Experiencias, testimonios y voces sobre ecología integral. Así inició la segunda jornada del Simposio Internacional de pensamiento social cristiano, que ha convocado el Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana (Imdosoc), junto a organizaciones eclesiales, por sus 40 años.
“Ecología integral en América Latina: voz y trabajo comunitario en la transformación” fue el panel en el que han participado tres especialistas: Sonya Dolutskya, postdoctora en Estudios socioambientales de la Universidad de Duke (EEUU) y forma parte del Instituto de investigaciones sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); Carlos Muñoz, doctor en economía de recursos naturales Universidad de California (EEUU) y consultor del Banco Interamericano de Desarrollo (BID); Ana Paula García, psicóloga y educadora popular con trabajo comunitario en la defensa de territorios en Puebla, Guerrero, Torreón, Oaxaca y CDMX.
Situación en las periferias
Sonya Dolutskya describió una experiencia de comunidades de las periferias de Ciudad de México (CDMX), donde la contaminación ha venido afectando ecosistemas y relaciones humanas. “Se lanza basuras a las barrancas y cañadas, no hay control, ni se cuenta con un sistema de recolección eficiente”, ha dicho.
Por eso, a partir de este problema, la especialista trabajó la categoría territorio, que “nos sirve mucho para plasmar la relación entre la gente y su entorno”. Para explicar con mayor detalle echó mano del capítulo 4 de la encíclica Laudato Si’: “Allí el Papa plantea el concepto de la ecología integral como una interrelación de lo humano, ambiental, social y cultural”.
En el ‘bien común’ está la base para hacer frente a estos problemas ambientales, porque sobre “la vida cotidiana no debe imperar la visión individualista’, puesto que la crisis ambiental “nos incluye a todos”.
Por eso, frente a este problema coyuntural de las periferias en CDMX, mostró experiencias de prácticas de activismo ambiental, que “han mejorado las condiciones de vida de estas comunidades afectadas por el mal manejo de las basuras”.
Esto ha llevado a activistas comunitarios a desarrollar “iniciativas de reforestación, convivencia, muralismo, sistemas de drenaje, reciclaje para mitigar impactos ambientales y sociales”.
Buscar interconexiones
Para Carlos Muñoz Piña todo está conectado como “en efecto ha planteado el Papa en Laudato Si’”. Ha planteado tres temas “considerados como problemas socioambientales”. El primero, el manejo del agua: “Es un problema creado por la sociedad, por la forma como está organizada. No es un problema tecnológico, sino que hay falta de voluntad política, los gobiernos están centrados en sus propios asuntos, olvidando los clamores de la gente y el ambiente”.
Otro problema ambiental es la pérdida de bosques y selvas, biodiversidad, y “eso hay que prestarle atención, pues incidirá en nuestro futuro inmediato”. Se trata de un problema complejo, pues afecta a comunidades que dependen de actividades que afectan el ambiente y muchas veces no tienen opción, por ello, “se deben buscar alternativas para ellos”.
La calidad del aire. Un problema que ha afectado, en especial, a la capital mexicana durante décadas. Recordó que en los años 80 se dieron picos de contaminación intolerables, pero gracias a medidas gubernamentales en este aspecto, uso de carro eléctricos, regulación a empresas, sustitución de fuentes de energías renovables, “la situación ha ido mejorando, en comparación con años anteriores”.
Por eso, “cada uno de nosotros podemos incidir en el cambio y como iglesia tenemos el compromiso de actuar y, sobre todo, encontrar las diversas interconexiones, pues lo que hagamos hoy, incidirá en el futuro”.
Organización social y comunitaria
Ana Paula García es directora del Centro de Estudios Ecuménicos. Su trabajo como educadora popular en Puebla y otras regiones ha visto de cerca las secuelas de conflictos socioambientales por la minería con la consiguiente entrega indiscriminada de concesiones.
Es así como también se fue vinculando con las comunidades de fe en torno a la ecología. Ha identificado tres escenarios que llevan a estas comunidades a entrar en contacto con estos temas.
Un primer escenario – el ideal – el sacerdote y religiosas tienen sensibilización por el cuidado del medio ambiente. Un segundo, cuando problemas de contaminación lleva al sacerdote o religiosa a buscar medios de enfrentarla, pero no tienen formación. Y un tercer escenario, los fieles buscan al párroco o religiosa para que se vinculen con acciones de cuidado del medioambiente.
Ha contado la experiencia de una comunidad en Puerto Escondido, estado de Oaxaca, pacífico mexicano, que plantó cara contra la construcción de una hidroeléctrica con el acompañamiento de la Iglesia.
“Cuando la gente se moviliza contra gobiernos que buscan imponer proyectos extractivos, llegan a un punto de tomar conciencia de que el territorio va más allá del habitat, incluye también sus elementos aire, agua, ecosistema, fauna, relaciones sociales”, indicó.
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