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Reflexión Bíblica: Domingo de Ramos de la pasión del Señor - ADN Celam

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Reflexión Bíblica: Domingo de Ramos de la pasión del Señor

“Uno de los malhechores que estaban crucificados con Jesús lo insultaba: ¿No eres tú el Mesías? ¡Sálvate a ti mismo y también a nosotros!” (Lc 23,39)

La expresión más frecuente de los prepotentes -que disimulan su impotencia- es la fuerza violenta, para “imponerse”. Así como el modo utilizado por quienes no tienen razones válidas, suele ser el insulto, el descrédito o el desprecio. Esto lo podemos observar en muchas de nuestras relaciones sociales, políticas, familiares, religiosas… y quizá lo hemos sufrido o hasta lo hemos utilizado.

Además, somos testigos de muchos casos de tráfico de influencias, corrupción y uso indebido de la autoridad, aprovechando su posición para conseguir el propio beneficio, la eliminación del contrario y la justificación grosera de su comportamiento.

¿Conocemos algún caso de “abuso de autoridad”? ¿Hemos cerrado los ojos por miedo, o quizá hemos abierto la boca por coherencia? ¿Hemos aprovechado la ventaja del cargo o buscado beneficio de nuestras influencias?… tal vez ¿ya lo hemos normalizado?

Parece que el “salvarse a sí mismo y proteger a los suyos”, se ha convertido en el principio moral y social de la mayoría de la gente, dejando de lado el criterio del bien común, el cuidado de los más vulnerables, la solidaridad con los que sufren y la fraternidad universal. Si Jesucristo hubiera hecho lo mismo, no seríamos cristianos ni tendríamos el Evangelio ni estaríamos construyendo-disfrutando del Reino de Dios…

Tener poder o adquirirlo “a como dé lugar”, es una grave tentación individual y grupal que excluye a los demás. Salvarse a sí mismo y a los más cercanos, además de un instinto natural, es una tentación general, que nos hace indiferentes ante el dolor ajeno y ególatras del bienestar propio.

Jesucristo marca la diferencia. Ni busca sobresalir, ni salvarse, ni congraciarse, ni -tampoco- negociar su entrega de amor. Fiel a su amor por el Padre y por sus hermanos, “entrega su vida” por el Reino y nos muestra el camino que arriesga la vida por el evangelio.

Contar con un líder capaz de “sacrificarse a sí mismo”, en lugar de salvarse a sí mismo, no es nada común, pero sí demasiado necesario. No podemos contentarnos con palabras grandilocuentes y complacientes que dicen lo que queremos escuchar, ni deberíamos aceptar las promesas demagógicas que buscan su poder, acumulando -para sí- bienes ostentosos, prestigio teatral, idolatría clientelal y manipulación informativa… sin importar los damnificados, las víctimas y los desaparecidos del sistema.

¿Dónde están los líderes que dan -y no quitan- la vida por los demás, como Jesucristo? Y nosotros… ¿qué damos y qué quitamos a la comunidad?

 

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