“(El Hijo del Hombre) Enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro puntos cardinales, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo” (Mc 13,27)
Una de las expresiones de la maldad y autodestrucción humana es la “división”, que se manifiesta en la avaricia, resentimiento, violencia, ideologización, intolerancia y tantas prácticas que centrifugan el corazón.
¿Será un sueño imposible que -algún día- los pueblos, culturas, religiones, ideas, ciencia y corazones estén unidos en la diversidad? O al menos ¿habrá una muchedumbre construyendo la fraternidad universal y la amistad social?
El Papa Francisco nos compartió este sueño en su exhortación apostólica “Fratelli tutti”, así como su tocayo de Asís alababa a Dios por el hermano sol, la hermana luna y toda la creación hermana y hermanada en el mismo creador. Porque la “unidad” debe prevalecer sobre la fragmentación, la rivalidad y el egoísmo; así como el “amor” vence las tinieblas de la infidelidad, las violencias y las adicciones.
Necesitamos personas concretas -”ángeles de la fraternidad”- que reúnan a los dispersos, reconcilien a los enemistados y reconstruyan sueños de comunidad. No tantos textos, y sí más testigos, de la esperanza interconectada y de la paz integral.
Quizá, si practicáramos el “diálogo” antes que la decisión, la “oración” antes que el adoctrinamiento, el “perdón” antes que la cerrazón, la “serenidad” antes que la imposición… quizá… podamos soñar despiertos… como sueña el Padre, como ama el Hijo y como contagia el Espíritu… de vida en la fraternidad y de unidad en la diversidad.
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