La tercera jornada del Simposio Teológico Internacional, que se adelanta en la ciudad de Quito-Ecuador, inició con la intervención de la hermana Rosmery Castañeda, quien expuso el tema: «Fraternidad sin los últimos, no es fraternidad».
La hermana Rosmery Castañeda Montoya, pertenece a la Congregación de la Caridad Dominica de la Presentación. Fue seleccionada por el Papa Francisco como una de las 54 mujeres con voz y voto para el Sínodo de la sinodalidad, titulado ‘Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión’.
Para su reflexión se basó en dos documentos: La carta Encíclica Fratelli Tutti y el Documento Síntesis: XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. A partir de allí, orientó su exposición en torno a los desafíos sociales frente a la erradicación de las injusticias a través de la fraternidad y la Eucaristía. Centrando su mayor atención en el prójimo y en los grupos vulnerables que sufren directamente los efectos de un mundo individualista y excluyente.
La religiosa resaltó como los aportes a la Asamblea Sinodal que vive actualmente la Iglesia, se hizo explícito las fracturas que marcan los caminos de la humanidad, manifiestos por la pobreza, una vida digna, los migrantes, refugiados, los pueblos originarios y afrodescendientes, las víctimas de la violencia, los excluidos económicamente y otros que viven en las periferias.
A esta realidad dijo, “se pide a gritos una urgente acción en defensa de los más vulnerables que claman una mayor protección y esta, es una tarea que compromete a la Iglesia, poner los pobres en el centro y aprender de ellos”.
La mesa lugar para hacer memoria
La iluminación ofrecida por la religiosa estuvo guiada por el texto Bíblico de Lucas “Hagan esto en memoria mía” (22,19). Profundizó en lo que es la mesa como lugar de encuentro: mesa familiar, mesa fraterna y mesa como lugar litúrgico y pidió recordar cómo se vive una cena en familia, donde todos son bienvenidos en casa, pero que desafortunadamente, dijo, se ha ido perdiendo como tradición. Recordó además cómo Jesús vivió intensamente esta experiencia con los suyos, alrededor de una mesa donde todos eran bienvenidos.
A esto agregó que, «celebrar la Eucaristía en memoria de Jesús es afirmar que también yo estoy dispuesto y dispuesta a entregar mi vida y derramar mi sangre gota a gota sirviendo a mis hermanos en la comunidad».
Adicional a esto, expuso que celebrar la Eucaristía con mente elitista, excluyendo a quienes no se consideran “dignos”, es un “pecado litúrgico”. Asumiendo las palabras de san Pablo -agregó- «es indigno, es pecador, no el que queda marginado de la comida, sino aquel que “come y bebe sin discernir el Cuerpo” y sin atención a los hermanos necesitados (…) Celebrar la cena del Señor, siendo una comunidad dividida, discriminatoria y falta de fraternidad, tiene como consecuencia “ser reo del cuerpo y la sangre del Señor”.
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La Eucaristía implica asumir a los últimos
Fue enfática en señalar que no es posible celebrar Eucaristía desconociendo las llagas, el sufrimiento de los demás sin comprometerse a remediarlo mediante el sacrificio propio, el “dar la vida” por sanar las heridas de los hermanos. “Celebrar Eucaristía es también esto; “alabar, bendecir y predicar”. Eucaristía, fraternidad y misión van de la mano, son inseparables”.
Asimismo, dijo que, “la Eucaristía es la máxima expresión de la fraternidad cuando se celebra en común-unidad entre todos los hijos de Dios y en seguimiento del “hagan esto en memoria mía” de Jesús (…) Sin inclusión y atención a los últimos de la sociedad no puede haber comunión, y sin comunión no se está haciendo “esto”, lo que hizo y nos mandó hacer Jesús”.
Llamado a la acción
Por último, la religiosa, planteó algunos aspectos que observó servirán como compromisos que lleven a una verdadera vivencia de la Eucaristía, entre ellos pasar de un acto individual, intimista a la celebración fraternal; pasar del exclusivismo de quienes se consideran “perfectos y dignos” a la apertura que erradica todo tipo de discriminación; pasar de la ruptura entre fe y vida a una vida que alimenta su fe en el Banquete de la fraternidad, entre otros.
Recordemos que el Simposio ha sido promovido por la Comisión organizadora del 53° Congreso Eucarístico Internacional y el Comité Pontificio para los Congresos Eucarísticos Internacionales, conjuntamente con la Conferencia Episcopal Ecuatoriana y la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Además, ha contado con la participación de teólogos y académicos especialistas en teología sacramental y teología pastoral de varios países del mundo.
Fotos: Oficina de comunicaciones del Simposio Teológico Internacional
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