La Junta directiva de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos/as sesiona en Tegucigalpa (Honduras) para revisar los derroteros de la vida consagrada del continente en su edición 49.
monseñor Lizardo Estrada Herrera, obispo auxiliar de Cusco (Perú) y secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), participa en este encuentro.
Ha extendido su saludo en nombre de toda la directiva del Celam, encabezada por monseñor Jaime Spengler – presidente – y destacó que el tiempo es propicio para “continuar fortaleciendo nuestros lazos de comunión para hacer posible una Iglesia más sinodal, bajo el signo de la participación de todos los que formamos parte del Pueblo de Dios, en la misión que el Señor nos confía”.
Justamente en Honduras, durante los trabajos de la 37.ª Asamblea general del Celam, surgió el mandato de renovación y reestructuración de este organismo, de esta forma “iniciamos un camino fascinante con los oídos del corazón abiertos a escuchar lo que el Espíritu Santo está diciendo a las Iglesias”.
Una renovación de cuño sinodal y respondiendo al estilo pastoral del magisterio del Papa Francisco, todo ello hace “parte de nuestra historia eclesial, desde la Conferencia de Río de Janeiro (1958) hasta la Primera Asamblea Eclesial (2021), pasando por las Conferencias de Medellín (1968), Puebla (1979), Santo Domingo (1992) y Aparecida (2007)”.
“En este proceso de renovación y reestructuración, así como en el camino sinodal que estamos transitando hemos experimentado la fraternidad y la sororidad de la Vida Consagrada”, añadió.
Responder juntos a la misión
Monseñor Estrada destacó la riqueza de carismas y vocaciones de la vida religiosa, porque “esa es, también, nuestra mayor grandeza, nuestro principal tesoro, nuestro original aporte para consolidar una Iglesia sinodal desde los valores del Evangelio como nos pide el Señor: «el que quiera ser importante, que se haga servidor»”.
Además resaltó que esta experiencia de comunión entre obispos y vida consagrada tiene raíz en el misterio trinitario, “se realiza en el amor que, transformado en servicio y misión” para abrir espacios amplios para Dios y para los hermanos y hermanas.
Por ello, en el actual contexto, “nos sentimos comprometidos a responder juntos, desde nuestras vocaciones y desde nuestra común dignidad de bautizados, a los enormes desafíos que nos vinculan en la misión evangelizadora”.
Todo parte de la escucha mutua y, de este modo, “discernir juntos el llamado de Dios en estas tierras y en estos tiempos. Solos, desde nuestras trincheras, no podemos hacer mucho”.
“Trabajar en red, en comunión, nos da mayores oportunidades para transformar la realidad, sobre todo la que padecen los más pobres y vulnerables de nuestros pueblos”, apostilló.
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Artesanos del cuidado
El prelado también resaltó el compromiso de la CLAR en la cultura del cuidado, “nos han enseñado que es inaplazable abrazar la inaplazable tarea de ser artesanas y artesanos del cuidado, sobre todo en un mundo que clama misericordia, amor, curar las heridas, atreverse a proponer alternativas, saliendo al encuentro del otro”.
Echando mano de las enseñanzas de su patrono, San Agustín, recordó la importancia de la caridad, que “es la que nos da paciencia en las aflicciones, moderación en la prosperidad, valor en las adversidades, alegría en las obras buenas”.
“Gracias, hermanas y hermanos, por su profetismo, por su pasión por la vida y por Jesucristo, por ayudarnos a abrir sendas para que seamos cada vez más una Iglesia misionera, en salida y sinodal”, finalizó.
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