ADN Celam

29 años de carrera musical respaldan el recorrido de Paulina Rojas de Rays, que nació en la ciudad de Santiago de Chile y creció en la ciudad de Puerto Montt, en el sur de su país, donde se graduó en trabajo social de la Universidad de Santo Tomás.

Está participando de la tercera edición del concierto latinoamericano y caribeño “Jesús entra a tu casa”, organizado por el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam) este sábado, 23 de diciembre de 2023, a las 7:00 pm de Colombia,

Casada, desde el año 2004, con  Francisco Bermeo Herrera – Pacho Bermeo –, predicador colombiano, ampliamente reconocido dentro su país y el continente. Se mudo a Colombia, allí sirve en la parroquia “María Reina de la paz” en la diócesis de Zipaquirá, en el departamento de Cundinamarca, a pocos kilómetros de la capital, Bogotá.

Su vida espiritual comienza en 1992 cuando ingresa a los grupos de oración de adultos y jóvenes en la Renovación Católica Carismática de Puerto Montt. Allí sirvió en comunidades y grupos de oración, en ministerios de evangelización, acompañamiento espiritual y equipos timón de comunidades de jóvenes y ministerios de música.

Una guitarra de regalo

Tienes 29 años en la música, ¿cómo llegaste a ella y exactamente, ¿qué te motivó a incursionar en la música católica?

“Tuve mi encuentro personal con Jesús en septiembre del año 1992 en un encuentro juvenil, y recuerdo con cariño que esa navidad sin pedirlo recibí una guitarra de regalo y fue el comienzo de todo.

Intenté ingenuamente tocarla en tiempo récord y lanzarme a la aventura de prestar un servicio a mi parroquia (en ese entonces), de una manera más dinámica y atrayente, ya que trabajaba con niños en la animación de catequesis y con jóvenes que se preparaban para la confirmación.

Tiempo después en el año 93 comencé a servir en mi parroquia en el coro; tiempo muy enriquecedor, ya que éramos un grupo muy homogéneo tanto en edades como en experiencia de Dios.

Fue un tiempo de crecimiento, de aprender a trabajar en comunidad y a conocer mi Iglesia desde adentro, fueron años de preparación y envío. Yo me imaginaba con mi guitarra cantando y evangelizando en África, pero Dios tenía una idea más ‘cercana’ a lo que deseaba para mi, el tiempo fue la mejor respuesta fueron ‘años’ tranquilos, pausados y enriquecedores de formación y crecimiento, antes de tomar decisiones trascendentales para mi proyecto de vida.

La música fue en el comienzo principalmente un instrumento de encuentro con Dios, de sanación de mi historia personal y una herramienta para expresarme en la intimidad de mi cuarto en mis momentos de oración como en el tiempo de servicio en la comunidad. Quise hacer de ese ejercicio un estilo de vida, dedicarme a la evangelización a través de la música”.

Salir al encuentro

¿Qué es lo más difícil de incursionar en el mundo de la música católica y qué le aconsejas a quienes empiezan en este campo?

“Sin duda la Iglesia de hoy es mucho más ‘atrevida’, versátil, abierta, audaz al usar las herramientas que los avances de la tecnología nos prestan; con deseos de salir y seguir extendiendo la misión como hace tantos años atrás hacíamos a punta de guitarra y voz por las calles y campos.

Solo que hoy con más opciones para trabajar, aunque justamente por eso, al mismo tiempo creo que la exigencia es mayor hoy. Ya no hay excusas para no ser una Iglesia ‘en salida’ que creo es la gran misión.

Cada vez más vemos jóvenes deseosos de ‘hacer algo’ con lo que tienen sus manos, con toma de conciencia de que Dios les llama a servir y traspasar las fronteras para darse más allá incluso de lo que creen que pueden.

Me hubiera encantado tener a la mano en mi adolescencia y primeros años de juventud más herramientas, puertas abiertas, espacios de crecimientos integrales, voces idóneas que me dieran ánimo, referentes a los cuales acudir según mi anhelado proyecto de vida.

