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Red Clamor, un puente de solidaridad, servicio y hermandad para los migrantes en América Latina y el Caribe

Con motivo del Día Internacional del Migrante, celebrado el 18 de diciembre, Elvy Monzant, secretario ejecutivo de la Red Clamor, comparte los esfuerzos por cumplir el llamado del Papa Francisco de acoger, proteger, promover e integrar a millones de migrantes, refugiados y desplazados que buscan una vida digna en medio de adversidades extremas, resaltando el trabajo de la Iglesia Católica en América Latina a través de la Red Clamor.

La Red Clamor articula más de 250 organizaciones nacionales de la Iglesia Católica en América Latina y el Caribe, operando más de 600 obras que reflejan la Sinodalidad al servicio de los migrantes. Además de la Red Clamor, existen 16 redes clamor nacionales, es decir, 16 países de América Latina donde se ha constituido una red con el fin de articular esfuerzos entre las diversas organizaciones y carismas que tiene la Iglesia en el campo.

Caminamos juntos con los migrantes, para con ellos derribar muros y construir puentes de solidaridad, de justicia, de paz y de amor, eso es la Red Clamor”, explica de manera sencilla Elvy, quien es también laico venezolano vinculado a Cáritas Venezuela.

La respuesta integral de la Iglesia

La acción pastoral de la Iglesia se organiza según los cuatro verbos del Papa Francisco: acoger, proteger, promover e integrar. “Según el verbo acoger, la principal experiencia que en todo el continente tiene la Iglesia son las casas del migrante”, detalló Monzant. Las casas del migrante ofrecen un refugio seguro, alimento, higiene y orientación; estas casas son espacios libres de violencia donde se promueve la dignidad humana, inspiradas en la parábola del Juicio Final: “Fui forastero y me acogiste”.

“Son muy diversas las modalidades de casa que existen en América Latina, por ello, recientemente, en convenio con la OIM y el Alto Comisionado para los Derechos Humanos la Red Clamor, se creó un manual de estándares de gestión y unas herramientas prácticas para la gestión de los albergues”, sostiene Monzant.

En lo que respecta al verbo proteger, la Iglesia defiende los derechos humanos de los migrantes mediante asesoría legal, apoyo para la regularización migratoria y ayuda en la solicitud de refugio. También combate la trata de personas con protocolos y formación especializada. Además de promover, con una visión que supera el asistencialismo, y fomentar medios de vida sostenibles, financiando emprendimientos, cooperativas y proyectos de economía solidaria.

Se desarrollan programas de enseñanza de idiomas y espacios para el intercambio cultural, motivando la participación activa de los migrantes en la vida eclesial y comunitaria, de esta manera se pone en acción el verbo integrar.

Mapeo de servicios para migrantes

La Red Clamor ha desarrollado herramientas necesarias y valiosas como el mapeo de servicios de la Iglesia Católica en América Latina y el Caribe para migrantes, que permite localizar albergues, comedores y asesoría en distintos países: “Este mapeo sistematiza la información de más de 600 obras de la Iglesia en América Latina, que es utilizado tanto por los migrantes como por los agentes de pastoral”.

Además, cuenta con manuales para la gestión de casas del migrante, atención a los migrantes, la atención a víctimas de trata y un manual con orientaciones de la Santa Sede sobre migración y cambio climático, este último para todo lo relacionado con la Ecología Integral y la migración; así, se espera sensibilizar a los que son obligados a migrar por causas de catástrofes naturales.

En el ámbito político, la Red incide en la promoción de políticas públicas que prioricen la dignidad de los migrantes en foros internacionales como el Foro Mundial sobre Refugiados.

Desafíos para las familias migrantes

Las familias migrantes enfrentan una sistemática vulneración de derechos fundamentales, desde la explotación laboral hasta la xenofobia; muchos gobiernos cierran fronteras y crean barreras legales que agravan su situación: “El Papa Francisco lo ha denunciado, este sistema actual es un sistema político económico que mata, predominan la cultura del descarte y la cultura de la indiferencia”, señala Monzant.

