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Secretario general del Episcopado paraguayo: “No podemos ser indiferentes ante los males sociales” - ADN Celam

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Secretario general del Episcopado paraguayo: “No podemos ser indiferentes ante los males sociales”

Hijo de tejedores, ligados a los franciscanos, monseñor Roberto Carlos Zacarías, obispo de la recién erigida Canindeyú – 10 de febrero de 2024 –, sufragánea de la Asunción, asumió también las riendas del Episcopado paraguayo como secretario general.

Es el “nuevo” en el Episcopado. Aún así sus padres desde muy pequeño le inculcaron el amor por la Iglesia. Ahí brota su vocación, “no sé el momento, pero yo estuve en el seminario menor y el mayor” y desde entonces se afianzó su llamado.

Discernimiento que con los años se ha consolidado en sus diversas facetas ministeriales, siempre decidido a testimoniar el Evangelio “con mis virtudes y defectos”. Ahora ha participado en el encuentro regional de los países del cono sur, celebrado del 25 al 27 de marzo en Buenos Aires.

Perspectiva sinodal

Pregunta.- ¿Cómo ha vivido este momento y cuál ha sido el aporte de Paraguay?

Respuesta.- Una experiencia muy linda y nueva. Representar a mi país, resulta grato en mi proceso de conversión también como pastor. El aporte que la conferencia paraguaya ha dado a este espacio es como vamos trabajando también en la perspectiva sinodal con las distintas áreas de servicio y las diócesis.

P.- Monseñor, ante la persistente desigualdad y corrupción estructural ¿Cómo puede la Iglesia Paraguaya mantener su rol de voz profética sin ser percibida como un actor político más?

R.- En Paraguay estamos viviendo esta estructura de mucha tensión, de corrupción, el tema del narcotráfico. Pienso que una alternativa importante que tiene la Iglesia es la formación en los valores, abrir nuevas perspectivas en las universidades para fomentar la cultura de la vida, el cuidado, respeto a la personas y a la dignidad de todos.

Trabajar en redes

P.- El jubileo 2025 se plantea como un evento central para revitalizar la fe, ¿cómo podrá la Iglesia traducir este impulso espiritual a las actuales demandas pastorales?

R.- Nuestro deseo es que la Iglesia sea sinodal. Que podamos trabajar más en redes, compartir más nuestros desafíos, las esperanzas. Uno de los desafíos en el Paraguay es trabajar mucho más la doctrina social de la Iglesia para que atendamos el clamor de las situaciones sociales que estamos viendo.

P.- ¿Qué implica el trabajo en redes?

R.- Implica mucho, siento que la presencia del Espíritu nos irá guiando a proyectar y trabajar en comunión. Un aspecto muy importante que se valoró fue el trabajo en equipo. De que los problemas no son problemas de un único territorio, sino se volvió de la región, que podemos ayudarnos mutuamente en experiencias, en situaciones y eso nos motiva.

No estamos solos, la Iglesia es una y que te tienes que proyectar como cuerpo institucional también para marcar pauta y presencia en la sociedad actual.

Males de la sociedad

P.- ¿Cuál considera que es el mayor de los dolores en el Paraguay y cómo la Iglesia puede ayudar a llevar esperanza en medio de este contexto?

R.- Definitivamente la estructura de la corrupción, cuando una mayoría decide sin pensar ni discernir va en contra de todos los principios valores de la sociedad. Para nosotros siempre será la alternativa la formación cristiana, en los valores.

Frente al narcotráfico, sicariato e inseguridad, no podemos ser indiferentes. Es una una situación nos exige, de hecho a los cristianos, a ser más más decididos y más comprometidos con la sociedad.

Decisiones colegiadas

P.- ¿Qué impresión se lleva del trabajo que se viene adelantando desde el Celam y de las iniciativas en promover la comunión episcopal, la reflexión teológica a 70 años de su creación?

R.- Me voy muy motivado de encontrar espacios de trabajo, coordinado en redes, donde los proyectos se van ejecutando a la par con cada conferencia episcopal, donde podamos también aportar nuestras decisiones como conferencia. Agradezco al Celam esta oportunidad.

P.- ¿Qué retos tienen los obispos de este tiempo?

R. Actualizarnos, ponernos a también a la altura de la sociedad en cuanto a los desafíos y se nos invita mucho a ser más consecuentes, ser más testimoniales. Nos piden una Iglesia más misionera, más samaritana, más comprometida.
Esto es un desafío para cada vocacionado y vocacionada, especialmente a un obispo, cuestionarte constantemente la llamada y el compromiso que asumió con la Iglesia, con Jesucristo.

 

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