El pasado 5 de julio, el Papa Francisco, nombró al padre Wiston Mosquera Moreno, de la arquidiócesis de Cali como obispo de la diócesis de Quibdó, siendo el primer prelado afro en la historia de Colombia.
Un sacerdote que desde muy joven le inquietó la misión pastoral y se vinculó a su parroquia donde trabajó por varios años en los diferentes corregimientos de Andagoya, de donde es oriundo. Así también, desde el grupo juvenil “Hombres Nuevos” al que perteneció, acompañó varias misiones de la mano unas religiosas que hacían presencia en estos territorios. Toda esta entrega pastoral, lo llevó a sentir el llamado de Dios por lo que el 19 de marzo del 2005 se ordenó como sacerdote.
Desde ADN Celam, quisimos dialogar con este nuevo prelado que entra a las filas del colegio episcopal, para conocer un poco de su vida, sus expectativas, pero también de los desafíos que le esperan tras ser nombrado como primer obispo afro en Colombia.
Un voto de confianza con la comunidad afrodescendiente
En principio, comentó que este nombramiento le tomó por sorpresa, pues comentó que, antes de entrar al seminario ya había trabajado pastoralmente como laico en la diócesis de Istmina, pero que jamás llegó a imaginarse que iba a estar sirviendo como obispo en esta Iglesia particular de Quibdó. De igual forma, dijo recibir este nombramiento como un voto de confianza con la comunidad afrodescendiente, pero de manera especial con el departamento del Chocó, del cual es hijo.
También, manifestó su agradecimiento al Papa Francisco por haberse fijado en él, asegurando no ser un santo. “El Papa se fijó en un hombre de carne y huesos que ha trabajado y sigue trabajando por sus comunidades y que de alguna manera tiene también al Chocó, a las comunidades afrodescendientes y a los menos favorecidos en el corazón”.
Un paso a la inclusión
Al ser interrogado sobre el sentimiento que le llena haber sido nombrado como el primer obispo afro en la historia de la Iglesia colombiana, respondió que es una gran responsabilidad y una puerta más que se abre para mostrarle a otros compañeros que sí se puede, pero para esto -agregó- se debe hacer las cosas bien.
El sacerdote Mosquera, oriundo del municipio de Andagoya, diócesis de Istmina-Tadó, dijo que la Iglesia Universal al abrir esta puerta, está reconociendo a la comunidad afro, que durante muchos años ha estado de espaldas, incluso en la existencia de la misma Iglesia colombiana.
Comentó que el Papa Francisco que es latinoamericano, conoce la idiosincrasia del continente afro, además, durante su visita a Colombia tuvo la oportunidad de conocer territorios afrodescendientes o negros e indígenas y compartir en algún momento con estas comunidades. Por tanto, declaró que, la designación hecha por el Pontífice de llamar de la comunidad negra raizal y palenquera a uno para que sea un obispo en un territorio como el Chocó, está dando un paso gigantesco que se llama inclusión”.
“La inclusión que nunca debió ser de alguna manera olvidada en el país y que lastimosamente durante muchos años no solamente la Iglesia, sino también el mismo Gobierno y los gremios la han tenido casi como su bandera, tener a las comunidades afro e indígenas casi que por fuera del consejo nacional”, asintió.
Prejuicios raciales
El sacerdote colombiano presupone que, el no haber tenido nunca un obispo negro en el país puede ser simplemente por prejuicios raciales que se han tenido en el país, estos -agregó- “no han permitido que las comunidades avancen, cuando hay un prejuicio racial o un prejuicio con la zona de la cual tú provengas o hay un prejuicio simplemente por tu condición, sencillamente es un prejuicio que termina por hacerle daño a una comunidad y a unas personas”.
“Todavía nos falta mucho por superar esos prejuicios, yo diría que demasiado, el hecho de que el padre Wiston en esta ocasión sea llamado al episcopado, esto no significa que se rompieron por completo los prejuicios, no, totalmente eso no es así”, acotó.
Mencionó que viene de trabajar con la comunidad de Cali, que en un alto porcentaje son afrodescendientes y allí, indicó también existen esos prejuicios que se extienden por todo el país. Puso como ejemplo, “cuando un afro va a alquilar una casa que dice se arrienda, cuando llega a preguntar y ven el color de la piel, señalan que ya está alquilada, cuando es mentiras”. ¿Por qué?, se pregunta, “si todos estamos en el mismo país, en la misma región, la idiosincrasia del colombiano es prácticamente toda la misma, aunque algunos puede que se sientan tal vez mas europeos, pero no lo son, porque si podemos mirar en Colombia tal vez el 99.9% tiene sangre indígena africana y por supuesto europea, eso no se puede desconocer de ninguna manera, pero es mínima”.