A su vez, el secretario ejecutivo de la Red denuncia que los derechos de libre tránsito de las personas es violentado y las personas son tratadas como mercancía: “Se disfraza esas cárceles para migrantes de estaciones migratorias, pero en realidad son cárceles, donde se abusa; son víctimas de las redes de trata y tráfico, son víctimas de violaciones, de abusos, de robo por parte de las mafias de la droga, de la delincuencia organizada, de los propios ejércitos, de los propios cuerpos policiales, que extorsionan, que trafican seres humanos. Hay todo un aparataje en el continente, hemos convertido al migrante en una mercancía de la cual se lucran unos inescrupulosos”.

Se van erigiendo muros, algunos muros de concreto como los que están entre Estados Unidos y México o el que pretenden construir entre República Dominicana y Haití, muros de la vergüenza”, denuncia enérgicamente Monzant, como también que las rutas migratorias suelen ser escenario de abusos, secuestros y violencia.

La espiritualidad es el corazón del trabajo de la Red Clamor

El migrante no es solo un lugar sociológico, fundamentalmente el migrante es lugar teológico, porque en el migrante nos encontramos con Jesucristo”, afirma Monzant, al tiempo que remarca que, desde este enfoque, se fomenta un encuentro personal con Dios que inspira a los migrantes a ser agentes de cambio y a construir comunidades basadas en la fraternidad: “En el migrante, Cristo nos convoca la solidaridad, Cristo nos convoca el amor, Cristo nos convoca a tejer puentes y tejidos con los hilos de la solidaridad, de la justicia, de la paz, de la fraternidad”.

La propuesta de Red Clamor es que el migrante pueda tener un encuentro personal con Cristo, que lo anime y que transforme su vida: “A construir espacios de vida colectiva, de vida comunitaria, donde florezcan la fraternidad, donde florezca la equidad, florezca el amor, florezcan los sueños de un mundo diferente, de un mundo donde todos podamos llamar Padre a Dios, pero con la certeza de que vivimos como hermanos”, es el deseo de la Red.

Dentro de ese sueño de justicia, paz y libertad, se quiere “un mundo sin fronteras, un mundo donde cada ser humano pueda tener acceso a los derechos fundamentales, donde a ningún niño se le niegue su derecho a ir a la escuela, donde a ninguna mujer embarazada se le niegue el derecho a la atención sanitaria, a dar a luz en un hospital”. Para todos estos sueños, Monzant indica que existe el corazón de Jesús, “que es el corazón humano y divino, del que brota la misericordia, del que brota amor… queremos permanecer en el amor que descubre, en el pobre, en el migrante, a Cristo”.

La Iglesia transforma vidas

En toda la región, la Iglesia transforma vidas mediante la integración cultural y eclesial de los migrantes. Ejemplos como el de comunidades migrantes organizadas en cooperativas o la participación activa de migrantes en parroquias como catequistas y voluntarios son testimonio de su contribución al tejido social.

La Red Clamor invita a las comunidades cristianas y a la sociedad en general a superar la indiferencia y construir una cultura del encuentro: “Nada de los migrantes sin los migrantes”, afirma Monzant, alentando a realizar acciones que promuevan un mundo sin fronteras, donde cada persona sea tratada con dignidad. “Caminamos juntos para derribar los muros y construir puentes de solidaridad”, reitera el pedido Elvy Monzant.

Dirigiéndose a los migrantes del continente sostiene: “La Iglesia va a estar allí acompañándoles, protegiéndoles, cuidándoles; la Iglesia va a seguir caminando con ellos, pero, sobre todo, la Iglesia va a seguir soñando con que es posible un mundo diferente, un mundo sin fronteras, un mundo donde no importa tu color de piel, donde no importa el lugar donde tú naciste, donde no importa si tienes o no pasaporte, sino que se te reconoce y respeta tu dignidad, porque eres un ser humano, porque eres una hija o un hijo de Dios, y  tienes derecho a vivir en felicidad, a vivir en libertad”.

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