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Segunda Jornada Seminario Encíclicas Sociales: Una Iglesia que acompaña acorde a los tiempos

Dando continuidad a la conmemoración del Día de las Encíclicas Sociales y del primer aniversario del III Congreso Latinoamericano y Caribeño de Doctrina Social de la Iglesia (DSI), organizado por el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam) a través del Centro de Gestión del Conocimiento (CGC) este jueves 16 de mayo, se dio paso a la segunda jornada de reflexión donde se plantea un interrogante-núcleo: ¿Cuáles son los desafíos actuales de nuestra Iglesia?

El diácono permanente, Alirio Cáceres Aguirre, teólogo y asistente de incidencia para América Latina y el Caribe del Movimiento Laudato si´, fue el primero en exponer y propuso desde una perspectiva pastoral siete desafíos que considera servirán en la implementación de la ecología integral.

Desafíos para una ecología integral

Primero: Paso de la integridad ecológica a la ecología integral de Laudato si´. La integridad ecológica señaló, tiene que ver más con la mirada de las Ciencias Naturales y un poco con la dimensión de la ética planetaria de la conservación. Recordó que el Papa plantea esta ecología inspirada en Francisco de Asís, que supera ampliamente el ecologismo, el ambientalismo, y el imaginario de lo verde, pero que hoy día aún se ve muy arraigado en la cultura actual.

Segundo. La Dimensión Socio- Ambiental de la Evangelización. Explicó que a veces se olvida que somos Iglesia y que hay que evangelizar y esto tiene que ver con los valores, los criterios de juicio y los comportamientos de cada persona a lo que apuntó que, hay que permear siempre con la buena nueva para generar conversión de un hombre nuevo y tierra nueva, donde habite la justicia y se generen prácticas ambientalistas y ecologistas que acerquen al misterio del amor.

Tercero. Los Límites Planetarios: Crisis climática Global. Mencionó que según un estudio se tienen 9 límites planetarios y de estos la ciencia alerta de seis que han superado límites, lo que indica que todo el problema del agua y la biodiversidad tiene que ver con esa crisis climática global donde todo está conectado. Agregó que tenemos que entender que esta creación tan diversa, plural y multicolor está en riesgo.

Cuarto. Agua, tierra y territorio. Apuntó que esto solo nos preocupa cuando nos toca realidades de cerca, es el caso de las inundaciones. Expresó que el territorio está siendo agredido por esa voracidad del atractivísimo y que se requiere limitar las emisiones de gases y de efecto invernadero. «Si bien es urgente un tratado de combustible energético, este debe ser justo, integral y sostenible teniendo en cuenta el marco general de la vida y la ciencia».

Quinto. Protección Derechos Humanos de los defensores y las comunidades. Advirtió que existen mártires por el cuidado de la creación, personas amenazadas por defender la tierra, el agua y el territorio. Pisoteando los derechos y la dignidad del ser humano. A esto dijo se deben activar protocolos para defender a los defensores de la Casa Común.

Sexto. Superar los extractivismos y enfrentar el narcotráfico. Notó que si bien la transición energética que se quiere proponer para eliminar el consumo de petróleo, carbón o gas, es un proceso energético injusto, también igual si se utilizan otros derivados, estos atentarán contra el ecosistema, «repitiendo el mismo paradigma, la misma matriz de destrucción voraz e inmisericorde». Así también se refirió al tema del narcotráfico, señalando que este tema se volvió para muchos como parte del paisaje y agregó que lo más antiecología integral es el narcotráfico, porque siempre hará daño en el ser humano e idolatrará el capital de unos cuantos. «dineros que terminan financiando proyectos de minería ilegal, de deforestación, lo que llamamos el lavado de dinero para una economía ficticia que no es la economía de Francisco»

Séptimo. Alternativas para el buen vivir. Se refirió al planteamiento que el Papa Francisco hace en la encíclica Laudato si´ sobre la plenitud humana, que tiene que ver como el diálogo, la política, la educación y la espiritualidad ecológica se complementan, todo esto a partir de lo que propone la encíclica Laudato si´. «Tenemos que volver a rescatar a todo el cosmos como un santuario, en donde podemos alabar a Dios”.

