“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas” (Mc 12,30)
Ver la vida con los ojos de la “ley” para practicar la justicia y defender los derechos fundamentales, es uno de los valores de nuestra sociedad moderna, aunque la impunidad y la corrupción acechan el bienhacer y el buen vivir.
Ver la vida con los ojos del “consumismo” nos hace más ambiciosos a unos, más hedonistas a otros y más ecocidas a todos. Porque ni los recursos naturales ni los producidos son eternos, ni la obsolescencia tecnológica nos hace felices.
Ver la vida con los ojos del “poder” del dinero, de las armas, de la tecnología o de la ideología, suele provocar muchas víctimas e innumerables daños. Es la vida de los que eliminan al rival y abusan del débil.
Ver la vida con los ojos de “Jesucristo” que escucha, pregunta, camina, ora, se abaja, come, sana, levanta y envía, es saber “porqué, para qué y cómo” dar sentido a la vida propia y la de los demás. Es vivir para amar y amar para vivir todas las relaciones, todos los afectos, todos los encuentros y todos los conflictos.
Vivir la vida con los ojos del “corazón” que ama porque se siente amado y porque decide dar su vida por amor a los otros… es el punto de partida y de llegada de la salud mental y religiosa.
¿Cómo decidimos vivir la vida?: ¿fiscalizando, normalizando, consumiendo, abusando, culpabilizando, embriagándonos con el poder o narcotizados por el placer? ¿o quizá decidimos acoger, aprender, compartir y entregar el amor de Jesucristo en todo y a todos?
El amor, además de un deseo y de una necesidad, es la decisión de “dar vida entregando su vida”… con todo el corazón, con toda el alma, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas… al estilo de Jesucristo…
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