿más cárceles o más escuelas? ¿Más guardiacárceles o más docentes con salarios dignos y capacitados? Cualquier reforma del Régimen Penal Juvenil debe hacer foco prioritariamente en la reinserción social y en la educación”. Y se pregunta denotando la profundidad de planteo: ¿Cómo se está trabajando para remediar la tragedia educativa?
¡Es necesaria la grandeza política!
“Es necesario ofrecer un verdadero proyecto de vida para nuestros adolescentes y jóvenes. Que tengan motivos para soñar y para creer que es posible un futuro con esperanza, y una salida que no sea ‘Ezeiza’ [una de las formas en las que se nomina el Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini, del que parten de territorio argentino la mayoría de los vuelos con destino al exterior y que simboliza la fuga de jóvenes que buscan un mejor porvenir en otros países, lejos de la Argentina], las drogas, las armas o el cementerio”, describe la CEPAS que le pide a la clase política:
“un debate serio, un compromiso profundo y la grandeza de pensar políticas públicas a largo plazo y no solo medidas que pueden sonar bien en periodos electorales, pero que se quedan muy cortas”.
Declara también que “el Estado nacional, los estados provinciales y municipales y la dirigencia política tienen un rol preponderante en este propósito. Pero también los dirigentes de movimientos sociales, los sindicalistas, los clubes, los religiosos, el mundo empresario y los ciudadanos en general tenemos que aportar lo que sea necesario para ampliar las oportunidades de educación, de formación, de cercanía con los niños, adolescentes y jóvenes vulnerables”.
Los jóvenes, nuestra esperanza
En el cierre no podía faltar la esperanza en que son tantos los jóvenes que sueñan, viven en paz, son solidarios y no se acobardan ante las adversidades que “nos permiten creer que un futuro mejor es realmente posible si somos capaces de pensar en grande y de caminar juntos”.
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