Le correspondió luego el espacio de reflexión a María Clara Bingemer, comunicadora, teóloga, docente en la Pontificia Universidad Católica del Río de Janeiro y consultora teológica del Sínodo de la sinodalidad. Ella ofreció unas pistas de lo que se visibiliza será el futuro de la Iglesia.

Señala que este futuro parte de la constatación de lo que está viviendo hoy día la Iglesia, al referirse al Sínodo. Agrega que esa categoría de reforma es utilizada en un sentido amplio que incluye una renovación de toda la vida de la iglesia tanto espiritual como también una reforma de la institución. Una reforma según lo indica, que se visibiliza desde la peculiaridad de la personalidad humana y espiritual de Francisco el obispo de Roma, que tiene un trasfondo ignaciano y este advirtió es el estilo que va tomando el Sínodo.

 

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La sinodalidad como su modelo constitutivo

Explicó, que el futuro de la Iglesia tiene que estar en el ser y convertirse cada vez más en una comunidad eclesial discerniente y esta, insinúo, debe estar guiada por el Espíritu Santo. Recordó la importancia de discernir los signos de los tiempos para ver si son de Dios o no. «Parece claro entonces que el futuro de esa Iglesia discerniente es ser sinodal o sea una Iglesia de discípulos en camino».

Y agregó «la inteligencia de la fe apunta a la necesidad de la escucha atenta de la realidad y del contacto. Debe haber un diálogo con otras Iglesias, un diálogo ecuménico, este indica potenciar y no amenazar la unidad de la Iglesia. Se plantea el interrogante de una Iglesia que se toma en serio la sinodalidad como su modelo constitutivo».

Así pues, plantea tres aspectos que según considera pueden llevar a la Iglesia a una amplia conversión espiritual y al discernimiento. Son ellos. Primero. La necesaria pluralidad de declinaciones de la conversación en el espíritu teniendo en cuenta las múltiples espiritualidades eclesiales y los diferentes contextos culturales que vivimos.

Segundo. La deseada y recomendable integración del pensamiento teológico con las ciencias humanas y sociales. Se refiere como lo señala el documento síntesis del Sínodo, a cómo lograr en los diversos campos del saber la madurez de una sabiduría espiritual que consolide las competencias específicas, a fin de que se conviertan en un verdadero servicio eclesial que no sean solo competencias teóricas o académicas sino un verdadero servicio eclesial.

Tercero. La escucha recíproca. Esta, asegura desemboca en el diálogo y la participación en el discernimiento comunitario. «Un discernimiento que no puede quedarse solo en el plan interpersonal, sino que debe alcanzar las dimensiones sociales, política y sistémica, es decir el sujeto de la sinodalidad es del pueblo de Dios inspirado por el espíritu, pero esta subjetividad no puede considerarse de manera abstracta y general sino teniendo en cuenta los diferentes contextos en los que se sitúa».

Según explicó, la conversión espiritual está invitando a toda la iglesia con la finalidad de que crezca no solo en conciencia, sino también contextualizada, lo que implica descender a las realidades locales y abiertas; implica igualmente no perder de vista la universalidad de la Iglesia misma, en cuanto a Iglesia que se quiere sinodal. «Tenemos que aprender siempre más a escuchar sin duda, a ser discípulos, sin embargo, esa escucha y la conversación en su contexto, son aún un desafío por realizar o quizás en el camino».

Por otra parte, aseguró que el camino sinodal se emprende teniendo en cuenta el momento histórico vivido globalmente, es decir un cambio de época y de contextos que se sienten de diferentes maneras y tiene diferentes repercusiones. Este dijo es otro gran desafío que anima a la Iglesia a encontrar una comprensión y un lenguaje apropiado «para establecer una verdadera comunicación que genere una práctica que fructifique en transformación evangélica, para ello la escucha recíproca que permita avanzar de manera sinodal hacia elementos y conjuntos epistémicos y teológicos que puedan generar decisiones que reflejen el deseo y la voluntad de Dios en esta situación histórica».

