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Rosmery Castañeda al sínodo: «La sangre de nuestros mártires es riego fecundo para un mundo renovado en el amor»

«Te hablamos desde el corazón cristiano de América Latina, desde aquellas tierras de esperanza en las que el Evangelio ha despertado el deseo de conocerte», afirmó la Hna. Rosmery Castañeda en uno de los apartes de la oración que abrió las actividades de la Asamblea sinodal este 9 de octubre.

Como cada día, la plegaria dispone los corazones, aclara las mentes y guía los procesos de los participantes en la segunda sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos y en esta semana dedicada a la reflexión sobre las relaciones, el turno fue para América Latina representada por Mons. Lizardo Estrada secretario general del Celam, Sonia Gomes de Oliveira madre sinodal de Brasil, además de la religiosa dominica.

Enséñanos a orar

Una experiencia de silencio y oración que fijó sus bases en la escucha que interpela y el diálogo que invita a la transformación, por lo que los representantes de la Iglesia continental tomaron como punto de referencia el Evangelio de Lucas en el bello pasaje en el cual los discípulos le piden a Jesús que les enseñe a orar y Él les muestra la oración del Padre Nuestro.

Contenido que motivó una reflexión muy cercana a la realidad del continente y su esfuerzo por adherir al camino sinodal en coherencia con el momento que vive la Iglesia universal.

«Padre nuestro tu hijo nos enseñó a orar, nos enseñó a llamarte Padre y a sentir que somos hermanas y hermanos y hoy, nos encontramos haciendo juntos un camino sinodal que quiere iluminar la vida de la Iglesia», afirmó Castañeda.

Reconociendo las diversas realidades que hacen parte del contexto latinoamericano y caribeño, la religiosa insistió en que «te hablamos desde los dolores de nuestros pueblos y en los que brotan las semillas más fecundas de la fe, porque según su experiencia pastoral no existe lugar a dudas de que «nuestra mejor ofrenda es la inmensa alegría de ver en los pobres y en los últimos una alborada de vida, de confianza, de esperanza».

Madre y discípula

Experiencias que en América Latina se convierten en razones suficientes para implorar que «venga tu reino» el reino de la misericordia, un reino donde el perdón no sea una utopía y constituya la base de la restauración que nos devuelva la confianza, para vencer las violencias que nos dividen y se haga concreto el reino de la paz que anhelamos y esperamos como regalo de amor.

De esta forma, la religiosa sostuvo en nombre de Iglesia latinoamericana que «en esta hora de esperanza en la que la Iglesia es madre sinodal, también discípula, es preciso que nunca se olvide que sigue siendo peregrina”, por ello abogó “para que no deje de ayudar a sentir el amor con el que nuestros profetas, pastores, consagrados, hermanos y hermanas en la fe, siguen sembrando vida”.

Un esfuerzo en el que pidió que sea Dios quien nos ayude a recordar que la sangre de nuestros mártires es riego fecundo para un mundo renovado en el amor. “Ayúdanos a encontrar en el sí de María, la virgen fiel, la caridad que nos hace hermanos”, concluyó.

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