Este 30 de noviembre inicia la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 28) que se realizará en Dubai (Emiratos Árabes), donde jefes de Estado y líderes mundiales se reúnen para acordar políticas que limiten el aumento de la temperatura global y los impactos socioambientales, derivados de los modos de producción industrial.
Por ello, Red Eclesial de Justicia y Paz de la ‘patria grande’, instancia que agrupa a 17 Comisiones episcopales de justicia y paz del continente, han suscrito una carta para pedir a los Gobiernos de América Latina y el Caribe a tomar acciones concretas en favor de la naturaleza y toda la biodiversidad.
Han pedido, en primera instancia, que “propongan en la COP28 la adopción de procesos obligatorios y eficientes de transición energética, con el objetivo de desarrollar en plazos establecidos sistemas de generación de energía distribuida y sustentable, en reemplazo de la generación concentrada y mediante combustibles fósiles”.
Asimismo señalaron la imposibilidad de pagar las deudas públicas ilegítimas que consolidan modelos económicos especulativos y extractivistas: “violan la soberanía y los derechos de los pueblos y la naturaleza e impiden una transformación energética justa”.
Sugieren que la deuda externa sea condonada al menos en un 50 % con el compromiso de aplicar las sumas reducidas a la transformación energética por parte de los gobiernos.
“Sólo así se alcanzará el objetivo de compensar siquiera parcialmente los daños producidos por la perjudicial extracción de los bienes naturales en nuestro continente”, apuntaron.
Punto de quiebre
Los integrantes de la red han invitado a reconocer a aquellas organizaciones y sociedad civil, que mediante iniciativa propia son capaces de crear dinámicas eficientes que “Naciones Unidas no logra”.
Aunque han pasado ocho años de la publicación de Laudato si’ con todo y la difusión que ha tenido “la situación de la naturaleza y de la humanidad han empeorado”.
Advierten que el mundo “se va desmoronando y quizás acercándose a un punto de quiebre” con el aumento de las guerras, la violencia, el desempleo con sus principales secuelas: el hambre y la exclusión.
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