Hoy es mucho más claro y fácil de acceder a esto, no hay excusas para quedarse sentado. Cada vez más se están explorando nuevos métodos para extender el Evangelio y esto es muy atrayente para los jóvenes, ya que los pone en clave de ‘hacer’ y esta dinámica evidencia que el Espíritu de Dios sigue aquí.

Creo que en cada país, grupo o ministerio el rol va muy ligado a la misión, siendo tan multiforme, pero así mismo tan enriquecedor y me parece importante que además de tocar o cantar bien, hoy cada vez más el músico católico se ha ido dando cuenta de que todo su ser es quien sirve.

El músico católico ha descubierto que la música debe trascender las paredes de la Iglesia y los perfiles destinatarios sin cambiar el mensaje, sino los métodos con el mismo ardor, pero siendo cada vez más atrayente.

Creo que el rol de un músico debe ser siempre llevar al pueblo a los pies de Dios. ¡¡¡No hay mas!!! Cualquier búsqueda que no sea esta no dará jamás fruto, solo serán lentejuelas que brillen por las cuales nos admiraran, y no por llevar Luz de Cristo y esto es una gran tentación por la cual pasamos todos en un comienzo.

Arrurrú, villancico chileno

¿Qué canción has elegido para la tercera edición del concierto navideño? ¿por qué?

“Escogí una canción titulada “Arrurrú”, un villancico muy popular en mi natal Chile. Una canción que si duda cante muchísimas veces, durante los años que viví allí, (actualmente vivo en Colombia desde hace 20 años) y me remonta a las navidades en mi comunidad parroquial, con un estilo musical folclórico a ritmo de “Cueca” (baile típico de Chile) era una canción infaltable en la conocida “misa del gallo” (misa de medianoche el día 24 de diciembre) en todo el país”.

Respaldo de Dios

Has llegado a más de 3 millones de reproducciones en spotify, ¿qué se siente tener ese alcance?

“Creo que principalmente es la evidencia para mí del respaldo de Dios a la decisión de haberme dedicado a la evangelización a tiempo completo a través de la música. Cada reproducción es oración, alabanza, adoración.

Es la posibilidad de entrar en el hogar de una familia, en su carro, en una comunidad, en un espacio de oración de alguien. Ha sido un regalo ser comunidad que canta y ora a través de canciones, que Dios me ha regalado, pero que una vez en plataformas son de todos y para todos.

De mi parte hay infinita gratitud para todos los que reciben nuestra música, y digo ‘nuestra’, porque detrás de cada canción hay un equipo de trabajo con quienes nos esforzamos en hacer música con las herramientas que aporten la mayor calidad posible tanto para Dios como para quienes nos escuchan”.

Música como herramienta

¿Qué es lo que más te caracteriza como cantautora?

“Creo que la capacidad de servir a través de la música de manera integral desde cualquier escenario donde Dios me ponga. Tanto para miles de personas en magnos conciertos como para un pequeño grupo en la sencillez de una comunidad.

El ejercicio de mi ministerio va ligado siempre de una palabra para quien me escucha, he tratado por muchos años que la gente no solo escuche canciones, sino que reciba un mensaje concreto a realidades concretas en medio de las búsquedas de la gente.

Mi servicio actualmente no solo se remite a cantar canciones sino al amplio espacio de la evangelización donde la música es una herramienta maravillosa para este ejercicio”.

Estamos en tiempos de sinodalidad, si te tocara componer una canción sobre este tema ¿por dónde empezarías?

“Sin duda haría una mirada larga hacia atrás para ver el paso de Dios a través de la historia que creo es un ejercicio muy sanador, como hacia adelante, sabiendo que actualmente conocemos la realidad que tenemos a nuestro alrededor y es más fácil saber hacia dónde dirigir una composición musical que abrace este contexto en el que vivimos.

Estamos en tantos procesos, tantos cambios y hay tantas realidades actuales tanto a nivel eclesial como secular en las que desearía que la música actual en nuestra Iglesia sea respuesta”.

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