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Reflexión Bíblica por la Fiesta de la Epifanía: Viernes, 06 de enero de 2023

“¿Dónde está el rey de los judíos recién nacido? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo” (Mt 2,2)
Vivimos en un mundo con ingentes estímulos audiovisuales, informativos, comerciales y morales, que nos pueden confundir, sobresaturar, distorsionar y manipular (infodemia) el sentido crítico y el sano discernimiento cristiano. El mundo religioso no es ajeno a tanta luz que deslumbra o enceguece -en lugar de iluminar-, de tal manera que sea Buena Noticia (evangelio) para toda la creación, especialmente en las periferias existenciales.
“Abrir” los ojos para descubrir la estrella que orienta, “poner atención” a los signos de los tiempos que son el kairós de nuestras búsquedas, y “no cansarnos” de caminar hacia el que ha venido a nuestro encuentro. Son las claves que viven los Magos y son clamores de jóvenes, mujeres, culturas, diversidades, alejados y descartados de nuestras comunidades.
No queremos ni debemos encerrarnos en el narcisismo litúrgico que excluye a quienes no lo entienden ni lo comparten (“Dios se propone, no se impone, ilumina, pero no deslumbra”, Papa Francisco); más bien estamos invitados por José y María a adorar al mismo Jesucristo, desde la interculturalidad, pluralidad, ecumenismo e inclusión socioreligiosa.
En el establo de nuestra fe (Belén) todos los animales, estratos, culturas, personalidades, ciencias y filosofías son bienvenidas y enviadas -por todos los rincones- a anunciar el triunfo de la fraternidad universal y la urgencia de la amistad social, con la alegría del Evangelio y el regalo de nuestra fe.
Nos recuerda el Papa Francisco que “no somos el sol de la humanidad, sino la luna que, a pesar de sus sombras, refleja la luz verdadera, el Señor: Él es la luz del mundo. Él, no nosotros”. Y podríamos añadir… que “Él es la luz”, no nuestras leyes ni cánones ni destellos de misticismo antediluviano…
Hoy estamos urgidos/as a saber “buscar” allá donde está (no en un palacio), a “encontrar” nuevos caminos (no en el restauracionismo) y a “liberarnos” de cualquier manipulación (incluida la religiosa), para adorar al encarnado Hijo del Hombre que es el Hijo de Dios.

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