Alguien que se alegró por la elección de Jorge, con quien tenía conversaciones cotidianas cuando era arzobispo de Buenos Aires, es Ariel Stofenmacher, el judío argentino que es rector del Seminario Rabínico Latinoamericano Marshall T. Meyer, que participa del Seminario Fratelli tutti, realizado en la sede del Celam en Bogotá de 13 a 15 de marzo en conmemoración de los 10 años del pontificado de Francisco.
Al actual pontífice le define como “un adalid de la conversación, del diálogo, y particularmente del diálogo interreligioso”, algo en lo que ha ayudado mucho. Un diálogo que es fundamental, pues “cuando la gente se acerca y conversa, algunas barreras se empiezan a bajar”. El rabino insiste en que “la religión no separa, lo que separa a veces es las ortodoxias religiosas”, pues a partir del diálogo se va a colaborar con un mundo mejor.
¿Por qué un judío participa de la conmemoración de los 10 años de un Papa?
No es complicado, parte de las tareas, de los elementos que hacen que podamos intentar hacer del mundo un lugar mejor es conversar, y en esas conversaciones, la conversación interreligiosa es probablemente una de las más importantes. El Seminario Rabínico, la institución que represento, está muy anclado su espíritu en el diálogo interreligioso desde la época de su fundador, incluso el maestro de nuestro fundador, que fue el rabino Heschel, que conversó con el cardenal Augustin Bea SJ, en la época del Concilio Vaticano II para poner una reforma en la Declaración Nostra Aetate sobre las religiones no cristianas y particularmente el judaísmo.
Por otro lado, el Papa Francisco es un adalid de la conversación, del diálogo, y particularmente del diálogo interreligioso, con lo cual nos parece de lo más natural colaborar, participar, celebrar, más allá del rol de liderazgo Francisco ha asumido en el mundo.
Cuando el Papa Francisco fue elegido 10 años atrás, ¿Cuál fue su reacción como argentino y como líder de la comunidad judía?
La reacción tuvo que ver con que nosotros a Jorge lo conocíamos como Jorge y teníamos conversaciones con Jorge cuando era el cardenal Bergoglio en Bueno Aires. En aquel momento, el rector del Seminario, mi maestro y antecesor el rabino Skorka, que mantenía con el cardenal Bergoglio una relación cotidiana y estrecha, incluso llegaron a escribir juntos un libro, hacer un programa de televisión, y él visitaba el edificio del Seminario. Para nosotros fue si alguien muy cercano se transformara en Papa, era como algo muy especial, como argentino, como judío, como ambos porque conocíamos la calidad humana y la visión espiritual que tenía y ha demostrado en la práctica.
¿En qué ha ayudado el pontificado de Francisco en las relaciones entre el judaísmo y el cristianismo?
Como todos sabemos, Francisco pone énfasis en la implementación del Concilio Vaticano II en todos sus aspectos, y uno de los aspectos es el diálogo interreligioso, así que ha ayudado mucho, más allá de que como persona es cercano a mucha gente de la comunidad judía. He tenido el honor de ser recibido por el Papa un par de veces y siempre se ha mostrado muy fraterno.
En un mundo cada vez más polarizado, también por cuestiones religiosas, ¿Qué debería ser impulsado para, con la ayuda de las religiones, hacer realidad un mundo mejor para todos?
Estoy convencido que hay que conversar, como dice el Papa. Cuando la gente se acerca y conversa, algunas barreras se empiezan a bajar. Hay muchas más cosas que nos unen que las que nos separan, hay que poner foco en lo que nos une en términos humanos, lo que nos separa hay que dejarlo de lado. La religión no separa, lo que separa a veces es las ortodoxias religiosas. Las religiones son acerca del amor a Dios y del amor entre las personas, no puede haber diferencias generales por eso, sí diferencias individuales que tienen que ver con la propia tradición, no debería eso generar batallas entre nosotros.
¿Qué es lo que espera que, en los próximos años de pontificado, nadie sabe por cuanto tiempo, pueda continuar avanzando en ese diálogo interreligioso como elemento para construir un mundo mejor?
Espero que siga siendo lo mismo con más energía, nadie sabe lo que Dios tiene determinado para cada uno de nosotros en tiempo, energías y demás, pero hay mucha tarea por delante. Nosotros mismos, cuando estuvimos con él en una audiencia privada en noviembre, conversamos sobre algunos proyectos en conjunto que estamos empezando a desarrollar con la Iglesia de América Latina en su conjunto y son cosas que van a colaborar con un mundo mejor, todo vinculado con el diálogo y la conversación.
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Finalmente, todo se centrar en eso y tiene que llevar a un mundo mejor. ¿Qué es un mundo mejor? Que no haya pobreza, que la guerra desaparezca, una visión profética, nada nuevo, nada que los profetas no hayan dicho hace miles de años.
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