Este 24 de marzo de 2024 se cumplen 44 años del martirio de san Oscar Arnulfo Romero, primer santo en este país, al ser asesinado “por odio a la fe” como reza el decreto de beatificación de 2015 del Papa Francisco, quien desbloqueo su causa.
Un día como hoy – que se celebra el Domingo de Ramos – el testimonio de este santo nos recuerda, que “la liturgia es presencia, es signo de realidades y que a través de esa realidad Cristo Jesús está entrando a nuestra vida”.
Dos meses antes de su asesinato, en una de sus homilías indicó a sus verdugos: “No me consideren juez o enemigo. Soy simplemente el pastor, el hermano, el amigo de este pueblo”.
Según el Informe de la Comisión de la Verdad para el Salvador, fue Roberto d’Aubuisson, militar y político salvadoreño, responsable de la creación de los escuadrones de la muerte durante la guerra civil y autor intelectual del asesinato de san Romero.
ADN Celam ha recogido siete datos clave de un mártir y santo que nos sigue interpelando a tener la opción preferencial por los pobres, descartados y perseguidos por causa de su fe.
1. Nace un profeta
El 15 de agosto de 1917 nació Óscar Arnulfo Romero y Galdámez Núñez García Ruiz, en Ciudad Barrios. Segundo de 8 hermanos, hijos del matrimonio formado por Santos Romero y Guadalupe Galdámez.
Fue bautizado el 11 de mayo de 1919 en la iglesia parroquial de su ciudad natal. Desde niño tuvo una salud muy frágil. En la escuela pública donde estudió, destacaba en materias humanísticas más que en matemáticas. Desde muy pequeño practicó la oración nocturna y la veneración al Inmaculado Corazón de María.
2.- Formación sacerdotal
Con solo 13 años ingresó al seminario menor de la ciudad de San Miguel, fundado el 30 de noviembre de 1915 e inaugurado en 1916, en ese momento estaba dirigido por sacerdotes claretianos. Luego en 1937, entró en el seminario mayor de San José de la Montaña de San Salvador.
Ese mismo año, viaja a Roma, donde continuó sus estudios de teología en la Pontificia Universidad Gregoriana. Vivió en el colegio Pío latinoamericano (casa que alberga a estudiantes de Latinoamérica).
Fue ordenado sacerdote el 4 de abril de 1942, en Roma, a los 24 años; podría afirmarse que tuvo una línea conservadora – como coinciden muchos de sus biógrafos –, pero el clima político y social de 1970 de opresión política y por las operaciones violentas contra trabajadores, campesinos y eclesiásticos comenzó a moldear su postura.
3. Un giro de 180 grados
A su regreso a El Salvador,en 1943, fue nombrado párroco de la ciudad de Anamorós en La Unión; después fue trasladado a la ciudad de San Miguel, donde sirvió como párroco en la Catedral de Nuestra Señora de La Paz y como secretario del obispo diocesano monseñor Miguel Ángel Machado.
Así tuvo 20 años de labor pastoral en Anamorós, impulsando movimientos apostólicos como la Legión de María, los Caballeros de Cristo o los Cursillos de Cristiandad.
Además desarrolló obras sociales como «Alcohólicos anónimos» o Cáritas; promovió la construcción de la Catedral de San Miguel y favoreció la devoción a la Virgen de la Paz.
Durante esos años, su trabajo es el de un sacerdote dedicado a la oración y la actividad pastoral, pero todavía sin un compromiso social evidente. Mientras, el país vive sumido en un caos político: se suceden los golpes de estado en los que el poder queda casi siempre en manos de los militares.
Fue el asesinato de su amigo Rutilio Grande, hoy beato, ocurrido un 12 de marzo de 1977, que lo llevó a plantar cara contra las estructuras de opresión y miedo instituidos en su país.
4. Ministerio episcopal
Fue el 25 de abril de 1970 cuando es nombrado por el papa Pablo VI como obispo auxiliar de la Arquidiócesis de San Salvador, recibiendo la consagración episcopal el 21 de junio de 1970, de manos del nuncio apostólico Girolamo Prigione.
Hasta que el 15 de octubre de 1974 fue nombrado obispo de la diócesis de Santiago de María, departamento de Usulután, en el oriente del país. Ocupó esa sede durante dos años.