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Abrir caminos a una nueva primavera
Por otra parte, señala que, por venir de un territorio chocoano, como lo es Andagoya municipio donde nació, espera su labor sea más de cercanía con la población y cuente con el apoyo de ellos. Aunque reconoce que debe hacerse camino porque no es de inmediato que las cosas se van a dar y que lo van a aceptar por ser un sacerdote afro, “hay que trabajar mucho”, observó.
Recordó su paso por una comunidad totalmente afro en la parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, corregimiento de Robles en el Valle, perteneciente a la arquidiócesis de Cali, dice que su llegada fue para sus habitantes una especie de nueva primavera. Reveló que la parroquia que llevaba más de 100 años de fundada, nunca había tenido un sacerdote afro, además, otra infidencia que cuenta, él llegó a ese lugar, luego de casi 20 años de estar cerrado ese templo por cuenta de la violencia.
Hoy siente nostalgia, porque estas comunidades siguen viviendo en medio de la incertidumbre y el miedo, pero expresó que la Iglesia sigue allí acompañándolas, pues ha vuelto a recrudecer la violencia y la población tiene que mantenerse confinada en sus hogares por el temor de los combates que se libran entre guerrilla y la fuerza pública.
Trabajar por la inculturación
A propósito del tema de inculturación, del cual desde el Vaticano II se habla y ahora se retoma con mayor fuerza en la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe y en el proceso del Sínodo, indicó que es un tema que se ha venido trabajando desde la pastoral afro de la arquidiócesis de Cali, a nivel nacional y continental y del cuál él ha hecho parte de este proceso.
«Yo hace poco participé del Encuentro de Pastoral Afroamericana y Caribeña (EPA), que se hizo en México, fui precisamente para acompañar ese proceso como sacerdote, fueron muchas las personas que asistieron y me dio una gran esperanza ver lo que allí compartían, porque veo que todos nos estamos moviendo y dando cuenta de que no solamente el problema era en Colombia, el problema es a nivel Latinoamericano, siempre está esa exclusión a pesar de tener naciones como Brasil prácticamente todas afro descendientes, pero igual ocurre en otros países del continente que tiene afro descendientes, la verdad todas tienen en gran medida a los afro descendientes excluidos”, puntualizó.
Pasando a otro aspecto, se le interrogó sobre qué piensa de aquellos sectores de la Iglesia que consideran algunas prácticas religiosas de los pueblos afro como heréticas, a lo que respondió que esto demuestra que hay un desconocimiento de la cultura que se tiene en estos pueblos y de la manera de vivir su religiosidad, apuntó además que, “como afrodescendientes debemos claro, dentro de la Iglesia manifestar nuestra idiosincrasia”.
“La Iglesia hay que decirlo así, nunca llegó para cercenar lo que las culturas y las comunidades tienen, la Iglesia no llegó para acabar o hacer una especie de «tabula rasa» con lo que había. Hoy por hoy, hay muchas cosas de estas que han vuelto a resurgir y la Iglesia poco a poco ha ido ayudando a cristianizar, por supuesto, pero no borrando más lo que se conocía o lo que se sabía. Considerar que es herético, por ejemplo, la danza, me parece una cierta aberración porque es la manera de que los afro descendientes o los indígenas manifestemos nuestra religiosidad”, declaró.
El Pacífico es parte de Colombia
Por otra parte, se refirió al trabajo que los obispos antecesores le han impregnado al tema de la paz en esta región del Chocó, tan golpeada por la violencia, al respecto, reconoció toda la labor echa por ellos, cada esfuerzo y entrega por la búsqueda de la reconciliación y aseguró que continuará con ese legado dejado, más aún, siendo un hijo de esa tierra. Explicó que parte de su trabajo ha sido en su momento el de acompañar estas comunidades sufrientes y agregó estar dispuesto a denunciar cuando haya que hacerlo.
“Nadie está de acuerdo con la violencia, nadie está de acuerdo con que las comunidades sean temidas, como si no fueran parte de un territorio, en este caso colombiano y la muestra la tenemos recorriendo todo el cordón Pacífico, no pareciera que fuera Colombia. Porque si tú miras el Pacífico hacia otras naciones, casi todas están desarrolladas en el Pacífico colombiano no y eso hay que denunciarlo”, advirtió.
Finalmente, el recién obispo electo, concluyó enviando un saludo a su nueva feligresía del territorio quibdoseño, expresando que llegará con el mayor ánimo para trabajar con todas las comunidades, que desde siempre han estado presentes en su corazón, como ha tenido el cariño por todo el Departamento de Chocó.
Invitó a todos abrir las puertas, para seguir trabajando y remando unidos hacia adelante. “Yo voy con las manos extendidas por supuesto, para que las cosas las hagamos de la mejor manera como creyentes, como bautizados y como hijos de Dios”.
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