«Reafirmamos la urgencia de hacer una comunicación que transforme relaciones y transite hacia otros modelos económicos,” se lee en uno de los apartes del manifiesto público que surgió del Encuentro «Comunicadoras y comunicadores tejiendo hilos de resistencia,» un espacio de reflexión y diálogo que convocó de forma reciente la Red Iglesias y Minería.
Organización que desde el contexto continental y ecuménico, busca responder a los desafíos de los impactos y violaciones de los derechos socioambientales, provocados por las actividades mineras latentes en diversas regiones del continente.
La ciudad de Iquitos en Perú, fue el punto de encuentro para 30 comunicadores populares y comunitarios, en su mayoría representantes de organizaciones de fe que desde Guatemala, Honduras, El Salvador, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Brasil y Argentina, abogan a través de su trabajo por el cese de la actividad minera, porque conocen de primera mano los efectos del extractivismo y el drama humano que genera en muchas comunidades de sus países de origen.
Una herida histórica
«Compartimos las formas en las que desde nuestra palabra, nuestros micrófonos, nuestro lápiz y papel, resistimos a la minería, haciendo una opción clara por quienes sufren por este modelo económico que no deja nada a su paso,» afirman los comunicadores entre otras cosas porque durante los días del encuentro fueron testigos de los efectos de esta situación en la Amazonía peruana.
Fenómeno que en esta parte de América Latina definen como una «herida histórica» en donde ha sido permanente la extracción de los frutos de la selva y la riqueza de los ríos. Bienes que para las industrias extractivas solo constituyen una buena materia prima para una gran diversidad de productos, mientras que para los habitantes de estos lugares, la tierra y los ríos acabados eran el hogar de sus ancestros, el don de Dios, la familia y la vida misma.
Lo cierto es que a su paso la industria del extractivismo no deja más que «un torrente de sangre y violencia,» situación que estos comunicadores observan, documentan y narran empleando diversos lenguajes que convergen en el sufrimiento de las víctimas y la ineficacia de las autoridades, lo que aseguran en el documento es un proceso que se repite con cada “boom” del extractivismo.
Una comunicación de resistencia
Es una situación que ha terminado por socavar los tesoros de los territorios, en su momento fue el caucho, luego la madera, el oro, el petróleo y muchos otros recursos naturales no renovables.
Se trata de procesos artesanales o industriales y muchos ilegales que logran esclavizar, engañar, dividir y mermar la capacidad de las comunidades, beneficiando a unos pocos, esclavizando a otros y expropiando a la mayoría de la riqueza que ostenta nuestra casa común.
Los procesos podrán recibir distintos nombres, pero el fenómeno es el mismo y las formas violentas para obtener esa riqueza se agudizan con el paso del tiempo.
Así, los referentes en el área de comunicación de instituciones entre las que figuran SIGNIS ALC, CLAR, REPAM, ENDEPA, CEAS, CEPA, Radio sin Patrones, Red Tierra Viva, Frente Nacional Anti-minero, Radio Ucamara, Radio Progreso, Radio Ysuca, Misioneros Claretianos, Comisión Pastoral de la Tierra, Justicia nos Trilhos, Sin Fronteras, Media, Nodo Perú, Nodo Argentina, Nodo Guatemala, Nodo Ecuador, Nodo Honduras, Nodo Brasil de la Red Iglesias y Minería, coincidieron durante el Encuentro en la urgencia de trabajar por «una comunicación de resistencia que parte de la memoria histórica y cultural pero sobre todo de una memoria espiritual».
Aspecto que entienden como el fundamento y origen de la fuerza para emprender la lucha que ha de reafirmarse con el compromiso por la defensa de los territorios y en ellos, la vida de miles de personas y pueblos marginados amenazados por las grandes industrias.
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Empoderamiento comunitario
Para los comunicadores este proceso pasa por el encuentro con la gente. Es sentirse interpelados por la realidad y divulgarla, satisfechos al momento de reconocer las victorias que han permitido vivir momentos históricos en los que el uso de los medios y sus narrativas han sido claves para el reconocimiento de los efectos negativos de la minería.
Son profesionales que «celebran la vida comunicando esperanza, identificando los caminos y procesos colectivos que son triunfos frente al modelo del depredador».
Historias de emprendimiento y empoderamiento comunitario que se siguen conquistando paso a paso y con esfuerzo. Por eso, ratifican que su objetivo es «comunicar esas victorias para inspirar a otros, comunicar para descubrir las semillas que siguen generando fuerza en la resistencia, comunicamos la alegría de la vida» que de acuerdo con su misión es la que sostiene, une y empuja a insistir porque hicieron una opción, se encuentran en el lado correcto, el lado de los más vulnerables.
El manifiesto del Encuentro «Comunicadoras y comunicadores tejiendo hilos de resistencia,» concluye reafirmando que su misión se afianza en sus ideales, es su manera de aportar a la causa de los hombres y mujeres afectados por el extractivismo. «Soñamos y hacemos realidad proyectos desde la vida, desde lo comunitario, desde lo inefable, desde lo que se siente dentro. Soñamos juntos, sueños posibles, que son dichos, que son hechos palabra, canto y grito a través de nuestras voces».
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