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Rafael Luciani: «Ser tomados en cuenta ya es un avance en una iglesia que por lo general no escuchaba, ni hacía silencio»

La sinodalidad es una propuesta desafiante que cuestiona las maneras de tejer las relaciones, implementar las acciones y ejercer la autoridad al interior de la Iglesia. Una invitación a salir de nosotros mismos y superar el individualismo que nos extingue e impide la posibilidad de considerar el valor del otro. Es un camino que implica discernimiento, conciencia y determinación para aportar desde nuestra condición de sujetos eclesiales al anhelado paso de los ideales a la realidad.

El Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño dispuesto a seguir aportando al camino sinodal, se dispone a vivir una semana de reflexión teológica que, en esta oportunidad, se ocupará de analizar la renovación de las Iglesias locales con perspectiva sinodal. Las actividades se efectuarán del 24 al 28 de junio. Concluirán con la conmemoración pública de los 250 años del ingreso de la Teología Pastoral al currículo teológico.

Rafael Luciani, miembro del equipo de asesores teológicos del Celam y perito del sínodo, habla del evento y lo que ha significado este tiempo para la Iglesia universal que se dispone a vivir la segunda sesión de la XVI Asamblea General del Sínodo.

Investigación y buenas prácticas

¿Cuáles son los objetivos de este espacio de reflexión teológica que analizará la renovación de las Iglesias locales cómo un paso necesario para que la sinodalidad llegue hasta las bases?

Uno de los aportes que queremos hacer al proceso sinodal es cómo renovar la vida diocesana a través de las relaciones, para que sean más corresponsables y con estructuras que permitan una mayor participación.

Para eso, hemos usado como ejemplo, los consejos pastorales y lo hemos hecho a través de un estudio que se adelantó en América Latina, Italia y América del Norte. Esto tratando de ver buenas prácticas, es decir, los procedimientos que se hacen cuando una diócesis tiene un consejo pastoral; entendiendo que se trata de un órgano clave para implementar la sinodalidad en la Iglesia diocesana.

 

Pensando en estas experiencias… ¿Vivir la sinodalidad implica ejercer la autoridad de una manera distinta al interior de la iglesia?

Exactamente, porque una de las grandes riquezas de este proceso es haber enseñado cómo el ejercicio del ministerio ordenado tiene que darse al interno del pueblo de Dios; porque todos somos fieles, todos somos bautizados y esa horizontalidad de las relaciones, lleva a replantearnos un modelo de iglesia que no puede seguir siendo piramidal y debe pasar a ser circular y poliédrico.

Es decir, caracterizado por una comunión, pero en la diversidad, en donde todos podamos participar por igual en la misión de la Iglesia.

 

¿Quiénes estarán liderando las reflexiones?

Vienen algunos peritos del Sínodo. Entre ellos el P. Alphonse Borras, profesor emérito de derecho canónico de la universidad de Lovaina y teólogo belga. Gilles Routhier, vicedecano de la facultad de Teología y Ciencias Religiosas de la Universidad Laval en Québec. También estará la teóloga Birgit Weiler, además de los consultores del sínodo.

Entonces junto al P. Carlos Galli y Agenor Brighenti, vamos a ofrecer una serie de reflexiones que nos permitan analizar el tema de los consejos pastorales y la elección de los obispos.

 

Ampliar la mirada

En la agenda aparecen asuntos que superan las fronteras de América Latina, uno de ellos es el camino sinodal en Alemania. Cuáles son las expectativas sobre este tema que ha suscitado tantas y tan diversas posturas?

Si, creo que es importante que cada iglesia local sea reconocida en su propia historia. En Alemania, desde los años 70 se han celebrado sínodos que vienen desarrollando una teología del ministerio ordenado y de la Iglesia ministerial en general.

Eso los llevó durante años a una reflexión que permitió a laicos que estudiaron teología coordinar parroquias y comunidades cristianas.

Hoy en día, ellos han hecho su proceso como Iglesia. Nuevamente, están reflexionando estos temas que para muchos parecen nuevos, cuando vienen de un desarrollo teológico que ya habia empezado luego del Concilio Vaticano II. Por eso, creo importante trabajar la reflexión de lo que se ha hecho en Alemania, lo que se está haciendo en la iglesia universal y también desde el aporte latinoamericano. Vamos a ofrecer las reflexiones de esos tres procesos sinodales.

 

Igualmente, se presentará el caso de Estados Unidos que tiene una experiencia pastoral con características propias, además de ser un territorio de acogida para millones de hispanos. En este caso, ¿Cuál será la propuesta?

