Piero Coda, desde 2021, es secretario de la Comisión Teológica Internacional. Participó en un encuentro organizado por el Grupo de Antropología Trinitaria y el Centro de formación Cebitepal.
El sacerdote y teólogo italiano aseguró a ADN Celam que fueron días intensos de trabajo junto con teólogos y filósofos, “analizamos temas de la Iglesia hoy a la luz de la revelación de Dios, que es Trinidad, amor, acogida, sobreabundancia de amor para todos y todas”.
Lo cierto es que han construido un plan de trabajo a tres años. Además organizaron un conversatorio “Sinodalidad y reciprocidad: caminos de encuentro y comunión”, donde Coda ha disertado sobre este modo de ser Iglesia al que el Papa Francisco ha invitado con el proceso sinodal.
Diálogo transdisciplinario
PREGUNTA.- Con el avance del secularismo, ¿cómo puede la teología mantener su relevancia en los debates públicos sobre ética, justicia, derechos humanos?
RESPUESTA.- La presencia de la teología en el debate público es fundamental hoy.
Justamente para abordar algunos nudos esenciales desde el punto de vista del crecimiento de la promoción de lo humano es necesaria una luz que ponga de relieve el significado, el destino de la existencia humana. Esto es la tarea de la filosofía por un lado y, por otro lado, de la teología, la cual da una aportación, una contribución a las ciencias y a las técnicas para la visión de Dios, que es origen y fin del universo. Esta es una aportación fundamental que a pesar de todo cada vez más está siendo percibida por las otras ciencias en un diálogo transdisciplinario, esencial para promocionar lo humano.
P.- ¿Cómo pueden los teólogos involucrarse en crisis como el cambio climático, las migraciones y la disrupción tecnológica?
R.- Es fundamental que la humanidad se enfrente a un gran cambio, las migraciones se dice que es el sexto continente en movimiento, la inteligencia artificial es una perspectiva tecnológica que hoy en día es muy importante. La política internacional vive una polarización muy fuerte, hace falta pensar de manera nueva, de ver las cosas de manera distinta. Hace falta una colaboración diferente y en este sentido la luz cristiana, la revelación cristiana, es fundamental.
Desmasculinizar la Iglesia y la teología
P.- ¿Cómo ve el rol de las mujeres en la teología?
R.- Yo veo que sin duda el servicio de las mujeres en la teología todavía está muy poco desarrollado. El Papa Francisco nos dijo a la Comisión Teológica Internacional, que hay que desmasculinizar a la Iglesia y a la teología. De hecho, en América Latina y en el Caribe hay una presencia muy significativa, que va en aumento de las mujeres en la teología con una aportación muy específica y fundamental. Creo que el proceso sinodal va abriendo un camino cada vez más grande en esta participación de las mujeres en la teología.
Volver al punto de partida
P.- ¿Qué potencial encuentra en la sinodalidad para responder a los desafíos del siglo XXI?
R.- La teología es sinodal, tiene dos aspectos fundamentales. El primero es que la teología tiene que ser hecha de forma sinodal, tiene que poner distintas perspectivas, experiencias contextuales, hay que hacerla de forma dialógica. Por otro lado, la teología tiene que abordar los temas, los nudos de una reforma, una conversión de la vida para que la comunidad cristiana se vuelva el punto de partida de una nueva misión de la Iglesia en nuestro tiempo.
P.- ¿Cómo comprender la sinodalidad en su justa dimensión sin atentar contra el llamado orden sagrado o se confunda con procesos democráticos en la Iglesia?
R.- Si bien la sinodalidad es un concepto muy grande, contemporáneo, reciente; lo cierto es un concepto que viene de los comienzos de la Iglesia, donde la Iglesia, la primera comunidad, encontró a Jerusalén, como dice el capítulo 15 de los Hechos de los Apóstoles. Se dice que el Espíritu Santo y nosotros hemos decidido quién expresa ‘este nosotros’, escuchamos la voz del Espíritu, que se va expresando en aquello que tiene el ministerio de la guía, el ministerio ordenado, los obispos, pero en la escucha y en el discernimiento por toda la comunidad cristiana.
Entonces, no es un atentado contra la comunión en el sentido eclesial, donde hay una autoridad ministerial, sino que es un enriquecimiento de la vida de la Iglesia, en el sentido de participación de todos que tienen que y pueden hacer escuchar su voz, por supuesto, alguien tiene la tarea específica y la gracia para guiar a todos.
Salir a las periferias
P.- ¿Cómo puede vincularse la teología académica con las comunidades de fe?
R.- Los jóvenes teólogos tienen una tarea fundamental hoy más que nunca. Primero que nada a estar enamorados de Cristo, a vivir una teología como dice el Papa Francisco de rodillas, alimentada por la oración y por la vida de comunión; después no tener miedo de ir a las periferias [existenciales] allí donde están los problemas, los sufrimientos más profundos de nuestro tiempo, ahí el Evangelio tiene que hablar.
Iglesia del tercer milenio
P.- ¿Cómo visualiza la teología más allá del pontificado del Papa Francisco y cuál considera el aporte más significativo de su magisterio?
R.- Pienso que el aporte más grande es el de empezar el camino sinodal, que es una actualización del Concilio Vaticano II. Esta etapa va a marcar el camino de la Iglesia en el tercer milenio. No es algo que termina en poco tiempo. Luego, el Papa Francisco promovió la reforma de la teología.
Yo pienso en la constitución apostólica Veritatis gaudium que en su proemio versa sobre una apertura de horizontes muy grandes, se propone una reforma universal, global de la teología que vuelve a encontrar su lugar en la enciclopedia de los saberes con su tarea de iluminar a los otros saberes.
Yo siempre estuve en mucha sintonía con los grandes maestros de la fe cristiana. Desde San Agustín, Santo Tomás de Aquino, por otro lado, los grandes maestros de la experiencia mística cristiana, Juan de la cruz , Ignacio de Loyola, hasta llegar a nuestro tiempo con Chiara Lubich.
Luego los testimonios de un pensamiento filosófico que ha buscado los caminos de la verdad y los testimonios del pensamiento religioso; pienso en un personaje como Buda, entonces una teología que escucha muchas voces, pero que escucha como única voz a Cristo.
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