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Reflexión Bíblica: Domingo, 14 de agosto de 2022

𝙋𝙚𝙧𝙤 𝙩𝙖𝙢𝙗𝙞é𝙣 𝙝𝙚 𝙙𝙚 𝙧𝙚𝙘𝙞𝙗𝙞𝙧 𝙪𝙣 𝙗𝙖𝙪𝙩𝙞𝙨𝙢𝙤 𝙮 ¡𝙦𝙪é 𝙖𝙣𝙜𝙪𝙨𝙩𝙞𝙖 𝙨𝙞𝙚𝙣𝙩𝙤 𝙝𝙖𝙨𝙩𝙖 𝙦𝙪𝙚 𝙣𝙤 𝙨𝙚 𝙝𝙖𝙮𝙖 𝙘𝙪𝙢𝙥𝙡𝙞𝙙𝙤!“ (𝙇𝙘 12,38)
Hay momentos “significativos” en la vida de las personas, ya sea por un acontecimiento, el encuentro con una persona o por una decisión existencial. A veces son momentos muy felices y otros son dolorosos, que nos hacen un tatuaje en el corazón y nos dan una “identidad” concreta -lo que somos hoy- con sueños, heridas, limitaciones y posibilidades.
Haciendo un sencillo recorrido por la vida de Jesús de Nazaret, podremos señalar -al menos- tres experiencias que le dan identidad: el bautismo en el Jordán, la transfiguración en el Tabor y la crucifixión en el Gólgota. Podríamos señalarlos como el “bautismo” de iniciación (conversión), el de la misión (confirmación) y el de la entrega (martirio).
Quienes hemos recibido el bautismo (de conversión, iniciación e identidad) tenemos el grave riesgo de invisibilizar el compromiso que conlleva, por lo que nos entretenemos en nimiedades rituales, en fiestas lamparosas o en escrupulosas tradiciones. ¿Hemos sido bautizados/as libre, consciente y voluntariamente? ¿El bautismo ha tenido o tiene alguna repercusión real en nuestro estilo de vida?
Aunque los/as cristianos/as somos como todo el mundo… “no podemos vivir como todo el mundo”. Algún signo de identidad debería definirnos como “luz para mi pueblo” (cfr. Sal 132, 17), para no quedarnos en la tibieza y la mediocracia. Estamos llamados/as a proponer un estilo de vida alternativo y ecosinodal, lleno de fraternidad universal y amistad social.
Así como Jesucristo recibe el bautismo del martirio por el Reino, también nosotros/as estamos vocacionados/as al servicio, al riesgo y a la entrega, para seguir “al que no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida como rescate por una muchedumbre” (Mc 10,45).
¿Estamos dispuestos/as a recibir el “bautismo de Jesús” asumiendo los conflictos, frustración, exclusión y el martirio por la “no-neutralidad” de nuestra fe? ¿Hasta dónde llega nuestra opción, cuando desaparece la pastoral del éxito y solo queda el fracaso con persecución?

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