Si, vienen dos personas especializadas en el tema. El P. Ernesto Palafox, especialista en pastoral y en el tema de parroquias. Él nos va a presentar el estudio que hizo en México. Luego está Hoffman Ospino quien lleva la pastoral hispana en Estados Unidos y quien nos va a presentar lo referente al desarrollo de los consejos pastorales en la unión americana. Esa realidad eclesial nos va a permitir tener una visión más amplia de la Iglesia.

América Latina, Europa y América del norte para encontrar buenas prácticas y avanzar en el tema de la renovación de la Iglesia local.

 

Las actividades concluirán con una jornada abierta al público… ¿Cómo está pensada?

La hemos pensado en clave de ministerialidad, porque cualquier Iglesia local está en el deber de pensar en cómo los ministerios sean cada más posibles, pero también diversos. Hace poco estuve en Paraguay y un obispo presentó el ministerio de la escucha algo que es hermoso, porque responde a su realidad y lo pudo hacer con las comunidades cristianas. El día que tenemos el congreso público busca que la Iglesia puede avanzar en la ministerialidad. Tendremos a la Dra. Serena Noceti quien ya es conocida en el Celam.

Ella va a trabajar el tema de la presencia de las mujeres en la Iglesia. Así, vamos a tener distintas reflexiones que creo ayudan a enmarcar el proceso sinodal en el contexto latinoamericano, para hacernos avanzar en un tema tan importante como es el de la ministerialidad.

 

La certeza del cambio

La Iglesia de América Latina y el Caribe se ha preocupado por hacer un aporte concreto al camino sinodal. Nos preparamos para la segunda sesión. Consciente del camino hecho… ¿Qué espera de esta segunda sesión del Sínodo?

Desde lo personal creo que se ha abierto un modo de proceder en la Iglesia que ha ayudado a empoderar a muchas personas con la palabra y ha sido un hermoso testimonio cuando he leído los informes en la etapa continental y las personas decían… “Es la primera vez que la Iglesia me consulta. Nunca, jamás, ni siquiera me habían tomado en cuenta”.

Creo que esa experiencia de ser tomados en cuenta y ser escuchados ya es un avance en una iglesia que por lo general no escuchaba y no hacía silencio, iba directo a la palabra. Por otra parte, las asambleas de octubre 2023 y 2024 tienen una especial significación, porque en ese periodo trabajarán lo teológico, pastoral y canónico.

En este momento se han creado cinco comisiones que colaborarán con la redacción del Instrumentum Laboris y luego se crearán diez grupos de estudio que trabajarán hasta junio de 2025 en temas que son y necesitan mucha más profundidad teológica, pastoral y canónica. Creo que la expectativa es grande, pero también hay que ver que el proceso en cada continente es distinto. No podemos universalizar, cuando el diseño del proceso es desde las iglesias locales y por eso en el caso de América Latina, un tema que ha salido mucho es el referente a la colegialidad que nos ha caracterizado desde 1955 con la creación del Celam.

Hoy se pide renovar la colegialidad al interior de la sinodalidad; pero eso que para nosotros es común, en otros continentes, todavía es una emergencia, una práctica nueva. Entonces, el reto está en cómo cada continente puede hacer una reflexión y una recepción particular del proceso sinodal y que no sea universal; porque al final terminamos homogenizando la Iglesia y tendría el mismo rostro en todas partes, cuando no es así.

 

 

Hace poco el Instituto Teológico Aquinas de la Orden Dominica le confirió un doctorado honoris causa. ¿Cuál es su mensaje para los teólogos en formación respecto al momento que vive la Iglesia?

Mi experiencia como laico es ir descubriendo que la teología es una vocación, un ministerio, un servicio, que no es una profesión que se limita a dar un curso, publicar un artículo o un libro.

Creo que lo primero es entender que se trata de un ministerio, un servicio y luego desde ahí se hace la reflexión. En mi caso, siempre me ha atraído la figura del “pueblo de Dios” que para el Concilio fue central y para nosotros en América Latina constituye la clave de nuestra iglesia.

Eso hoy en día, con el camino sinodal me ha llevado a profundizarlo y a realizar una reflexión teológica que aporta desde ahí en mi propia vida, desde las comunidades y las iglesias locales como se hace en el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM) o desde las redes y la vida religiosa como sucede en la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos (CLAR).

Yo creo que es un servicio. La Iglesia y la academia son las dos dimensiones del ministerio teológico.

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