Expuso, además, que ante situaciones humanas injustas y opresivas, no puede haber un discernimiento o conversión en el espíritu si no existe un análisis crítico y sistémico de la realidad y esto advirtió, exige del uso de las diferentes ciencias. Entonces no será una mirada sobre la realidad sin un verdadero discernimiento sociopolítico de sus mandatos y desafíos «El Punto de partida deberá incluir obligatoriamente la escucha de los más pobres, de los más vulnerables que aparecen una y otra vez mencionados en los documentos del Sínodo».

Finalmente, concluyó la intervención de este espacio de diálogo, la hermana Birgit Weiler consultora para el Secretariado General del Sínodo, quien desarrolló también este papel en el Sínodo Panamazónico (2019) y fue participante del proceso de la Asamblea Eclesial (2021). La religiosa se refirió al vínculo entre la doctrina social de la Iglesia y el camino sinodal.

Escrutar los signos de los tiempos

Hizo mención de algunos aspectos del informe síntesis del Sínodo y uno de ellos fue donde se invita a caminar juntos como bautizados, desde la diversidad de carismas, de vocaciones y de ministerios. Aquí, mencionó hay que ser una iglesia sinodal en servicio al mundo “un mundo a menudo tan dividido, tan herido por conflictos bélicos, muchas formas de violencia, donde ser diferente, pensar diferente muchas veces significa separación, divisiones dolorosas, segregaciones dolorosas”.

Recordó que un principio de la Doctrina Social de la Iglesia es el llamado a vivir los valores y la inspiración del Evangelio en busca de respuestas a los contextos históricos, sociales y culturales donde la Iglesia está presente y este agregó, es el deber de la Iglesia, responder desde el Evangelio a los clamores de los pueblos, fortaleciendo las potencialidades por el bien común.

La religiosa también habló acerca de actualizar el Evangelio según los contextos en los cuales nos toca ser cristianos comunitariamente, eso se logra, según explicó, a través de un ejercicio del ver, juzgar y actuar, “haciéndolo y escuchándonos; escuchamos al Espíritu interactuando en medio de nosotros. Entonces se trata de vivir una fe encarnada en las realidades diversas”.

La persona humana

Mencionó que un principio clave en ser de la Iglesia es la persona humana, pero la persona humana como lo enseña la Doctrina Social de la Iglesia, abierta a lo trascendente a Dios, “una persona humana que se entiende como creada a imagen de Dios, en ella Dios quiere comunicar al mundo, a los demás, tanto en Laudato Sí como también en muchos otros textos el Papa Francisco nos quiere decir, ser creados a imagen de un Dios Trinidad”.

Profirió en decir que, estamos llamados en comunidad eclesial a no encerrarnos entre nosotros, las iglesias locales, dijo, deben estar presentes a nivel universal y global, insistió en la necesidad de abrirnos a otros contextos, es decir como lo dice el Papa Francisco la Iglesia debe ser una Iglesia en salida. “Debemos ir a las periferias donde más la gente nos necesita, recibir esta buena noticia, que ellos cuentan para Dios. Su vida muchas veces maltratada y herida, su vida para Dios tiene una suma importancia”.

Lo constitutivo de las personas humanas

Profundizó sobre lo que la encíclica Fratelli tutti dice “Un ser humano está hecho de tal manera que no se realiza, no se desarrolla ni puede encontrar su plenitud, si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás” (FT 87), a este respecto dijo «no se trata de hacer simplemente una planificación pastoral sin tener previamente una conversación en el Espíritu que un discernimiento comunitario, un escucharse mutuamente y escuchar juntos al Espíritu. Es importante que eso sea el punto de partida para una planificación pastoral».

La dignidad de las personas y la opción por los pobres

Por último, se refirió a esa presencia profética que la Iglesia debe tener frente al que sufre, al más vulnerable, al que necesita ser escuchado y atendido. Advirtió que cada uno desde sus expresiones de carismas está llamado a asumir un compromiso y “ser una presencia profética en la proximidad de los últimos

Eso demanda de nosotros a “escuchar el grito de la tierra y el grito de los pobres” siendo conscientes de que son el mismo grito y hay que responder a él”. En este sentido concluyó no es solamente acercarnos a los pobres, sino a aprender de ellos y esto dijo, fue una de las insistencias que salió del informe síntesis del Sínodo.

 

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