La Amazonía es el centro de la reflexión del 35º Congreso de la Sociedad de Teología y Ciencias de la Religión (SOTER), que se celebra en Belo Horizonte del 11 al 14 de julio, con más de 600 participantes, entre los presentes en la Pontificia Universidad Católica de Minas Gerais (PUC Minas) y los que participan en línea. El tema en debate es: «La Amazonía y el futuro de la humanidad: pueblos originarios, atención integral y cuestiones ecosociales«.
Proceso de descolonización
El punto de partida de esta reflexión fue el Sínodo para la Amazonía, preguntándose Paulo Suess si fue una oportunidad perdida. Él, que fue un perito en la asamblea sinodal, reflexionó sobre cómo el Sínodo para la Amazonía puede contribuir al futuro de la humanidad, abogando por la descolonización de las prácticas y exigencias pastorales y teológicas de la Iglesia, y la promoción del protagonismo de los pueblos de la Amazonía y con su ejemplo contribuir al futuro de la humanidad.
Analizando la realidad, el teólogo afirmó que los pueblos de la Amazonía aún están bajo la tutela de la Iglesia, defendiendo la necesidad de remover esta tutela para fortalecer su protagonismo en una nueva civilización. Lo que se debe buscar, argumentó Suess, es contribuir junto con los habitantes de la Amazonía al futuro de la humanidad a partir de las reflexiones durante el Congreso. Definió la Amazonía como una región multicultural y multirreligiosa, codiciada por su belleza y riqueza, insistiendo en que la defensa de la vida en la Amazonía requiere protección política y nuevos caminos eclesiales donde sus destinatarios sean acogidos como protagonistas.
Pasar del evento al proceso
Afirmando la necesidad de que la Amazonía pase del evento al proceso, Suess ve el Sínodo para la Amazonía como un intento de repensar la presencia de la Iglesia en la Amazonía, una Iglesia que, según el profesor, aún no ha renunciado a su centralismo. El Sínodo para la Amazonía es visto como un proceso de reflexión sobre el pasado, presente y futuro de la Iglesia Católica en la Amazonía y en el mundo, retomando lo que se reflexionó en los encuentros de los obispos de la Amazonía, que comenzaron en 1952, centrándose en los dos encuentros de Santarém, en 1972 y 2022.
El primero incorporó las reflexiones del Concilio Vaticano II y de la Conferencia de Medellín en la Amazonía, con propuestas retomadas 50 años después, insistiendo en la encarnación y en la liberación, reforzando así los caminos trazados en 1972 y en el Documento Final del Sínodo para la Amazonía: encarnación y liberación, protagonismo de los líderes laicos en la Iglesia de la Amazonía, ampliación de los espacios para la presencia femenina, que la voz de las mujeres sea escuchada y participe en la toma de decisiones. Los dos encuentros de Santarém forman parte, según Paulo Suess, del proceso gradual de reflexión eclesial y práctica sinodal que atraviesa un país y un continente hasta involucrar a la Iglesia universal.
El proceso sinodal
Analizó brevemente cuatro documentos presentes en este proceso sinodal: Documento Preparatorio, Instrumentum Laboris, Documento Final y Querida Amazonía, viendo la esencia del Sínodo en los nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral, algo definido por el Papa Francisco en la convocatoria del Sínodo en octubre de 2017. Esto en una realidad determinada por los desafíos de las distancias geográficas y la diversidad cultural, haciendo un llamado a evitar generalizaciones injustas, discursos simplistas y conclusiones de nuestras mentes.
Es necesario asumir las perspectivas de los derechos de los pueblos y las culturas, algo que está en el Concilio y aún no se ha asumido, según Suess. Ve una clara diferencia entre los tres primeros sueños de Querida Amazonía y el sueño eclesial, afirmando que la exhortación postsinodal es una carta de amor, que no propone conversiones como el Documento Final, sino sueños, y que en el sueño eclesial no encuentran repercusión las orientaciones del Documento Final del Sínodo para la Amazonía, que creó una nueva modalidad con un ministerio compartido entre el Papa y los delegados al Sínodo.
Conferencia Eclesial de la Amazonía y Rito amazónico
En cuanto a los resultados del Sínodo, Suess habló de la Conferencia Eclesial de la Amazonia (CEAMA) y del Rito Amazónico. La CEAMA fue una propuesta del Papa Francisco en respuesta a la petición de la asamblea sinodal en el Documento Final de crear un órgano episcopal permanente para dar continuidad al Sínodo, siendo fundada para transformar los desafíos pastorales en respuestas prácticas, según el profesor. Insistió en la necesidad de involucrar a las comunidades y reflexionó sobre la lentitud para tomar decisiones, que hace que todo quede en sueños.
En cuanto al Rito Amazónico, buscando una pastoral menos colonial, ve una dificultad, dada la no homogeneidad de culturas y ritos en la Amazonia. Para ello, defiende la presencia y el protagonismo de los ministros locales, y señala la falta de participación amplia de los pueblos. De ahí la necesidad de ritos amazónicos que respondan a la diversidad cultural, cuestionando que un Rito Amazónico no signifique repetir un nuevo colonialismo, una especie de nueva lengua general, creada para facilitar la catequesis.
No fue una oportunidad perdida
También reflexionó sobre la I Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, una propuesta del Papa ante la petición de una VI Conferencia General del Episcopado, con una amplia participación del pueblo de Dios de toda América Latina y el Caribe, queriendo retomar propuestas no realizadas de Aparecida, con una mayor participación de todo el pueblo de Dios. Algo que no se materializó según Paulo Suess, porque no hubo una participación sustancial del pueblo de Dios, cuestionando la ausencia de un Documento Final, una marca registrada en la Iglesia de América Latina y el Caribe.
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En conclusión, el asesor teológico del Consejo Indigenista Misionero sostuvo que los desafíos vividos durante el Sínodo para la Amazonia y la I Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe no fueron en vano. Aún con las dificultades que surgen del Derecho Canónico para la recepción de la eclesiología del Vaticano II, la sinodalidad va más allá del ejercicio de la colegialidad episcopal, cuestionando las reservas episcopales que hacen «del sensus fidei fidelium un proceso de consultas sobre consultas», pretendiendo hacer «del Espíritu Santo un placebo (paliativo) sin consecuencias pastorales palpables». Por ello, «las discusiones de estos días pueden mostrar que el Sínodo para la Amazonia no fue una oportunidad perdida», respondiendo así a la pregunta que él mismo planteó.
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