Rafael Luciani, teólogo venezolano, es integrante de la Comisión teológica del Sínodo 2021-2024 en calidad de perito. Ha estado muy involucrado desde los trabajos preparatorios de la XVI Asamblea general del sínodo de obispos, cuya segunda vuelta está prevista para octubre de este año.
Además coordina y forma parte del equipo de profesores del curso global “Hacia una Iglesia constitutivamente sinodal”, organizado por varias instancias eclesiales del mundo, entre estas, el Centro de formación Cebitepal del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam) y del que aún siguen abiertas las inscripciones gratuitamente.
Curso que comenzará el 2 de marzo de 2024 y en el que Luciani abordará el tema Sensus fidei (sentido de los fieles) y consensus fidelium (consenso de los fieles). Explicó a ADN Celam que cuando Francisco asumió el pontificado “profundizó en el Concilio Vaticano II con un modelo específico de la Iglesia pueblo de Dios” plasamada en la constitución Lumen Gentium de san Pablo VI .
Tradición eclesial
PREGUNTA.- Quienes se oponen a la sinodalidad afirman que esta no tiene fundamentos bíblicos ni teológicos, ¿qué opina?
RESPUESTA.- La sinodalidad no es algo nuevo, es nuevo para nosotros hoy en día, pero pertenece a la tradición de la Iglesia católica. A nivel de la Santa Escritura, el testimonio se da en Hechos 15 con el Concilio de Jerusalén, donde las comunidades tuvieron que hacer un discernimiento y tomar decisiones. Ese modelo de ser Iglesia que se reúne, se escucha, discierne en función de una decisión es lo que da origen a una Iglesia sinodal.
A lo largo del primer milenio siempre hubo prácticas que profundizaron esa manera de ser y de proceder de la Iglesia, por ejemplo, san Cipriano obispo cuando nombraba a alguien para confiarle una comunidad, diríamos hoy en día una parroquia, o alguien que iba a ser obispo convocaba a la comunidad y él tenía un famoso axioma que decía: «primero busco el consejo de los presbíteros y, luego con ese consejo, comienzo a construir el consenso con el resto del pueblo de Dios». Entonces tenemos ahí una práctica de la tradición de la Iglesia del primer milenio.
A lo largo del segundo Milenio, aunque se fue perdiendo la práctica ordinaria de la Iglesia en esto, sí se realizaron sínodos como, por ejemplo, el Concilio de Trento, que mandó que las diócesis hicieran un sínodo por año; si eso se hubiese realizado, entonces se hubiese logrado muchos avances en las Iglesias locales.
¿Qué hace Francisco? Retoma lo que los padres conciliares de Vaticano II habían dicho que era lo normativo, lo que define a la Iglesia que era ser pueblo de Dios y pueblo de Dios supone que nos constituimos haciendo en conjunto la vida eclesial”.
Falta de argumentos
P.- ¿Entonces por qué hay tantas resistencias y miedos?
R.- Por una parte creo que hay un miedo a replantearse lo que significa el poder en la Iglesia y esto supone el ejercicio de la autoridad, no se trata de negar la autoridad en cualquier institución, que es necesaria. El problema es cómo se ejerce y en la Iglesia se ejerce para servir, no para tener poder sobre los demás y hacer lo que la persona quiera.
Ese es un aspecto que sale mucho en quienes tienen miedo y se preguntan si ahora van a perder el poder en la parroquia, en la diócesis. En ese aspecto, la sinodalidad ofrece cómo ejercer el poder en comunión, con la comunidad y no aislado de la comunidad, cómo el obispo ejerce el poder en comunión con la vida diocesana que él preside, no como un sujeto que actúa aislado.
El Papa ejerce el poder en estos contextos donde toma consejo de los obispos y, en este caso, de esta asamblea de otros miembros no obispos que participan. Creo que ese es un primer ámbito de miedo.
Hay otro aspecto más práctico: la falta de conocimiento de la tradición de la Iglesia católica. Esto es muy grave, porque a veces decimos cosas que en la tradición están sustentadas, pero no conocemos, creemos que son cosas que se están inventando con base en los modelos políticos actuales, por ello la formación teológica es fundamental.
Antes de hacer una crítica, siempre es bueno preguntarse: Qué dice el magisterio, qué dice la tradición, qué dice la Sagrada Escritura, qué ha dicho la reflexión teológica, luego de hacer esa revisión puedo entonces decir estoy o no estoy de acuerdo. Con argumentos se inicia un diálogo que es lo propio de la vida eclesial.
Pasos para madurar
P.- ¿Por qué el Papa decide hacer una segunda sesión del Sínodo?
R.- La idea de hacer una segunda asamblea y no solamente la primera es que se busca profundizar, porque son temas que afectarán a toda la vida y la misión de la Iglesia. Por eso, el segundo año busca dar un paso más para madurar, para pensar de nuevo lo que se ha venido haciendo, para poder llegar a la asamblea de octubre de 2024 cuando se tomarán las decisiones que el Papa después de recibir el documento final considere oportuno para para la Iglesia.
Un ministerio
P.- ¿Qué se siente ser perito de este evento tan histórico?
R.- La teología y, en mi caso personal, es un ministerio, es un servicio, es mi vocación, no es una profesión y la he vivido ejercida en muchos ámbitos de la vida eclesial: en el Consejo Episcopal Latinoamericano, en la Conferencia Latinoamericana de religiosas y religiosas y en muchas otras instancias, actualmente en la secretaría general del Sínodo.
Entonces para mí tiene esa dimensión de servicio eclesial y, por otra parte, digo que es un ministerio, porque mi vida vocacional se desarrolla como una entrega al servicio de la reflexión teológica para las comunidades y no solamente para la Iglesia institución.
Cuando estoy en una comunidad y puedo compartir reflexiones teológicas que nazcan de ese diálogo a la luz de la escritura, entonces estoy ejerciendo un ministerio como teólogo.
No es solamente dar clases o el ámbito académico lo que cualifica la teología, sino también es un ministerio, una manera de realizar la educación cristiana que muchos puedan optar.
Fieles a Jesús
P.- ¿Qué espera de este sínodo?
R.- Espero que la Iglesia tome conciencia ante la crisis que ha habido en estos años sobre todo con el tema de los abusos, del clericalismo y sobre tantos temas que han afectado el testimonio.
Entonces espero que este reconocimiento de una Iglesia que necesita aprender no solo cambiar, a ser testimonio y ser fiel a Jesús, que el sínodo pueda proveer las maneras de cómo lograr eso.
Necesitamos poder superar esa falta de credibilidad de la Iglesia y espero que el sínodo siga generando más allá de la asamblea la conciencia de que todos y todas tenemos derecho de palabra, tenemos derecho de estar en la Iglesia como bautizados independientemente de que seamos laicos, religiosos, clérigos.
Y, por último, también puedo decir que espero que haya cambios estructurales, no solamente sean cambios de mentalidad, porque la mentalidad va unida a la institución y la institución tiene vida porque hay personas con mentalidades.
Por ende, si las instituciones en el siglo XXI, en el tercer Milenio no son replanteadas, quedaremos con instituciones obsoletas como dice Aparecida y cuando hay instituciones obsoletas – en la misma Aparecida los obispos dijeron – en ese momento hay que crear nuevas instituciones o renovar las existentes, diríamos en clave sinodal”.
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