Aquí el obispo Romero empieza a constatar cómo la represión contra los campesinos organizados causa estragos. En junio de 1975, ocurren los hechos de Tres Calles: la Guardia Nacional asesina a 5 campesinos.
Monseñor Romero llega consuela a los familiares de las víctimas y celebra la misa. No hace una denuncia pública de lo ocurrido, como le habían pedido algunos sectores, pero sí envía una dura carta al entonces presidente, el coronel Arturo Armando Molina.
El 3 de febrero de 1977 fue nombrado por el papa Pablo VI arzobispo de San Salvador, para suceder a monseñor Luis Chávez y González. Aún cuando para algunos no cayó bien esta designación, para sectores afines al poder lo vieron con buenos ojos. Nueve días después matan a Rutilio.
5. Gran comunicador
Así es como comienza a plantar cara frente a los escuadrones de muerte y a promover la cultura de la fraternidad y la justicia social. Se hizo célebre por sus homilías dominicales, que fueron transmitidas a su vez por medios como Voz Panamericana, de la Radio YSAX, así como el periódico escrito “Orientación”.
Como asegura Adriana Valle, investigadora de la Universidad de El Salvador, san Romero fue “un gran comunicador, “él mismo llamaba a sus fieles que escuchaban sus mensajes, a convertirse en ‘micrófonos de Dios’, que reprodujeran sus denuncias.
“Sus homilías dominicales son un modelo de comunicación masiva, eficaz y ecuánime, que Monseñor Romero puso al servicio de la búsqueda de la justicia y la verdad, y que, al ser incómodas para el status quo oligárquico”, señala la experta.
6.- Día de su martirio
“Y por eso lo mataron”, como rezan los versos de la canción de Javier Rodríguez Sotuela. Fue ese fatídico 24 de marzo de 1980. Un lunes. Por la mañana estuvo en un retiro organizado por el Opus Dei, un encuentro mensual de amigos sacerdotes dirigidos por monseñor Fernando Sáenz Lacalle.
Ese mismo día por la tarde, a las 6:30 p.m. fue asesinado mientras celebraba una misa en la capilla del hospital Divina Providencia, en la colonia Miramonte de San Salvador, mejor conocido como el Hospitalito.
Un disparo hecho por un francotirador desde un auto con capota de color rojo impactó en su corazón momentos antes de la consagración. Tenía 62 años.
7.- Primer Santo de El Salvador
El camino a los altares comienza el 24 de marzo de 1990 cuando inicia la causa de canonización de Romero y se designa al presbítero Rafael Urrutia como postulador. El 12 de mayo de 1994, durante el proceso diocesano, se presentó formalmente la solicitud para su canonización. El proceso diocesano concluyó el 1 de noviembre de 1996, y el 4 de julio de 1997 la Santa Sede aceptó la causa como válida.
La causa fue elevada a la Congregación para las Causas de los Santos, en el Vaticano, luego en 2000 la transfirió a la Congregación para la Doctrina de la Fe – en ese entonces dirigida por el cardenal alemán Joseph Ratzinger – para que analizara concienzudamente los escritos y homilías de monseñor Romero.
Una vez terminado dicho análisis, en 2005 el postulador de la causa de canonización, monseñor Vicenzo Paglia, informó a los medios de comunicación de las conclusiones del estudio: «Romero no era un obispo revolucionario, sino un hombre de la Iglesia, del Evangelio y de los pobres».
10 años después, un 3 de febrero de 2015 el papa Francisco autorizó la promulgación del decreto de la Congregación para las Causas de los Santos que declaró a Óscar Romero mártir de la Iglesia, asesinado por ‘odio a la fe’. La ceremonia de beatificación, presidida por el cardenal Angelo Amato se realizó en la Plaza Salvador del Mundo de la ciudad de San Salvador el día 23 de mayo de ese mismo año.
Tres años después, el 14 de octubre de 2018 se convierte en el primer santo de El Salvador. El Papa Francisco dijo que es «hermoso» que Romero fuese canonizado junto a Pablo VI y los demás santos, destacando que «dejó la seguridad del mundo, incluso su propia incolumidad, para entregar su vida según el evangelio» cercano a los pobres.
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